Kirchner, un rebelde sin causa

La semana pasada hablábamos de que finalmente Kirchner había entrado en razones y habría de participar en la Cumbre Iberoamericana en Bolivia, lo cual a su vez permitiría la realización de algunos encuentros bilaterales convenientes.

Pero a juzgar por el comportamiento durante su breve estadía, tal vez hubiera sido mejor que hubiera volado hacia su austral provincia.

Ya se ha escrito y opinado bastante sobre su actitud vis a vis el actual Presidente boliviano, Carlos Mesa, quien debe esforzarse por afianzar la precaria institucionalidad que hoy aflige a su país.

El Presidente argentino lo desairó abiertamente, para en cambio dar apoyo al líder de la oposición, Evo Morales, defensor del libre cultivo de coca, cuyas huestes derribaron hace muy poco al presidente electo.

A una persona que no representa al 64% de la población, como dijera luego el Canciller Bielsa, en defensa de la decisión del Primer Mandatario, ya que de ser así, habría sido Morales el Presidente de Bolivia. Aunque es de raza india, no representa a todos los indígenas, puesto que obtuvo alrededor del 20% en las elecciones

PERFORMANCE. A esta chocante performance del Sr. Kirchner, se agregan otras cuantas más, como el desplante al Presidente del BID, Enrique Iglesias, quien contribuyó de forma decidida para ayudar a la Argentina en sus peores momentos.

Se permitió increparlo por no haber respaldado a su candidato para presidir la Cepal. Nada menos que al ex vicepresidente Chacho Alvarez, una persona que ya se había autodescalificado para ocupar un cargo público, desde el momento en que renunció a continuar con su responsabilidad provocando un cisma político que contribuyó al debilitamiento de la institución presidencial argentina.

A la lista de descortesías pueden agregarse otros episodios y otros nombres, como el de la Canciller española, Ana Palacios, durante su visita a la Argentina, el Presidente Aznar a quien ignoró en Santa Cruz, y sin retrotraerse a hechos más lejanos, como cuando dejó plantados a los empresarios franceses o el enojo con Lula.

La última perla ha sido lo referido al Presidente de los uruguayos (Batlle aseguró no haber hablado con Kirchner en Bolivia), algo absolutamente fuera de lugar de ser verdad, que coincide penosamente con ciertos comentarios posteriores del Canciller Bielsa ("quien a hierro mata a hierro muere"), Ministro de Relaciones Exteriores curiosamente, ya que no se luce por su manejo de la diplomacia y el relacionamiento internacional.

Actitudes que por cierto no ayudan a despejar el panorama ni a aligerar la tensión que infelizmente se ha producido entre ambos países y gobiernos.

Cabe preguntarse si esta seguidilla de desprecios son metidas de pata de un rústico gobernador de provincia, que todavía no ha aquilatado todo lo que implica ser el Presidente de una nación, o si se trata de una estrategia que pasa por actuar para su público local, en la creencia de que el exacerbamiento nacionalista rinde mejor que su proclamada lucha contra la corrupción.

Cuanto más se extralimite en esta dirección, más la Argentina se aislará del exterior y puede ser complicado para el futuro, desandar ese equivocado camino

CORREO. En el área interna, los decretos presidenciales para rescindir la concesión del Correo al Consorcio liderado por Francisco Macri, podrían tener bastantes justificativos de orden contractual.

Sin embargo, las sospechas de una intencionalidad política son difíciles de eliminar.

Es una medida que encaja perfectamente en la línea de ataque a todo aquello que tenga tufo menemista, como la persecución al Juez de la Corte, Moliné O’ Connor, quien está siendo sometido a un teatral juicio político.

El argumento para quitarle a Macri el Correo, es la deuda del canon anual de 103 millones, durante cuatro de los seis años, si bien el Estado tampoco ha cumplido con sus compromisos.

Se ha dicho que luego se buscará a un nuevo concesionario, pero no será tan fácil. No existe un marco regulatorio para el mercado postal, donde 800 operadores independientes trabajan dentro de una especie da anarquía.

Los dos años que lleva la ruptura de los contratos con las empresas públicas, sin que se avizore aún la fecha para resolver el problema de las tarifas, no crean un clima promisorio para futuros inversionistas.

Además, es sabido que los servicios postales no dan ganancias en ninguna parte, por lo que no parece muy factible pensar en reprivatizar.

Y para los acreedores se les han vuelto negras las perspectivas de cobrar, porque se le quitó a la compañía su activo principal, justamente la concesión. Parece más apropiado hablar de reestatización.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar