Entre la realidad y la ficción, la nueva novela de Giuliano da Empoli, El Mago del Kremlin (Seix Barral) fue un sustrato para abordar otros asuntos geopolíticos con El País, en una entrevista en la que el escritor y politólogo define a Putin como “un verdadero animal del poder” y desnuda su pensamiento sobre cómo funciona el sistema político ruso y sobre una Europa desengañada que tuvo que cambiar para enfrentarse a la lógica implacable de la guerra. También proyecta qué podría pasar si Trump vuelve a la presidencia de EEUU; y menciona a Uruguay.
Da Empoli es ensayista, novelista, politólogo y asesor político ítalo-suizo, profesor de Ciencias Políticas en París. Se ha especializado en el análisis del juego del poder y el populismo en auge. Hace unos días, vino a Montevideo a presentar su libro, por el que recibió el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa y el premio Honoré de Balsac. Trata sobre el enigmático Vadim Baranov, encarnación literaria de Vladislav Zsurkov, el asesor más cercano a Putin, pilar en el intrincando funcionamiento del régimen, y sus secretos. Aquí un resumen de lo conversado.
- ¿Cómo ve la situación interna en Rusia, considerando que hay oponentes perseguidos, como lo estuvo Alekséi Navalni, y también ciudadanos con un nacionalismo muy fuerte que responden a Putin? Su novela El mago del Kremlin aborda ese tema.
-Sí, mi novela refleja que la memoria que tienen los rusos de los años 90, que Putin está explotando, es el pensamiento de que “democracia” es equivalente a “caos “ y significa una Rusia frágil. Esa es una memoria que muchos rusos todavía mantienen. La oposición democrática en Rusia sigue estando asociada al caos de esos años y a la oligarquía. Esta es una de las razones por las que la oposición democrática es frágil en Rusia. Y la segunda razón es la violencia y la censura del régimen de Putin. Navalni creía que podía oponerse a Putin desde dentro de Rusia y eso era posible antes, pero ya no, porque el régimen se ha fortalecido, es mucho más autocrático y brutal en su represión. La oposición más a la derecha, que es más nacionalista y militarista incluso que Putin, está tratando de presentarse a sí misma como una fuerza de equilibrio y por ahora le funciona, pero no será para siempre.
-Dentro del Kremlin, ¿cómo ha impactado esta guerra contra Ucrania?
-En el Kremlin existe una lucha de poderes cada vez más violenta. Winston Churchill solía decir que “las intrigas políticas del Kremlin son comparables a una pelea de bulldogs bajo una alfombra. Un extraño sólo oye los gruñidos, y cuando ve los huesos salir volando de abajo, recién ahí resulta obvio quién ganó”. Por ahora, la autoridad de Putin es superior a todos los integrantes del gobierno y se maneja en su propio camino. Algún día alguien va a surgir, tal vez porque Putin se debilita, muere, o por otra alguna otra razón. No va a haber una revolución, no va a significar un movimiento democrático, sino una situación interna en el Kremlin. Mi idea es que Putin fue un error en el “casting” del sistema, como un actor. Fue elegido por un sistema de poderes para representarlo después de Yeltsin, porque pensaron que era predecible y que podían confiar en él. Y en realidad, fue en parte diferente de lo que esperaban. Creo que la misma cosa ocurrirá la próxima vez, con algún reemplazo de Putin.
-En una reunión con periodistas en Bruselas, la Unión Europa admitió que se habían sorprendido del ataque ruso a Ucrania y hasta se cuestionaron a su área de Inteligencia por no haberlo visto venir. ¿A usted o a su think tank Bolta le ocurrió algo similar?
-Para ser honesto, tampoco esperaba que la invasión sucediera. Pero, tal como reflejo en el libro, creo que ha sido la prosecución lógica de muchas cosas que ocurrieron antes, es coherente con la manera de Putin y una forma de poder a la que los europeos no estamos acostumbrados, porque nuestra idea de poder es más de dinámicas comerciales y contratos, con determinados mecanismos de resolución de disputas, mientras que Putin sigue en la lógica antigua de la política del poder y militar. Fue difícil para los líderes europeos entender eso y no puedo culparlos, porque hoy es fácil criticar, por ejemplo, a Angela Merkel, que estuvo en el poder durante muchos años y que trataba con Putin todo el tiempo. Ahora es fácil señalar que no la vieron venir (a la guerra), pero hay que ver que los europeos han sido muy exitosos internamente en hacer la paz entre ellos mismos con el modelo que tenemos. Es difícil para ellos cambiar el software, y realmente creyeron que su modelo les permitiría también negociar con los poderes alrededor de ellos. Sin embargo, no pudieron llevar a Putin a su manera de pensar. Y ahora están forzados a adoptar su lógica, a invertir en el ejército y a intentar proyectar fuerza. Macron también está intentando hacerlo, y la verdad es que no hay otra manera. Es la única lógica que entiende el Kremlin.
