Narcos paulistas y cariocas detrás de los motines en las cárceles brasileñas.
El Primer Comando de la Capital dinamitó hace meses las reglas del narcotráfico en Brasil. Lo hizo a lo grande, asesinando con fusiles antiaéreos al narco Jorge Rafaat, considerado el ‘Rey de la frontera’ en el límite con Paraguay durante una espectacular emboscada que le dio las llaves de la zona sur del Brasil.
Ahora trata de imponerse en el norte, pero no hay sitio para todos los que quieren controlar el negocio de la droga en el segundo país con más consumidores de cocaína del mundo.
La ruptura entre el poderoso Primer Comando de la Capital de São Paulo y el Comando Vermelho de Río de Janeiro, las dos mayores facciones del crimen organizado en Brasil, quedó clara la semana pasada con los cuerpos decapitados y desmembrados del centenar de presos asesinados en los estados de Amazonas y Roraima durante motines.
Según el diario O Estado de São Paulo, las otras 25 facciones que actúan en Brasil tomaron partido por uno u otro grupo, mientras los grandes patrones nacionales reformulan el tablero en una guerra sangrienta.
Una de esas bandas es la local Familia do Norte (FDN), la tercera facción más poderosa del país, que se alió a los cariocas contra el Primer Comando de la Capital.
"El Comando Vermelho utilizaba las rutas del sur que ahora comanda el Primer Comando de la Capital y tuvo que buscar soluciones en el norte. Allí se unió con la FDN para hacer una ruta alternativa al Primer Comando, que lo que quiere es dominar todo Brasil", explicó el fiscal Marcio Sergio Christino, especializado en crimen organizado.
El Primer Comando, la más influyente de las facciones brasileñas, hace tiempo dejó de ser una banda de presidiarios que exigía mejoras en las hacinadas cárceles del estado paulista. Con ese objetivo nació en los años 90 y hoy tiene más de 20.000 integrantes que entendieron que su poder podía ser mucho más rentable al otro lado de las rejas.
Además del dinero del narcotráfico, la facción que dirige Marcos Willians Herbas Camacho, Marcola —encarcelado desde 1999—, también posee compañías de autobús, modestos equipos de fútbol en São Paulo e incluso una refinería de petróleo clandestina, según las investigaciones.
Las superpobladas y denigrantes cárceles brasileñas son, además, caldo decultivo para estos grupos criminales.
"El Primer Comando es una organización muy sólida, jerárquica, con reglas muy definidas y una división clara de tareas y funciones", explicó Sergio Adorno, coordinador del Núcleo de Estudios de la Violencia de la Universidad de São Paulo.
La batalla por Río.
Toma panorámica de la "Cidade Maravilhosa": una urbe enclavada en medio de un paisaje tropical. Un primer plano: en las intrincadas calles de sus favelas se libra una batalla por el dominio del narcotráfico.
En las décadas de 1980 y 1990 el negocio en Río estaba en manos del Comando Vermelho, la facción criminal organizada más antigua de Brasil, nacida a fines de la década de 1970. De los robos a bancos y secuestros derivó al narcotráfico, que controló durante años.
El Comando Vermelho creció aprovechando el boom del consumo de cocaína en el país, reinvirtiendo sus ganancias y diversificándose a otros rubros como el tráfico de armas.
Pero ya no es lo que era. A diferencia del Primer Comando paulista, el Comando Vermelho no es tan organizado ni tiene una vocación hegemónica, sostiene el procurador de Justi- cia de la fiscalía carioca, Alexander Araujo, en una entrevista con la AFP.
Más allá del asesinato del narcotraficante Jorge Rafaat, el "Rey de la frontera", este fiscal considera que el origen de la actual guerra entre el Primer Comando y el Comando Vermelho comenzó cuando gru-pos menores de Río de Janei- ro se unieron a los paulistas facilitándoles el acceso a encla-ves tan emblemáticos como la favela Rocinha, la mayor de Brasil.
Así, el Primer Comando se unió a los Amigos dos Amigos (ADA) o el Terceiro Comando Puro (TCP), ambos disidentes del Comando Vermelho
Y lo mismo ocurrió en el sentido opuesto en otras regiones de Brasil, como la amistad del Comando Vermelho con el Primeiro Grupo Catarinense del estado de Santa Catarina o la ahora famosa Familia do Norte del Amazonas.
"Narcosur": rutas de la droga en las fronteras de la región
Como parte de las redes de narcotráfico, las organizaciones criminales no son un problema solo de Brasil. Con 17.000 kilómetros de fronteras, en algunos trechos muy porosas, el mayor país de América Latina es un punto clave en el comercio mundial de la droga.
"El PCC consiguió ser el primer cartel brasileño de tráfico internacional, el Narcosur como le llamamos, que envuelve Bolivia, Paraguay y Brasil", afirmó el fiscal Marcio Sergio Christino. Desde los grandes centros productores de cocaína —Colombia, Bolivia y Perú, todos fronterizos con Brasil— el gigante su-damericano es un enorme corredor terrestre para los envíos de droga hacia Europa, con escala en África. Algunos investigadores señalan que los grupos brasileños ya buscan acercarse a los "capos" del narco en Colombia con la ventaja de ofrecer una de las rutas más importantes del tráfico internacional de drogas.
En cuanto a Uruguay, en su informe 2016, el Departamento de Estado de Estados Unidos dice que los traficantes extranjeros se aprovechan de "sus porosas fronteras" con Argentina y Brasil y utilizan Montevideo como base para la logística y las operaciones de tránsito.
NARCOTRÁFICO EN LA REGIÓNAFP