REINO UNIDO
Isabel II no asistió a la misa en su honor y tampoco estará este sábado en el hipódromo para presenciar la carrera de Epsom Derby.
Dos hechos marcaron el segundo día del Jubileo de la reina Isabel II: la confirmación de que la monarca no estará hoy en el sábado al hipódromo para presenciar la carrera de Epsom Derby, y la reaparición en eventos oficiales del príncipe Enrique y su esposa Meghan.
La carrera de Epsom Derby era uno de los actos previstos en el calendario de festejos para celebrar -desde el jueves y hasta mañana domingo- los 70 años en el trono de Isabel II, de 96 años.
La reina seguirá el evento hípico por televisión desde su residencia en el castillo de Windsor, en el condado de Berkshire, debido a los problemas de movilidad que sufre últimamente.
La reina sufrió, según reveló un portavoz real, “ciertas molestias” al término del desfile militar “Trooping the colour” celebrado el jueves.
Isabel II tampoco asistió ayer viernes al servicio religioso de Acción de Gracias que se celebró en la Catedral de San Pablo, en Londres, aunque estuvo saludando desde el balcón del palacio de Buckingham y presenció el vuelo rasante de aviones militares en su honor y participó también en la noche del jueves de la iluminación de las balizas del Castillo de Windsor.
La duquesa de Cambridge, Catalina, indicó ayer viernes, durante una recepción en Londres, que la monarca se lo había pasado “de maravilla” en los actos celebrados el jueves si bien el día le resultó “muy cansado”, según medios británicos.
Los compromisos oficiales públicos de Isabel II se han limitado al máximo en los últimos meses a causa de su avanzada edad.
Ayer fue su primogénito y heredero al trono británico, Carlos de Inglaterra, quien representó a su madre durante la ceremonia religiosa en San Pablo, un tributo al servicio público desempeñado durante siete décadas por la reina.
Jefa de la Iglesia de Inglaterra y muy religiosa, la monarca decidió no acudir al acto debido al largo trayecto desde el castillo de Windsor hasta la catedral de San Pablo en Londres y “la actividad necesaria para participar en la misa”, explicó la casa real.
Tampoco acudió, por haber contraído el covid-19, el príncipe Andrés, de 62 años, considerado “hijo predilecto” de la monarca pero alejado de la vida pública por acusaciones de agresión sexual a una menor.
Enrique y Maghan
Los que acapararon toda la atención en la misa fueron Enrique y Meghan. Fue la primera aparición en público del matrimonio desde hace dos años en el Reino Unido.
Bajo el resonar de las campanas de la catedral, Enrique, de 37 años, llegó vestido de chaqué y corbata gris, luciendo todas sus condecoraciones.
Sonriente pero tensa, Meghan, de 40 años, vestía elegantísima con trench y falda color “greige” -entre gris y beige- de la marca Dior Alta Costura, y pamela, guantes y zapatos a juego.
La multitud los recibió con una mezcla de ovaciones y abucheos, ilustrando las opiniones encontradas que despiertan en el Reino Unido.
Enrique y Meghan sacudieron a la monarquía cuando en 2020 decidieron irse a vivir a California, desde donde criticaron a la familia real, llegando a acusar de racismo a uno de sus miembros, que no nombraron.
Desde entonces han visto a la reina poco y en privado y su hija menor, Lilibet, que el sábado cumple un año, no conocía hasta ahora a su bisabuela.
Viajaron a Londres para las fiestas del jubileo, pero el jueves se habían mantenido alejados de la prensa, por cuya presión afirmaron haber abandonado el Reino Unido.
En el interior de la majestuosa catedral anglicana, asistieron al servicio unas 2.000 personas.
Entre las numerosas intervenciones, el arzobispo de York, Stephen Cottrell, se dirigió a la reina, asumiendo que vería la misa por televisión, y bromenado con su pasión por los caballos le agradeció que siguiera “sobre la silla de montar”.
Plata, oro y diamante, los tres jubileos anteriores de Isabel II
En el trono desde 1952, Isabel II es la primera monarca británica que celebra un jubileo de platino y la segunda en celebrar jubileos de plata, oro y diamante, celebraciones que reflejaron los cambios de la sociedad británica.
En 1977, para el jubileo de plata, un millón de personas se congregó en el centro de Londres para presenciar un desfile de carruajes con la monarca. Se acuñaron nuevas monedas de 25 peniques y la nueva línea del metro de Londres fue bautizada Jubilee Line. “Estos 25 años han supuesto un gran cambio para Gran Bretaña”, dijo Isabel II en un discurso ante el Parlamento. “Hemos dejado de ser una potencia imperial y estamos asumiendo lo que esto significa para nosotros mismos y para nuestras relaciones con el resto del mundo”, subrayó. Señaló asimismo que la adhesión británica a la Comunidad Europea, precursora de la Unión Europea, había sido “una de las decisiones más importantes” de su reinado.
El jubileo de oro en 2002 estuvo precedido por una década marcada por los divorcios de los hijos de la reina, un incendio en el castillo de Windsor y la muerte de la princesa Diana.
Todo esto, y una caída en la popularidad de la familia real, hicieron prever que el evento sería un fracaso, pero no fue así. La reina perdió a su hermana, Margarita, en febrero, y a su madre, de 101 años, en marzo, lo que provocó una simpatía generalizada. “Han sido 50 años muy notables”, dijo la reina en un discurso. “Ha habido altibajos, pero cualquiera que recuerde cómo eran las cosas después de esos seis largos años de guerra, aprecia los inmensos cambios que se han logrado desde entonces”.
El jubileo de diamante en 2012 formó parte de un verano dorado para el Reino Unido, que también acogió los Juegos Olímpicos de Londres.