-¿Cómo concibe la mentalidad rusa en ese sentido?
-Para mí, como profesor de política y por mi propia experiencia en Moscú, la base de la mentalidad rusa es un enlace fundamental entre política, poder y violencia. Ese enlace me ha ayudado a entender cómo alguien como Putin puede concebir el poder. Porque no es el único. Putin es un jugador de poder puro, un autócrata muy rico que tiene ideas y las usa para controlar el sistema, pero no es un ideólogo. No creo que lo muevan las ideas ni el dinero; su principal motivo, es el poder mismo. El premio Nobel de Literatura Elias Canetti dice que la persona que quiere poder es alguien que quiere sobrevivir, y sobrevivir a todos. Y al final, acaba matando a todos, ya que esa es su garantía de sobrevivir. Putin, para mí, es básicamente un verdadero animal del poder que usa todo lo que necesita para obtener aún más poder.
-Putin eligió a un civil, Andrei Belousov, como ministro de Defensa. ¿Cómo se entiende que no haya elegido a un militar, que es lo más usual?
-Los expertos militares dicen que cuando se trata de guerra, los amateurs hablan de estrategia y los profesionales, de logística. Y eso es muy cierto en esta guerra. Vemos que el elemento logístico de tener gran armamento y una economía que prové al ejército de todo lo que necesita, probablemente haga la diferencia de quién gana. Belousov responde a una elección muy racional de Putin, acorde a los drones y al rol de las start-ups en esta guerra, que ha sido impresionante. Belousov es muy abierto a la innovación, es economista y un gerente eficiente, y tal vez sea una muestra de que Putin se ha decepcionado de Sergei Shoigu y de la gente que, hasta ahora, estaba a cargo de la guerra. Así que es una sacudida al establishment de Defensa.
-Por lo que dice, ¿usted piensa que Rusia podría ganar la guerra contra Ucrania?
-No creo que esta sea una guerra en la que alguna parte puede ganar desde el punto de vista militar. Yo creo que, incluso si Rusia logra un éxito militar ahora, estará como “atascada” en Ucrania para siempre, o por mucho tiempo. Por eso también pienso que Rusia no va a atacar a otros países. Esta guerra no ha ido de la manera que esperaban los rusos, han pasado más de dos años y aún están muy lejos del control Kiev. Un día tendrá que ser negociada alguna solución, y no será satisfactoria para los ucranianos, ni para los rusos. Será doloroso para ambos lados.
Da Empoli ha sentido desde muy joven una mezcla de temor y fascinación por Rusia. “Hay una sensación de fuerte presión del poder en el lugar. Es como si lo sintieras físicamente. En Moscú, tienes la fortaleza del Kremlin en el centro, la arquitectura de Stalin, los nuevos rusos. Hay algo que asusta. Y al mismo tiempo, puedes caminar por Moscú, por lugares muy bonitos, casi románticos y toda la cultura rusa, que sabemos de las novelas”, afirmó.
-¿Por qué no está de acuerdo con líderes europeos que afirman que Putin podría extender su dominio hacia Lituania u otros países de Europa?
-Macron afirma eso porque conoce el riesgo de que Estados Unidos decida algún paso hacia atrás en su apoyo a Ucrania y está tratando de aumentar la conciencia y presión para evitarlo. Está bien que lo haga, pero la realidad es que, en este momento, todas las fuerzas rusas están concentradas solo en Ucrania. Como sea, Europa debe estar preparada y fortalecerse en cada frontera. Si Rusia se asienta en Ucrania, podrá empezar a pensar en algo más, solo así; es muy improbable que eso suceda.
-¿Cómo ve el nuevo orden mundial, y a América Latina entre las grandes potencias?
