AFP, EFE
En Francia se dio lo que se esperaba: con los votos de la izquierda y la extrema derecha, cayó el gobierno del primer ministro Michel Barnier, dejando ahora en la cuerda floja al presidente Emmanuel Macron. Los mismos que ayer voltearon al primer ministro, piden ahora la renuncia del mandatario.
Barnier presentará hoy jueves su dimisión al jefe del Estado en el Palacio del Elíseo.
La izquierda, mayoritaria en la Cámara baja con 193 escaños, que nunca fue un interlocutor para el Gobierno, presentó la moción de censura que recibió el apoyo de la extrema derecha, que cuenta con casi 140 diputados y que fue el más votado en las pasadas legislativas con 11 millones de votos.
Así, por 331 votos a favor, por encima de la mayoría absoluta de 288, la Cámara baja puso fin a los menos de 100 días de gobierno de Barnier, rechazando a su vez sus presupuestos para 2025.
Barnier fue criticado por socialistas, comunistas y ecologistas y defendido por la derecha tradicional, centristas y el macronista Gabriel Attal, su antecesor en el cargo.
La censura no afecta directamente al presidente Macron, de 46 años, cuyo mandato termina en 2027, pero lo debilita mucho más, máxime cuando decidió en septiembre nombrar a Barnier como primer ministro en nombre de la “estabilidad”.
“Para salir del callejón sin salida en el que el presidente ha metido al país, solo queda una solución: ahora le pedimos a Emmanuel Macron que se vaya”, declaró la diputada Mathilde Panot, del partido de izquierda radical La Francia Insumisa (LFI).
Sin pedir directamente su dimisión, la líder del partido de extrema derecha Agrupación Nacional (RN), Marine Le Pen, llamó a Macron, con quien disputó la presidencia en 2017 y 2022, a pensar si puede continuar en el cargo.
“Corresponde a su conciencia decidir si puede sacrificar la acción pública y el destino de Francia a su orgullo. Corresponde a su razón decidir si puede ignorar la evidencia de un repudio popular masivo”, subrayó Le Pen. Macron, sin embargo, calificó el martes de “política ficción” la idea de dimitir antes del final de su segundo mandato.
Le Pen aparece en posición de fuerza en los sondeos para alcanzar la presidencia, pero la justicia podría frustrar su ambición si el 31 de marzo decide inhabilitarla durante 5 años, como pide la fiscalía en un caso de malversación de fondos europeos.
El éxito ayer de la moción de censura convirtió al gobierno de Barnier en el más breve de la Quinta República, iniciada en 1958, y en el segundo en caer, tras el de Georges Pompidou en 1962 cuando Charles de Gaulle era presidente.
Sin poder convocar nuevos comicios legislativos hasta julio ni optar a su reelección en 2027, el presidente Macron parece dispuesto a nombrar a un nuevo primer ministro rápidamente, incluso antes de las ceremonias de reapertura de Notre Dame previstas el fin de semana.
Pero “todavía no hay nada decidido”, apuntó el entorno de Macron, a quien le tomó dos meses nombrar a Barnier, cuyo partido Los Republicanos (LR) abandonó la oposición para gobernar junto a su alianza centrista en el poder desde 2017.
En una Asamblea Nacional sin mayorías claras y dividida desde julio en tres bloques irreconciliables -izquierda, centroderecha y extrema derecha-, el juego parece ahora más abierto.
La negativa de Barnier a renunciar al retraso de enero a julio de la revalorización de las pensiones en su proyecto de presupuestos para 2025 fue lo que motivó que la extrema derecha abogara finalmente por censurarlo, pese a lograr varias concesiones.
Con un presupuesto centrado en reducir el gasto público y aumentar temporalmente los impuestos para grandes empresas, el gobierno buscaba reducir el déficit (proyectado en el 6,1% del PIB en 2024) y la deuda pública (112% del PIB a fines de junio).
“Esta moción de censura agrava todo y lo vuelve más difícil”, advirtió al término del debate Barnier, quien había apelado a la “responsabilidad” en un momento económico tenso con la prima de riesgo de la deuda francesa en niveles similares a la de Grecia.
El clima social también es tenso. Hoy jueves está prevista una huelga de funcionarios públicos, mientras continúa la movilización de los agricultores, especialmente contra el acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Mercosur, asunto que se debate por estas hora en Montevideo.
La inestabilidad en Francia y la crisis en Alemania, que condujo a adelantar las elecciones legislativas al 23 de febrero, podrían lastrar además a la UE, cuando Donald Trump se apresta a regresar.
Expectativa por discurso de Macron esta tarde
El presidente francés, Emmanuel Macron, se dirigirá al país en una intervención televisada hoy jueves. Macron hablará a las 20.00 hora francesa (16.00 en Uruguay), anunció el Elíseo tan solo minutos después de que la Asamblea Nacional sentenciara la caída del primer ministro Barnier con los votos de la izquierda y de la extrema derecha. El presidente francés había seguido a distancia la mayor parte de esta crisis política, ya que ayer se encontraba en una visita de Estado de tres días a Arabia Saudí. Pese a eso, fuentes del Elíseo detallaron a la prensa francesa que el jefe de Estado trabajaba ya desde la semana pasada para buscar a un candidato a suceder a Barnier. La pelota está en todo caso en su campo, ya que en Francia la potestad de nombrar al primer ministro es competencia del presidente de la República. Entre los nombres que se bajaran, el que suena con más fuerza es el del actual ministro de Defensa, Sébastian Lecornu; el veterano centrista François Bayrou y de el socialista Bernard Cazeneuve.
De “Mister Brexit” a fugaz primer ministro
Michel Barnier falló en aplicar en Francia el talante conciliador que tuvo como negociador europeo del Brexit y, tras la moción de censura que acaba de aprobarse, ha pasado a la historia por ser el primer ministro más efímero desde que en 1958 se instauró la V República francesa. Barnier, de 73 años, le faltaba un día para completar los tres meses exactos en el cargo. El presidente Emmanuel Macron le había nombrado el pasado 5 de septiembre como solución ante el bloqueo político de casi dos meses tras las elecciones de julio.
Bernier se esforzó en labrarse una imagen pública de hombre afable, agarrado a sus gafas de presbicia y sacando partido de un pelo canoso que transmitía cierta aura de sabiduría y de una estatura (1,90 metros) que recordaba a la de Charles de Gaulle. A pesar del esfuerzo en pulir su imagen, el exministro de Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy falló en su principal misión: tejer consensos más allá de su campo ideológico de centro-derecha. “Conduciré una política que no estará solo escorada a la izquierda”, aseguraba en una entrevista días después de su nominación. Su discurso pausado buscaba transmitir sentido común, prudencia y estabilidad en un país que ha visto pasar a tres primeros ministros en lo que va de 2024 (Élisabeth Borne, Gabriel Attal y el propio Barnier). El talante e imagen pública del ‘Míster Brexit’ se fue erosionando, pasando de un 45% de electores satisfechos con su nominación en septiembre a un 36% en noviembre.
Natural de la región de Saboya, Barnier tiene un currículo político de envergadura.
Está casado desde hace 40 años con la abogada Isabelle Altmayer, con quien tienen tres hijos.
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