ARGENTINA
Las ropas de una joven que esperaba para hacer el check-in del vuelo IB 4085 de Air France con destino a Lisboa, con escala previa en París, contenían 9,720 kilos de cocaína.
Muchos no supieron a qué se debían los gritos que provenían de una oficina de la terminal A del Aeropuerto Internacional de Ezeiza. Aunque quizás lo intuyeron. Era el ataque de nervios de una joven que acaba de advertir que aquello que ocultaba en su valija había sido descubierto. No estaba a la vista, pero fue develado a través de un reactivo químico: prendas de vestir impregnadas de droga. No una pequeña cantidad: casi diez kilos de cocaína.
No fue un perro rastreador el que la delató. Tampoco el dato de un “informante” o el epílogo de una investigación en marcha. Se trató de un operativo del control selectivo de pasajeros, en el que inspectores del Departamento de Narcotráfico y Delitos Conexos de la Dirección General de Aduana (DGA) realizaron tareas de “perfilación” y entrevistas aleatorias a pasajeros en el hall de partidas internacionales, según informaron fuentes de la entidad que depende de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP).
Los sabuesos de la Aduana centraron su atención en una pasajera que esperaba para hacer el check-in del vuelo IB 4085 de Air France con destino a Lisboa, la capital portuguesa, con escala previa en París.
Ante las primeras preguntas ya surgieron dudas sobre el motivo real del viaje, explicaron voceros de la DGA. Mostró confusión, dudas sobre el tiempo de vuelo, incoherencia en las respuestas. Los agentes aduaneros decidieron que era necesario revisar el equipaje de la joven.
Un oficial abrió la valija, tomó una prenda al azar y le pasó un paño con un líquido reactivo. El suéter, de color natural, se tiñó de azul. Pasó lo mismo con una musculosa blanca: otro “match” ante al narcotest específico de clorhidrato de cocaína.
Fuentes de la investigación dijeron que la joven estalló en una crisis de nervios cuando se produjo el hallazgo. Otras fuentes dijeron que varias de las prendas lucían como acartonadas, como si hubiesen estado almidonadas.
La cocaína, en este caso, no aparecía en su presentación habitual como un polvo blanco. La droga impregnaba las ropas. Según explicaron los voceros consultados, el estupefaciente es pasado a estado líquido a través de un proceso químico para poder embeber las prendas. Al llegar a destino, se revierte el estado con un proceso inverso.
En total, las ropas de la joven contenían 9,720 kilos de cocaína. El juez en lo penal económico Marcelo Aguinsky ordenó la detención de la mujer, de 30 años, que se negó a declarar y seguirá presa.
El juez ordenó tareas adicionales de investigación a la División de Investigaciones Narcotráfico Metropolitana de la DGA. Buscarán, a través de las imágenes de las cámaras de seguridad de la aeroestación, establecer con quién tomó contacto la “mula”, a los efectos de intentar descubrir quiénes fueron sus proveedores.