LA LUCHA CONTRA EL CORONAVIRUS

La apertura de la cumbre del G7, la primera que se realiza presencial en modalidad covid, marcó la importancia que las economías más industrializadas del mundo le dan al fin de la pandemia. El primer anuncio del G7 fue la donación de 1.000 millones devacunas contra el COVID-19 a otros países, con el objetivo de terminar con la pandemia en 2022. La mitad de estas dosis las pondrá Estados Unidos.

Tras casi dos años sin reunirse, los mandatarios de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido volvieron a sentarse en torno a una mesa redonda después del recibimiento que el anfitrión, el primer ministro británico Boris Johnson, dio a cada uno en una playa de Carbis Bay, en el suroeste de Inglaterra.

Debido al coronavirus no hubo apretones de manos y todos mantuvieron las distancias.

Este encuentro ofrece una “enorme oportunidad” para impulsar la recuperación mundial tras el coronavirus, dijo Johnson, al inaugurar los debates.

En palabras de Joe Biden, la cumbre marca el “regreso” de Estados Unidos al multilateralismo, tras los cuatro años de Donald Trump. “Estoy deseoso de (...) trabajar con nuestros aliados y socios para construir una economía mundial más justa e inclusiva. Pongámonos a trabajar”, tuiteó el presidente estadounidense.

Uno de los propósitos de Biden en esta cumbre del G7 es formar un frente común ante Rusia y China. La potencia asiática considera que la diplomacia de Estados Unidos está “basada en los intereses de pequeñas camarillas”, en palabras del jefe de la política exterior del régimen comunista chino, Yang Jiechi, que conversó telefónicamente con el secretario de Estado, Antony Blinken.

La cumbre del G7 terminará mañana domingo, y en ella participarán también altos responsables europeos y cuatro países invitados: India, Corea del Sur, Australia y Sudáfrica.

Los líderes del G7 acordarán proporcionar “al menos mil millones de dosis” y aumentar la capacidad de producción, con el objetivo de “acabar con la pandemia en 2022”, afirmó Downing Street, sede del Ejecutivo británico.

Estados Unidos ya se ha comprometido a donar 500 millones de dosis de Pfizer/BioNTech y el Reino Unido 100 millones de vacunas excedentes.

Una cuarta parte de los 2.300 millones de dosis administrados en el mundo lo han sido en países del G7, que albergan 10% de la población mundial. Los países de renta baja cuentan actualmente con solo el 0,3% de las dosis inyectadas.

La lucha contra el cambio climático será la otra prioridad de la cumbre. Johnson ambiciona llevar a cabo una “revolución industrial verde” para reducir a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero para el año 2030.

Para preservar la biodiversidad, quiere que el G7 se comprometa a proteger “al menos el 30%” de la tierra y los océanos para esa fecha.

Las siete grandes economías también deberían promover la inversión en infraestructuras limpias en los países en desarrollo para estimular y descarbonizar sus economías.

Otro tema caliente de la agenda del G7 es el de los retos que plantean China y Rusia, cuyo presidente, Vladimir Putin, se reunirá con Biden el miércoles próximo en Ginebra.

“La línea europea es clara: China es un rival sistémico, un socio en cuestiones globales y un competidor”, dijo una fuente francesa.

Biden aprovechará esta cumbre para restaurar los lazos con los aliados tradicionales, tras el mandato de Trump, y prueba de ello es el anuncio hecho ayer por la Casa Blanca de que recibirá el 15 de julio a la canciller alemana, Angela Merkel.

La portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, explicó que, durante su encuentro Biden y Merkel hablarán de los compromisos para cooperar ante una serie de desafíos comunes, tomando como base “los valores democráticos compartidos por ambos países”.

Entre esos retos citó la pandemia, la lucha contra la crisis climática, y la promoción de la prosperidad económica y la seguridad internacional.

La portavoz destacó que la visita de Merkel reafirmará, además, “los profundos lazos bilaterales entre Estados Unidos y Alemania”.

Merkel será la primera gobernante europea que Biden reciba en la Casa Blanca desde que asumió el 20 de enero. Biden se reunió ya en la capital estadounidense con el primer ministro japonés, Yoshihide Suga, en abril, y con su homólogo surcoreano, Moon Jae-in, en mayo. Durante sus cuatro años de mandato, Trump mantuvo una relación fría con Merkel, marcada por la tensión personal entre ambos.

La reina Isabel II recibió ayer viernes a los líderes del G7 y sus acompañantes en una recepción formal celebrada en un parque de Cornualles, en el suroeste de Inglaterra, en la que estuvieron asimismo presentes el príncipe Carlos y su hijo, el príncipe Guillermo.

Antes de asistir a una cena en el conocido como Proyecto Edén, un espacio donde se recrean diversos climas del planeta, la monarca británica, de 95 años, presidió una fotografía conjunta de los mandatarios del G7.

El primer ministro británico, Boris Johnson, y el presidente francés, Emmanuel Macron, flanqueaban a la Reina en la primera fila del grupo, mientras que la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se situaron en los extremos.

Biden es el decimotercer presidente de Estados Unidos que recibe la soberana británica.

El mandatario y su esposa, Jill Biden, volverán a visitar a Isabel II mañana domingo, en esa ocasión en su residencia del castillo de Windsor, tras concluir la cumbre del G7.

Al término de la sesión fotográfica, que se desarrolló en un ambiente distendido, Merkel se acercó a Isabel II para agradecerle la recepción: “Muchas gracias por hacer esto por nosotros”, le dijo.

Tras la fotografía conjunta, los líderes asisten a una cena a cargo de Emily Scott, chef del cercano Water Bay Hotel. El primer plato fue “melón especiado, gazpacho, coco y notas herbales” y el segundo “rodaballo asado con su espina, acompañado de patatas nuevas de Cornualles, pesto de ajos salvajes y verduras del (productor) local Padstow Kitchen Gardens”. El postre consiste en quesos de Cornualles, seguidos de una tarta pavlova con fresas.