Redacción El País
Más de 110 millones de personas viven actualmente en situación de desplazamiento o de exilio forzado, indicó ayer la ONU en el informe anual del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

El documento, que se publica como es habitual a pocos días de la celebración del Día Mundial de los Refugiados el 20 de junio, también destaca un aumento anual sin parangón desde que ACNUR se fundó en 1951: se pasó de 89,3 millones de refugiados y desplazados a finales de 2021 a 108,4 millones a finales de 2022, 19,1 millones más.

El país del que más personas han huido a otros en el último año como refugiadas es Siria con 6,5 millones, seguido de Ucrania y de Afganistán con 5,6 millones cada uno (ACNUR llegó a contabilizar en meses anteriores hasta 8 millones de refugiados ucranianos, aunque ha corregido esta cifra recientemente a la baja).

En diálogo con El País, Juan Ignacio Mondelli, jefe de la Oficina Nacional de ACNUR en Uruguay, dice que, “naturalmente, hay un incremento del número de refugiados o de personas que califican como refugiadas, que a propósito de situaciones o crisis como la de Ucrania, dispararon el número”.

“Hay una tendencia creciente también sobre los distintos países de la región, en relación, por ejemplo, al incremento del número de nuevas solicitudes de asilo”, destaca Mondelli.

En el caso de las Américas, las solicitudes se presentaron principalmente en los Estados Unidos. En el reporte se habla de 734.000 nuevas solicitudes; le sigue Costa Rica con 129.500 y México con 118.800. “Dentro de los países que mayor número de solicitudes ha recibido a nivel mundial, tres son en la región”, puntualiza Mondelli.

Esto se puede atribuir, por ejemplo, a la situación en Nicaragua, “que ha producido un impacto en Costa Rica como país fronterizo”, dice el especialista. México, en tanto, recibe personas “que quieren buscar protección, que vienen principalmente de países de Centroamérica”, apunta, pero también de otras regiones.

En suma, en la región hay “un aumento en el número de solicitudes (de refugio), y ese incremento en relación al número de refugiados tiene que ver con las nuevas situaciones humanitarias y con el agravamiento de las prevalecientes”, explica Mondelli.

En concreto, en el continente americano en particular, el flujo de refugiados y personas que requieren protección internacional aumentó un 17% en 2022 frente al año anterior, lo que colocó su cifra total en 6 millones de personas, la mayoría de ellas de origen venezolano, precisa el estudio.

No obstante, el considerable incremento no se debe a un mayor éxodo de venezolanos, sino a la puesta al día de las estimaciones de desplazados internos en Colombia y en Perú, que aumentaron en 611.000 y 178.000 personas, respectivamente.

Colombia es el país del continente que acoge al mayor número de refugiados o extranjeros que deben ser protegidos, con 2,5 millones de personas en tales situaciones. Le siguen Perú (976.400) y Ecuador (555.400), según los datos del organismo.

Mondelli explica que el alza en esas cifras, concretamente en Colombia, Ecuador y Perú, se debe también a una actualización respecto a lo que el informe llama “personas que requieren protección internacional”.

“Nosotros nos manejamos con información oficial de los gobiernos, aún cuando estas personas no son reconocidas como refugiadas o como solicitantes de asilo, pero que permanecen en el territorio con algún tipo de estatuto legal. Por ejemplo, como residentes, o en el caso de Colombia, con lo que se llama ‘estatuto temporal de protección’. Eso hace que el recálculo de las cifras dé lugar a ese incremento”, explica.

En caso de Uruguay, el número de refugiados actualmente es de 16.500. A junio de 2022, Uruguay albergaba a 14.138. Sobre esto, Mondelli sostiene que “hay una tendencia incrementándose, y las principales nacionalidades (que solicitan asilo) son Cuba, Venezuela y República Dominicana”.

“Lo que también se está viendo es que frecuentemente llegan al país personas a través de redes de tráfico. En el caso de Cuba, por ejemplo, vienen por Guyana, Surinam y Brasil, y como no reúnen los requisitos normalmente exigidos por la legislación migratoria, optan por solicitar asilo como una forma de ingresar al territorio, para obtener una cédula de identidad y que su caso sea resuelto”, ejemplifica.

En ese sentido, Mondelli señala que hay “un número creciente” de personas cubanas que solicitan asilo. “También tenemos algunas personas venezolanas que vienen de otros países de la región; como parte de lo que nosotros llamamos movimientos sucesivos”, apunta. Esto refiere a personas que han vivido “dos, tres, cuatro años en Colombia, Ecuador o Perú y han tenido distintas dificultades -ya sea para regularizar a su situación legal, o han sufrido discriminación o xenofobia, o bien no han podido encontrar medios de vida y han seguido su camino hacia el sur-. En ese camino es que algunos tratan de llegar a Chile, otros a Argentina y algunos pocos vienen también a Uruguay”, concluye el experto.