-El jefe de la CIA y exdiplomático William Burns ha hablado de una “edad plástica”, como un tiempo en el que las cosas están cambiando. Personalmente, considero bastante positivo que el foco está pasando de un mundo en el que todo el dinero y el poder se concentraban en pocas áreas, especialmente en Occidente, a uno en el que el poder y el dinero están más distribuidos. Por otro lado, pensábamos que, con el bienestar y los recursos, habría más democracia, y no está sucediendo. Entonces, hay ahora un rebalanceamiento del orden mundial, que en lugar de ser algo negociado, evoluciona entre poderes que tienen visiones completamente opuestas. Ese cambio está sucediendo. Es inevitable. No vamos a volver a un mundo en el que todo está decidido entre Estados Unidos, Europa y algo Japón. El punto es cuán violenta llegará a ser la transición. Y los países de América del Sur -salvo por ejemplo Brasil, que considero que está un poco confundido-, la mayoría no necesita alinearse con Estados Unidos o China. Mantener una posición más fluida, es relativamente lo más seguro.
-¿Qué proyecciones hace si Donald Trump es electo presidente de Estados Unidos nuevamente?
-Hoy en día Trump es, desafortunadamente, una representación más realista de la política estadounidense que Biden. Creo que Biden es un poco de una “ilusión óptica”, en el sentido de que pertenece a un sistema que ya no existe, y Trump es la expresión de un sistema político disfuncional, donde el papel del nuevo ecosistema de los medios es muy importante. Y eso es lo que yo considero, francamente, la gran amenaza. Pienso que si Trump vuelve al poder, tendrá menos poder y podrá hacer menos de lo que se cree. La principal amenaza de Trump es el enorme aliento a los líderes populistas que representa. Trump es un enorme símbolo de liderazgo posdemocrático, neonacionalista, autocrático, es un modelo muy preocupante. Si gana, se empoderarán las figuras similares a él, en todas partes.
-¿Qué opinión le merece Uruguay, su sistema político?
-He estado aquí muy corto tiempo, pero yo soy medio suizo, y Suiza no tiene riquezas en su territorio, ni agricultura ni minerales bajo el suelo. Y la razón por la que es el país más rico del mundo, es su buena gobernanza. Pero eso no vino naturalmente, los suizos produjeron un sistema político basado en el consenso y una cultura cívica democrática profunda. Y Uruguay, aunque no lo conozco muy bien, también tiene un gran elemento de civilidad política y democrática. Pienso que es importante valorar lo precioso que es ese elemento, y al mismo tiempo saber lo frágil que es, porque hay que ser capaces de llevar eso al nuevo tiempo de los medios digitales, de la polarización, de todas las dinámicas de las estructuras de los partidos divergentes y de los líderes populistas que están surgiendo.
“Intento llevar al lector conmigo, que sienta cosas”, afirmó
-El mago del Kremlin es una historia novelada sobre un personaje real y con datos reales. ¿Cuáles fueron sus fuentes de inspiración?
-Sí, el libro está inspirado en Zsurkov, que es un personaje curioso, porque fue el principal estratega del Kremlin durante muchos años, pero tiene un lado artístico, escribe novelas con un pseudónimo y viene del teatro contemporáneo, así que parece concebir su rol en la política como una actividad de teatro. También es un narcisista, escribió mucho, hay mucha información sobre él, porque las publica, hay novelas, escrituras, entrevistas. Esa es una de mis fuentes y la otra es que pasé muchos años investigando Rusia. Mi experiencia, probablemente, no es tanto Rusia sino los sistemas de poder, que Rusia comparte, la relación del líder (único) con sus asesores y quienes lo rodean.
-¿Cómo logra una integración entre la realidad y la ficción?
-He estado en Rusia diversas veces, he conocido a algunas personas y siento cosas. Para la novela, necesito mucho del “sentir.” La diferencia entre un libro de no ficción y una novela es exactamente eso. Es intentar hacer que el lector sienta cosas, no un análisis o un relato de hechos, sino llevar al lector conmigo y ponerlo en la atmósfera, en la escena. Intento también entrar en la cabeza de los personajes, de Zsurkov, y usar mi propia experiencia para llegar allí. Eso es lo que hice. Los hechos de la novela son reales. No hay un solo hecho allí que no sea verdadero. Hay algunos personajes que también son reales, no solo Putin, sino oligarcas como Boris Berezovsky (empresario), Konstantin Korotkovsky (científicos) y otros. Trabajo también otros personajes que son ficticios. Supongo que se puede leer el libro como una especie de experimento de inmersión en el funcionamiento de Kremlin usando ficción, pero tratando de acercarse más a la realidad.
-¿Usted está en una “lista negra” en Rusia?
-Yo no voy a Rusia, por precaución. El libro no está traducido en ruso, pero sé que hay una versión clandestina que está circulando. En lo personal, creo que no estoy en peligro, porque los rusos tienen muchas más cosas en las que preocuparse, pero no voy allí.