Investigadores científicos recrearon el rostro de una mujer neandertal que vivió hace 75.000 años

Tras reunir miles de fragmentos óseos, arqueólogos y restauradores reconstruyeron el cráneo encontrado en 2018 en una cueva del Kurdistán iraquí, adonde iba esta especie para enterrar a sus muertos.

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Cambridge: Emma Pomeroy, paleoantropóloga, junto al rostro
Cambridge: Emma Pomeroy, paleoantropóloga, junto al rostro
Foto: AFP

AFP
Un equipo de arqueólogos británicos desveló ayer jueves el rostro reconstruido de una mujer neandertal de 75.000 años de antigüedad, un trabajo que cuestiona lo que sabíamos sobre esta especie a menudo considerada como tosca y muy poco desarrollada.

Un documental difundido en Netflix y producido por la BBC narra su periplo, desde el descubrimiento de un cráneo en el Kurdistán iraquí hasta esta reconstrucción.

Todo comenzó en 2018, cuando arqueólogos de la Universidad de Cambridge descubrieron el cráneo de un neandertal al que bautizaron Shanidar Z, en honor a la cueva donde lo encontraron y que llevaba 50 años cerrada a los científicos por motivos políticos.

Las observaciones permiten concluir que se trataba de una mujer, de unos 40 años en el momento de su muerte. La parte inferior del esqueleto ya había sido excavada en 1960, junto con los restos de al menos diez neandertales, por el arqueólogo estadounidense Ralph Solecki.

El descubrimiento del cráneo de Shanidar Z, seguramente aplastado por la caída de una piedra poco después de su muerte, supuso una auténtica sorpresa para los investigadores. El equipo “no esperaba encontrar más neandertales” en la cueva, declaró a la AFP el profesor Graeme Barker, del Instituto McDonald de Investigación Arqueológica de Cambridge. “Queríamos intentar datar los enterramientos (...) con el fin de poder utilizar el yacimiento (de Shanidar) para contribuir al amplio debate sobre las razones de la desaparición de los neandertales”, que convivieron con el Homo Sapiens durante unos miles de años antes de extinguirse hace unos 40.000 años.

Shanidar Z formaba parte de un grupo de cinco especímenes hallados justo detrás de una enorme roca vertical en el centro de la cueva, que pudo servir de indicador para que los neandertales enterraran a sus muertos en el mismo lugar.

La colocación de los restos de los cuerpos encontrados, en la misma posición y mirando en la misma dirección, podría significar que los neandertales tenían una “tradición” en torno a la muerte y que hubo “una transmisión de conocimientos entre generaciones”, explica Chris Hunt, profesor en la Universidad John Moores de Liverpool, que participó en la investigación. Este “comportamiento intencionado (...) no se parece a lo que cuentan los libros de texto sobre los neandertales, que describen una vida brutal y corta”, añade.

Los huesos y sedimentos circundantes tuvieron que ser reforzados in situ con un consolidante similar al pegamento antes de poder extraerlos en numerosos trozos pequeños envueltos en papel de aluminio. Los más de 200 fragmentos del cráneo se ensamblaron en un laboratorio de Cambridge.

Aunque los cráneos de los neandertales eran muy diferentes de los de los humanos, “con enormes arcos superciliares y prácticamente sin barbilla”, el rostro recreado “sugiere que estas diferencias no eran tan pronunciadas”, dice Emma Pomeroy, paleoantropóloga de la Universidad de Cambridge

Esto, en su opinión, permite ver “cómo se produjeron los cruces entre especies, dado que casi todas las personas que viven hoy en día siguen teniendo ADN neandertal”.

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