Luis De La Vega - El País de Madrid
Israel ha pisado el acelerador en las últimas horas centrando todos sus esfuerzos militares en el frente norte en medio de una espiral de violencia sin precedentes recientes que dejó el lunes 558 muertos en Líbano, según la última actualización de las autoridades libanesas. En lo que aparentemente supone el salto a un nuevo estadio bélico, Gobierno y ejército se han mostrado decididos a destruir la infraestructura de Hezbolá y a cercar a su jefe, Hasan Nasralá, al que ven cada vez más aislado según van asesinando a sus lugartenientes. Al mismo tiempo, el Estado judío mantiene a miles de militares listos ante una posible invasión terrestre del país vecino. Los últimos movimientos israelíes revelan que el ejército ha decidido adoptar con la población civil libanesa la misma estrategia desarrollada en Gaza desde que comenzó la contienda el pasado 7 de octubre. Mediante avisos telefónicos, lanzamientos de panfletos, medios de comunicación y redes sociales, se les insta a que abandonen sus lugares de residencia, algo que este lunes hicieron miles de familias para no ser consideradas objetivos de las bombas. El Gobierno libanés ha anunciado un plan de emergencia para prestarles atención.
Mientras no haya un acuerdo de alto el fuego, y no se atisba, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI, según sus siglas en inglés) buscan a toda costa hacer retroceder a los efectivos del partido-milicia chií que se encuentran desplegados más cerca de territorio israelí. El objetivo, para el que llevan semanas reforzando con tropas llegadas desde Gaza el frente norte, es doble. Por un lado, que tengan más complicado atacar las comunidades más septentrionales de Israel. Por otro, impedir que puedan llevar a cabo escaramuzas terrestres o, incluso, una invasión similar a la que Hamás logró el 7 de octubre desde Gaza.
Así lo explica el teniente coronel Yarden (prefiere que no se publique su apellido) durante una conversación online con varios periodistas en la noche del domingo desde su puesto en la frontera. A esa hora, los aviones de combate israelíes se disponían a emprender la mayor ofensiva de la presente contienda sobre su vecino del norte. Israel está mostrando especialmente su músculo desde el aire, pero advierte este militar de que están en condiciones de emprender una invasión por tierra de inmediato.
“Tenemos varias divisiones ofensivas, altamente entrenadas y altamente motivadas que están listas, dispuestas y capacitadas para llevar a cabo esa misión”, afirma, aunque reconoce que es el Gobierno el que debe dar el visto bueno definitivo. El primer ministro, Benjamín Netanyahu, puede ordenarlo en cualquier momento.
El latigazo asestado desde el aire este lunes supone la antesala de una nueva etapa de la contienda, ha afirmado el jefe de las Fuerzas Armadas de Israel, el general Herzi Halevi, añadiendo que ofrecerá pronto más detalles al respecto. “Estamos atacando objetivos y preparándonos para las próximas fases”, dijo en referencia a los bombardeos para tratar de acabar con la infraestructura lograda por Hezbolá en las dos últimas décadas, tras la última gran guerra, la del verano de 2006. La antesala ha sido una semana previa de ataques con decenas de muertos tras la explosión de cientos de sistemas personales de comunicación de Hezbolá (buscas y walkie-talkies), atribuidos a los servicios secretos de Israel, y un ataque desde al aire contra un número dos de la milicia.
“Durante el último día, hemos estado demoliendo lo que Hezbolá ha estado construyendo durante los últimos 20 años. Nasralá permanece solo en la cúpula. Unidades enteras de Radwan (las fuerzas especiales de la milicia) fueron apartadas de la batalla y decenas de miles de cohetes han sido destruidos”, detalló por su parte el ministro de Defensa, Yoav Gallant.
Mientras, en los montes fronterizos las fuerzas militares se preparan ante la posible orden de asalto por tierra. “Disponemos de muchas tropas concentradas en la frontera, listas para que el Gobierno tome una decisión sobre si necesitamos lanzar una gran operación terrestre”, reconoce el teniente coronel ante los reporteros. A lo largo del último mes, detalla, una parte importante de las tropas que se encontraban desplegadas en Gaza han sido desplazadas hacia el norte ante el aumento de la tensión y la eventual orden de invadir, que llegaría del estamento político, no militar.
“Si durante el apogeo de los combates en la Franja había cinco divisiones operando allí, hoy solo hay dos divisiones en el sur. Esas otras tres divisiones no se han evaporado. Están entrenando, descansando y preparándose para cualquier misión que el Gobierno pida al ejército ejecutar en el escenario del norte”, añade sin querer ofrecer detalles, pero esas tres divisiones no son menos de 15.000 efectivos.
Sin necesidad de esa incursión, las víctimas se han disparado en las últimas horas en Líbano con los bombardeos aéreos. Solo a lo largo del lunes los muertos ascendieron a más de 490, decenas de ellos mujeres y menores, y más de 1.600 heridos en diferentes regiones del país. Ha sido la jornada más mortífera en el país árabe desde el fin de la guerra civil en 1990.
Hezbolá, por su parte, no cuenta con fuerza aérea, pero ha lanzado decenas de misiles en un intento de demostrar que siguen disponiendo de arsenal para inquietar al enemigo. Por vez primera en la presente contienda, algunos de ellos impactaron el lunes en Cisjordania tras volar más de un centenar de kilómetros sin ser interceptados. En Israel no se informó de víctimas mortales. La bahía de Haifa, a una treintena de kilómetros de la frontera, se iluminaba al caer la noche del lunes en medio de la constante actividad del sistema antiaéreo israelí ante el lanzamiento de proyectiles por parte de la milicia chií libanesa.
Ante la inminencia de la tormenta de bombas, el lunes amaneció con avisos a la población civil libanesa por parte del ejército israelí para que se alejara de milicianos, instalaciones o cualquier otro lugar susceptible de estar en manos de Hezbolá. Miles de familias han formado largas caravanas escapando de las bombas mientras las autoridades de Beirut anunciaban un plan nacional de emergencia para poder hacer frente a esos desplazados.
En las últimas horas, Israel ha mostrado lo que considera pruebas, algunas con vídeos, de que la milicia emplea infraestructura civil para llevar a cabo ataques y mantiene como rehén a la población. El propio Benjamín Netanyahu lo advirtió en un mensaje que les dirigió en la tarde del lunes en el que incidía en que el pueblo libanés, pese a las cifras de muertos del lunes, no es el objetivo.
“Hay unos 100.000 libaneses que han huido [del entorno de la frontera con Israel] porque Hezbolá utiliza sus aldeas, incluidas mezquitas, hospitales, clínicas o escuelas como lugares para lanzar cohetes y misiles contra civiles israelíes”, entiende el teniente coronel, convencido de que los milicianos mantienen al país “secuestrado”. Está además convencido de que “planeaban invadir el norte de Israel” con “sus fuerzas de élite”, asegura este veterano reservista que lleva desplegado desde el comienzo de la guerra en el sector más próximo a la costa mediterránea de la frontera libanesa, uno de los lugares donde la tensión se ha disparado estos días.
En el lado israelí son unos 60.000 los evacuados por la contienda. “Estamos comprometidos a traer a nuestros ciudadanos de regreso a sus hogares. Y eso va a suceder cuando haya un acuerdo. Ese acuerdo puede suceder ahora o podría suceder después de una operación terrestre importante”, explica Yarden. Y advierte: “Hemos visto el tipo de destrucción y daño que han tenido lugar en la franja de Gaza; espero que el pueblo libanés lo tenga en cuenta”. El militar resume así la coyuntura actual: “Hay muchos menos combates en Gaza”, donde lo que queda “en su mayor parte es una especie de guerra de guerrillas. Hay una gran cantidad de fuerzas están en el norte, conmigo, orientados hacia el Líbano”, concluye.
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