ENTREVISTA
"No pedimos sublevación de las Fuerzas Armadas, sino que acuerden el apoyo a elección libre”, dijo el líder reconocido como presidente venezolano por la mayoría de los países.
-¿Me puede definir este 2019 en una palabra?
-Lucha, insurgencia podríamos decir. Veníamos de un 2018 inexistente e insurgió un movimiento que pone en jaque en repetidas ocasiones a una dictadura.
-Mucha gente siente que también ha sido un fracaso.
-Frustración no es lo mismo que resignación.
-¿Qué puede hacer después de un año de muchas promesas y pocos resultados?
-De nuevo, si medimos el resultado en que Maduro está en la silla de Miraflores ejerciendo como dictador, es injusto. La esperanza del cambio se mantiene. Hoy ya es mi quinto día de reuniones con sectores empresariales, magisteriales, enfermeras, estudiantes universitarios. Es decir, no solo vamos a articular el sector político, vamos a articular todo el país, hace un año no teníamos esa oportunidad. Maduro está en Miraflores y yo estoy libre a pesar de que soy una cantidad de cosas inmencionables. Si la variable es que Maduro sigue en Miraflores, ni discutamos, no hay ni siquiera debate.
-¿En qué se ha equivocado?
-Probablemente subestimamos la capacidad de hacer daño de la dictadura. Creo que faltó el factor Fuerzas Armadas. No ha sido suficiente para lograr vencer el miedo, no solamente de la población sino de la coalición dominante, del círculo interno de la dictadura que se pudiera creer que por momentos están dispuestos a una salida negociada, como en el caso de la mediación de Noruega. Intentamos atraer una transición con factores de poder, en el caso de las Fuerzas Armadas, el 30 de abril, que más allá del hecho fue insuficiente para lograr generar la transición. Hoy vivimos una dictadura que escala niveles indescifrables. Todos los indicadores son de guerra. En Venezuela no hubo bombas, pero se escucha el llanto.
-Este análisis tan duro lo han repetido en 2014, en 2017. ¿Pensó que Maduro realmente tenía menos poder del que realmente tiene?
-Pensamos que podrían haberlo abandonado más rápido. El quebrantamiento de la coalición dominante no ha sido tampoco menor: la fiscal Luisa Ortega, Rafael Ramírez, Hugo Carvajal, Cristopher Figuera, los militares de la Carlota... Seis mil hombres desertaron de las Fuerzas Armadas y lo que hicieron hace unos días fue formalizar que se fueron. El resquebrajamiento de la coalición dominante ha sido mucho más lento de lo que quisiéramos, el reto es ver cómo generamos la presión suficiente para la transición a la democracia en Venezuela. Hay que alinear todas las variables simultáneamente: la presión social, el forzar definiciones, extender los puentes con los que pudieran dar un paso y extender alternativas, incluso al dictador.
-A nadie le ha sorprendido que el chavismo haya jugado al desgaste. Pero tampoco parece sorprender que la oposición se haya vuelto a resquebrajar. ¿Por qué han vuelto a caer en los mismos errores?
-Creo que es dura la apreciación de que se resquebraja la unidad. Se mantiene la mayoría del Parlamento a pesar de que 31 diputados están fuera, uno preso y 30 en el exilio. La dictadura ha buscado sistemáticamente destruirnos, no solo moralmente, sino físicamente. Hay otro espectro de la oposición, no voy a hacer referencia de si son mayoritarios o minoritarios, que están ahora en una supuesta mesa de diálogo. Y luego está el espectro de María Corina Machado, importantísima, con una muy buena voz a nivel internacional, que opta más por una opción de fuerza. El reto va a ser cómo alineamos todos estos grupos.
-La situación en algunos países de América Latina que son aliados, como Colombia o Chile, es convulsa; Macri ya no está en el poder en Argentina. ¿Cómo siente el apoyo de la comunidad internacional?
-Lo primero es que hay un gran resentimiento con la dictadura de Maduro por financiar grupos y células violentas en algunos países. La preocupación por Venezuela es mayor.
-La preocupación puede ser mayor, pero la atención es indudablemente menor.
-Creo que es un escenario mucho más adverso para él. Lo que sucedió en Bolivia no estaba en las cuentas de, probablemente, muchos; Uruguay, con Lacalle Pou; El Salvador, Guatemala, con la llegada del presidente Giammattei…
-Pero está Argentina, que ha recibido a un ministro (Jorge Rodríguez) en su toma de posesión; México, que no lo ha reconocido como presidente; en la Asamblea de Naciones Unidas quien habló en nombre de Venezuela fue Delcy Rodríguez. Esta semana, el canciller Jorge Arreaza se ha reunido con un secretario de Estado español. ¿Qué le dice todo eso?
-Vamos a lo práctico. Ellos necesitan de dinero y no van a recibirlo de ninguno de esos países que acaba de nombrar. Ellos necesitan esas fotos, pero el hecho es que no fue Maduro, fueron emisarios. Está solo y desesperado, está buscando alguna foto así sea con un ministro.
-¿Qué posibilidades hay de que a partir del 5 de enero no siga siendo presidente de la Asamblea Nacional?
-Bueno, hay una posibilidad. Creo que es muy, muy escasa.
-No ha habido cese de la usurpación. No ha habido Gobierno de transición. ¿Es hora de pensar en elecciones libres?
-Lo estamos pensando desde el 5 de enero de este año.
-¿Está abocada Venezuela a un pacto entre las élites políticas?
-Todos queremos una solución real que ponga fin al conflicto y regrese la normalidad del país, que genere dignidad, que sean los venezolanos quienes puedan expresarse y decir nuestro futuro. Necesitamos una solución sea como sea en Venezuela. Antes, queríamos cambio y lo demostramos en 2015. Hoy lo necesitamos, es un tema de subsistencia, un tema de supervivencia para el venezolano. El país estaría feliz de cualquier solución, sea como sea, con responsabilidad.
-¿Por qué precipitaron la ofensiva del 30 de abril?
-Más bien nos tardamos, fue el momento en que tuve la capacidad de mover las Fuerzas Armadas. Nosotros no estamos pidiendo que se rebelen las Fuerzas Armadas o que, digamos, se subleve; por el contrario, que se pongan de acuerdo para que busquemos una elección presidencial libre. En ese momento logramos el respaldo de un grupo importante. Algunos se echaron atrás.
-¿De qué sirvió?
-Lo único que lamento es que no tengamos más hoy para volver a intentar una transición democrática que dé gobernabilidad.
-Le insisto, más de siete meses después, ¿de qué cree que sirvió?
-De que hablemos de esto hoy, que el mundo sepa que hay un descontento en las Fuerzas Armadas, de que no son monolíticas, de que el director de inteligencia del mismo Maduro está en contra de él. También de que no es suficiente, de que hay que buscar un mayor respaldo para poder producir la transición.