ARGENTINA
Teorías conspirativas, razones simples y la “pista política” que manejan allegados a la vicepresidenta.
Pasaron 15 días desde que Fernando Sabag Montiel intentó matar aCristina Kirchner. Fue el tiempo prudencial que se tomaron la vicepresidenta y su círculo íntimo para analizar el hecho, recopilar información y romper con el aislamiento y el silencio. El kirchnerismo elabora hoy un abanico de teorías sobre el ataque, que van desde las hipótesis más conspirativas hasta las explicaciones más simples.
“Ya tenemos identificados a los autores materiales. Lo que tenemos derecho a saber todos los argentinos es quiénes son los autores intelectuales, si los hubo”, dijo el senador Oscar Parrilli, un dirigente que le debe entera fidelidad a la vice.
En el Gobierno, los funcionarios que son más cautos ofrecen explicaciones únicamente en base a lo que consta en el expediente judicial. “Hay que investigar todas las líneas. Por ahora pareciera que estos chicos podrían encuadrarse en lo que en el mundo se denomina aceleracionismo: grupos de ultraderecha antidemocráticos capaces de generar terrorismo. Son grupos con una mínima organización pero con mucha voluntad de generar violencia y vanagloriarse de eso”, dijo a La Nación un importante funcionario que sigue de cerca el caso.
“Si bien se movían en tren y le contaban a los amigos lo que querían hacer por WhatsApp, también tenían una carpeta encriptada y hacían cierta inteligencia, eso hay que mirarlo”, agregó. Desestimó, no obstante, que Sabag Montiel, Brenda Uliarte y el grupo de los “copitos” tuvieran conexiones con la oposición, particularmente con Juntos por el Cambio.
Otros colaboradores y funcionarios del kirchnerismo, en cambio, están convencidos de la pista política. Creen -de mínima- que los “copitos” están efectivamente vinculados con Revolución Federal, una agrupación nueva de jóvenes de ultraderecha que tienen manifestaciones hiperviolentas en redes y en la calle. De máxima, apuntan que las conexiones podrían escalar hasta los partidos libertarios e incluso al ala más dura de Juntos por el Cambio.
“Obviamente un loquito suelto no fue. Los autores materiales son chicos marginales con algún tipo de organización y mucha decisión. Pero van a seguir saliendo cosas a la luz, porque los objetivos políticos se financian. Un sector de Juntos por el Cambio probablemente financia a los grupos republicanos que todos los martes hacen escraches en el Congreso. Y esos grupos republicanos, a su vez, pueden tener algún nexo con los Copitos. Se va generando un contexto”, hilvanó un funcionario de La Cámpora de llegada al círculo de confianza de la vicepresidenta, que aclaró que habló a título personal. “Escraches en la casa de Mauricio Macri nunca hubo”, abundó.
En las conversaciones del kirchnerismo de los últimos días, en tanto, aparece el nombre de Jonathan Morel, el fundador de Revolución Federal. Según difundieron algunos medios de comunicación, Morel habría recibido 1.760.000 pesos de un “fideicomiso” por trabajos de carpintería, y dijo creer que se trataba del Grupo Caputo, la constructora familiar del amigo de la infancia de Macri, Nicky Caputo, que fue vendida en 2018 a TGLT. Morel negó a La Nación que Caputo haya financiado al grupo y desde el entorno del empresario negaron conocer a Morel.
El miércoles pasado la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) denunció en la justicia federal el contenido de una transmisión vía Twitter Space de la que participaron Jonathan Morel y Ezequiel Castelli, un soldado voluntario del Ejército, ambos miembros de Revolución Federal, en la que proponían “infiltrarse” entre la multitud militante para matar a Cristina Kirchner. La información fue aportada por el titular de la central de espías, Agustín Rossi, al expediente que lleva adelante la jueza María Eugenia Capuchetti con el fiscal Carlos Rívolo.
En el expediente judicial no hay, por ahora, ninguna prueba firme de la relación de los imputados por el atentado en Recoleta con la agrupación Revolución Federal.
La visión de Cristina: cauta y expectante
Quienes trataron con Cristina Kirchner en los últimos días advierten que la vicepresidenta está, puertas adentro, más “cauta” y “expectante” que muchos dirigentes kirchneristas que esbozan teorías conspirativas. “A veces ante el silencio de Cristina muchos compañeros sobreactúan”, advirtió un funcionario de trato directo con la exmandataria. Otra persona que la vio personalmente acotó: “Lamenta que los agresores sean tan jóvenes y que tengan estas ideas en la cabeza, fruto de los mensajes de odio que diseminan la política y los medios de comunicación”.