TENSIÓN EN VENEZUELA
El líder opositor regresó ayer a Caracas decidido a renovar la movilización callejera contra el régimen de Nicolás Maduro, tras una exitosa gira por Europa y Estados Unidos.
Golpes, empujones, insultos, robos… No faltó nada ayer martes en el aeropuerto de Caracas durante el regreso del líder opositor Juan Guaidó luego de una gira por Europa y Estados Unidos. El propio Guaidó y su esposa Fabiana Rosales fueron testigos de esta violencia en medio de enfrentamientos entre partidarios del régimen de Nicolás Maduro y opositores que fueron al aeropuerto.
Apenas Guaidó y su esposa salieron de la terminal aérea, cerca de 200 personas les lanzaron puñetazos, pero sin alcanzarlos. Varios diputados opositores y periodistas sí fueron agredidos y robados por el grupo chavista frente a decenas de agentes militares y de la Policía, que no impidieron estos actos.
Medios locales mostraron escenas de simpatizantes del régimen de Maduro dando golpes y empujones a algunos reporteros y opositores dentro y fuera de la terminal.
El líder opositor abordó una camioneta rumbo a la capital venezolana, a unos 45 minutos por carretera del aeropuerto de Maiquetía, que sirve a Caracas.
“Ya estamos en Caracas. Traigo el compromiso del mundo libre, dispuesto a ayudarnos a recuperar la Democracia y la Libertad. Empieza un nuevo momento que no admitirá retrocesos y que nos necesita a todos haciendo lo que nos toca hacer. Llegó el momento”, escribió Guaidó en Twitter al aterrizar en Caracas.
“Hoy más que nunca serán necesarias la unidad, la confianza y la disciplina política. Atentos a los nuevos anuncios”, agregó Guaidó, presidente del Parlamento y reconocido como mandatario encargado de Venezuela por medio centenar de países encabezados por Estados Unidos.
En un vuelo comercial de la aerolínea TAP, proveniente de Lisboa, Guaidó retornó después de violar por segunda vez una prohibición de salida del país.
Guaidó enfrenta varias causas judiciales en Venezuela. Estados Unidos, su principal aliado, ha advertido al régimen de Maduro que cualquier acción contra él tendrá consecuencias.
“¡Guaidó, fascista!”, gritaron funcionarios de la aerolínea estatal venezolana Conviasa, sancionada por Estados Unidos, tras irrumpir en el área en la que diputados y periodistas lo esperaban. Aguardaban por él, igualmente, miembros del cuerpo diplomático.
“Estos señores no son pueblo, son unos esbirros que han puesto aquí para hacerle una emboscada a los diputados”, dijo a periodistas la diputada opositora Nora Bracho. “El verdadero pueblo reclama un cambio para Venezuela”, añadió antes de aseverar que quienes rechazaron ayer a Guaidó eran “gente pagada por el oficialismo y por Maduro”.
La gira de Guaidó comenzó el pasado 19 de enero. Visitó Colombia, Suiza, Francia, España, Inglaterra, Canadá y Estados Unidos, donde fue recibido por el presidente Donald Trump, quien le prometió “aplastar la tiranía” de Maduro.
Además de los apoyos en el exterior, la gira le ha permitido a Guaidó reencontrarse con parte de los venezolanos que emigraron en los últimos años huyendo de la severa crisis que atraviesa el país con las mayores reservas probadas de petróleo en el planeta.
La primera parada fue Bogotá, donde fue recibido con honores de jefe de Estado por parte del presidente colombiano, Iván Duque. En Bogotá, Guaidó sostuvo una reunión con el secretario de Estado, Mike Pompeo, quien le brindó de nuevo el respaldo de la administración de Donald Trump.
La gira siguió luego en Europa, donde sostuvo reuniones con el primer ministro británico, Boris Johnson, en Londres, y con el presidente francés, Emmanuel Macron, en París.
También estuvo en Bruselas, donde se reunió con varios miembros de los grupos políticos de la Eurocámara y los vicepresidentes de la Comisión Europea. Además, se presentó en el Foro Económico de Davos, donde pidió a los asistentes no abandonaran a Venezuela y prestaran apoyos en una eventual transición.
La última parada europea fue España, donde sostuvo una reunión con la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya. La funcionaria le trasladó a Guaidó el “pleno respaldo del Gobierno español” del socialista Pedro Sánchez.
Tras la gira europea, Guaidó se reunió en Canadá con el primer ministro, Justin Trudeau.
Pero una declaración de Guaidó en la que señaló como “positivos” los contactos que Canadá mantiene con Cuba para resolver la crisis venezolana generó críticas en sectores de la oposición venezolana en Miami.
“El régimen cubano también es responsable de la crisis en Venezuela. Hemos denunciado su injerencia permanente en el Estado y la Fuerza Armada venezolana”, dijo horas después en un intento por atajar las críticas.
En Miami, Guaidó realizó un acto multitudinario en el que prometió que “va a echar el resto” para que su país vuelva a ser libre y democrático. Una declaración que solo puede tener una lectura: sacar a Maduro.
El punto culminante de la gira fue la visita a Washington, en la que Guaidó fue uno de los invitados de honor del presidente Donald Trump durante el discurso del estado de la Unión el pasado 4 de febrero. También se reunió con Trump en la Casa Blanca, aunque no se conoció el grueso de los detalles de este encuentro.
Se reunió, además, con la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, la demócrata de mayor rango en Washington, y de nuevo con Pompeo.
También tuvo ocasión de reunirse con el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, así como con el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Luis Alberto Moreno y representantes de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid).
Maduro ha anunciado elecciones este año, pero todavía no hay fecha y mucho menos bajo qué condiciones se realizarían.
Represión creciente contra la oposición
El cardenal venezolano Baltasar Porras denunció ayer martes la represión creciente contra la población de Venezuela, con un aumento del deterioro de la vida social en el país.
“Una salida racional es la que en el fondo siempre hemos estado buscando desde la Iglesia. Cualquier salida que sea de tipo bélico, de confrontación, de eliminarnos los unos a los otros, lo que deja son heridas que no se curan y eso no es una solución”, afirmó en una entrevista con EFE en Madrid.
Porras (Caracas, 1944), arzobispo de Mérida y administrador apostólico de Caracas, constató “el deterioro creciente de la vida social en Venezuela” y el “abuso de la fuerza pública”, con una “represión creciente en la población” por parte del régimen de Nicolás Maduro.
El cardenal venezolano, muy crítico con la situación que vive su país, insiste en la necesidad del diálogo y la mediación para “buscar una solución que tiene que ser consensuada”.
La Conferencia Episcopal Venezolana consideró en enero del año pasado que el nuevo mandato de seis años que Maduro comenzó entonces no tenía legitimidad y “carece de sustento democrático”, lo que empeoró aún más la relación entre el Gobierno y la Iglesia.
Sin embargo, el cardenal considera que intentos como el del expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero, que ha ejercido como mediador ante Maduro, o los de algunos grupos minoritarios de la oposición “no generan confianza” y reconoce que la experiencia de diálogo entre Gobierno y oposición de los últimos 20 años “ha sido frustrante”.
“Hay una falta enorme de credibilidad o de confianza en este tipo de cosas, si no se hace de una forma más transparente”, aunque explica que no hay que televisar las conversaciones.
Venezuela vive desde hace años una grave crisis política y económica, con un enfrentamiento entre el régimen de Maduro y la oposición política, encabezada por el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, reconocido como presidente encargado de Venezuela por más de cincuenta países.