AFGANISTÁN
Tiene unos 2.000 combatientes sunitas de línea dura. El grupo ha atacado sobre todo a musulmanes que considera herejes, en particular a los chiitas.
Los atentados de ayer jueves en el aeropuerto de Kabul fueron reivindicado por la rama afgana del Estado Islámico (ISIS), que se autodenomina Estado de Khorasán (ISIS-K), enemigos a muerte de los talibanes.
El ISIS se hizo fuerte en Afganistán en 2015 y creó su principal bastión en Nangarhar, zona fronteriza con Pakistán y clave en las comunicaciones entre los dos países.
Este subproducto del ISIS, compuesto en gran parte por antiguos talibanes, anunció su expansión en la región de Khorasán, que históricamente comprende zonas del actual Irán, Asia Central, Afganistán y Pakistán, y empezó a perpetrar ataques contra civiles, así como contra las fuerzas estadounidenses, afganas y pakistaníes.
Al igual que en Oriente Medio y en África, el ISIS no respeta las delimitaciones ni denominaciones de los países, y busca conquistar y expandirse en territorios más allá de las fronteras nacionales.
Sin embargo, a diferencia de las otras ramas del ISIS, especialmente las de Oriente Medio y las de África, estas últimas cada vez más activas, el grupo de Khorasán ha sido menos visible a nivel mediático.
Activo y peligroso.
Las fuerzas estadounidenses y afganas han conducido numerosas operaciones contra el ISIS-K e incluso acabaron con la vida de su líder en julio de 2016, mientras que en junio de 2017 Estados Unidos lanzó “la madre de todas las bombas” contra el bastión del grupo terrorista en Nangarhar.
También los talibanes han participado en operaciones contra el Estado de Khorasán, que casi llegó a ser erradicado en 2019, según un reciente informe del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Sin embargo, la ONU ha alertado este año que desde junio de 2020, su nuevo líder, Shahab al Muhajir, “permanece activo y es peligroso”, capaz de “reclutar talibanes descontentos y otros militantes para engrosar sus filas”.
Según la ONU, el ISIS-Khorasan cuenta con entre 1.500 y 2.200 combatientes, principalmente en las provincias de Nangarhar y Kunar.
Las pérdidas territoriales y humanas del grupo durante las campañas militares en su contra han obligado a la organización a “descentralizarse” en pequeñas células que actúan de manera independiente en Agfanistán.
Según un informe del Center for Strategic and International Studies (CSIC), el primer emir fue un ciudadano de Pakistán, Hafiz Saeed Khan, un comandante veterano de los talibanes pakistaníes que operan mayoritariamente en la frontera con Afganistán.
Él y unos cabecillas desertores de los talibanes fueron el núcleo del Estado de Khorasán y en 2014 juraron lealtad al difunto líder del ISIS, Abu Baker al Baghdadi, y empezaron a recibir el apoyo de la organización central desde Irak y Siria.
De hecho, desde la derrota territorial del ISIS y el colapso en 2018 del “califato”, el grupo otorgó más importancia a Afganistán hasta considerar convertirlo en “la base para su califato global”, según el estudio del CSIC.
Desde 2015, el ISIS-K ha reivindicado alrededor de 100 ataques contra civiles en Afganistán y Pakistán -masacró civiles en ambos países en mezquitas, santuarios, plazas y hospitales- y ha protagonizado unos 250 enfrentamientos con fuerzas locales, con los talibanes y con tropas de Estados Unidos.
El grupo, sunita extremista, ha atacado sobre todo a musulmanes que considera herejes, en particular a los chiitas.
En agosto de 2019, reivindicó un atentado contra los chiitas en una boda en Kabul, en la que murieron 91 personas.
Además, se sospecha que perpetró en mayo de 2020 en Kabul un ataque que estremeció al mundo. Hombres armados abrieron fuego en la maternidad de un barrio mayoritariamente chiita, donde mataron a 25 personas, entre ellas 16 madres y recién nacidos.
En las provincias en las que se implantó, su presencia dejó profundas huellas. Sus hombres mataron a tiros, decapitaron, torturaron y aterrorizaron a los aldeanos y dejaron minas por todas partes.
¿Cuál es la relación del ISIS-K con los talibanes? Aunque ambos grupos son militantes islámicos sunitas de línea dura, también son rivales y difieren en detalles sobre religión y estrategia, y cada uno dice ser el verdadero estandarte de la yihad.
En una muestra de su enemistad, los comunicados del ISIS se refieren a los talibanes como apóstatas.
¿Cómo recibió el ISIS la victoria talibana? Nada bien. El ISIS fue muy crítico con el acuerdo del año pasado entre Estados Unidos y los talibanes que condujo a un pacto para la retirada de las tropas extranjeras, acusándolos de abandonar la causa yihadista.
Tras la rápida toma de Afganistán por los talibanes, varios grupos yihadistas en el mundo los felicitaron, pero no el ISIS.
Un comentario del ISIS publicado tras la caída de Kabul acusó a los talibanes de traicionar a los yihadistas y prometió continuar su lucha, según el SITE Intelligence Group, que monitorea las comunicaciones de grupos militantes. (Con información de AFP y EFE)
Estrategia.
Estados Unidos y otros países occidentales alertaron que el aeropuerto de Kabul, con miles de soldados norteamericanos rodeados por multitudes de afganos desesperados, estaba amenazado por el ISIS-K. Varios analistas, entre ellos ExTrac, un grupo privado especializado en tratar datos de grupos yihadistas, apunta que el ISIS-K detuvo su actividad hace 12 días. Las filiales del ISIS suelen desaparecer del mapa cuando activan el “modo supervivencia” o cuando preparan un ataque de envergadura, explicó el grupo en Twitter.
La unidad “Badri 313” , la fuerza de elite talibán
La unidad “Badri 313” es el cuerpo militar de elite del nuevo régimen en Afganistán. En imágenes difundidas en las redes sociales por los islamistas se ven a soldados con un equipo completo de alto nivel: armas de guerra, casco y chaleco antibalas, pasamontañas, gafas de visión nocturna y radio táctica. Su nombre viene de la batalla de Badr, hace 1.400 años, durante la cual el profeta venció con solo 313 soldados. Aunque probablemente no sea equivalente a las fuerzas especiales occidentales, sus miembros son “más eficaces que los ‘talibanes estándar’ y seguramente más que las tropas del ejército nacional afgano estas últimas semanas”, explica con ironía un experto en armamento, que se hace llamar Calibre Obscura en Twitter.