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Gobierno de Francia rechaza mediación y la violencia en las protestas escala

La propuesta sindical pretendía mediar para encontrar una vía de salida a las crisis social y política.

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Los contenedores de basura en llamas se transformaron en un símbolo de las protestas en Francia
Los contenedores de basura en llamas se transformaron en un símbolo de las protestas en Francia.
Foto: AFP

Nuevos enfrentamientos estallaron ayer martes en Francia en las protestas contra la reforma de las pensiones del presidente Emmanuel Macron, cuyo gobierno rechazó el pedido de una “mediación” para buscar una salida al cada vez más violento conflicto social.

Cientos de miles de personas salieron de nuevo a las calles para reclamar la retirada de esta ley en protestas que registraron choques entre manifestantes radicales y fuerzas de seguridad en ciudades como Rennes, Nantes y París.

En la capital, las fuerzas de seguridad lanzaron gases lacrimógenos contra cientos de personas vestidas de negro y con la cara cubierta, que saquearon un comercio y prendieron fuego la basura, constataron periodistas de AFP.

El ministro del Interior, Gérald Darmanin, movilizó ayer 13.000 agentes en un “dispositivo de seguridad inédito” y alertó de la presencia en París de “más de 10.000 radicales, algunos desde el extranjero”.

A la espera de datos oficiales, el sindicato CGT ya anunció una concurrencia de 450.000 manifestantes en París hasta ayer a las 18 (hora local). La policía esperaba entre 650.000 y 900.000 en toda Francia, algo menos que la precedente jornada de protestas del 23 de marzo.

La tensión se recrudece desde que el mandatario liberal decidiera el 16 de marzo adoptar por decreto el retraso de la edad de jubilación de 62 a 64 años y el alza a 43 años de cotización para cobrar una pensión completa para 2027.

El jueves hubo 457 detenidos y 441 policías y gendarmes heridos, según las autoridades, en un contexto de críticas a la actuación policial por parte de ONG de derechos humanos del Consejo de Europa.

Las autoridades se esfuerzan en los últimos días en criminalizar las protestas y socavar el apoyo a estas en la opinión pública, que considera responsable a Macron por no querer escuchar el rechazo a su plan.

En paralelo, el gobierno y los sindicatos aseguran buscar una manera de calmar los ánimos, pero firmes en sus posiciones: las centrales sindicales quieren la retirada o la suspensión de la reforma, y el gobierno dice no.

El vocero gubernamental, Olivier Véran, rechazó ayer la última propuesta sindical de buscar una “mediación” para hallar una vía de salida y afirmó que pueden “hablarse directamente”.

“¡Basta ya de negativas!”, respondió el líder del sindicato moderado CFDT, Laurent Berger, quien había planteado esa idea que recabó el apoyo inesperado de uno de los principales aliados de Macron: el partido centrista MoDem.

Ahora, el presidente liberal se halla bajo presión. Su gobierno sostiene que la reforma es crucial para evitar un déficit en la caja de las pensiones, pero esta carece de apoyo sindical y popular, y tiene un sostén incierto en el Parlamento.

A la espera del dictamen en abril del Consejo Constitucional sobre su validez, Macron busca pasar página rápidamente con otras prioridades como la salud, la educación y garantizarse una mayoría estable en el Parlamento. Mientras tanto, los sindicatos no tiran la toalla.

“El movimiento no se agota”, advirtió el líder de la CGT, Philippe Martinez, quien destacó la participación de “muchos jóvenes” en las marchas.

Entre otros asuntos, la CGT anunció ayer el fin de la huelga de basureros que afectaba a amplias zonas de París. Tras 23 días de paro se reanuda hoy miércoles el servicio.

El fin de la huelga se produce “por responsabilidad”, según un comunicado sindical, en el que los trabajadores de la gestión de residuos de la capital aseguran que su movilización “no ha terminado” y agradecen el apoyo recibido de la población a pesar de las molestias causadas.

El paro afectó en su momento más álgido a la mitad de los veinte distritos de la capital, aquellos que no tienen el servicio en manos de contratos con empresas privadas. Hasta 10.000 toneladas de basura se llegaron a acumular en las calles de esa mitad de París.

La basura acumulada en las calles fue empleada como arma, sobre todo por estudiantes que la esparcieron e incendiaron durante los momentos más tensos.

Con información de EFE y AFP

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