El descomunal despacho presidencial de Mauricio Macri en la Casa Rosada da cuenta del esplendor pasado de Argentina. “No es un despacho, es un museo”, se ríe el presidente.
Macri habla tranquilo y optimista mientras a pocos metros, en la Plaza de Mayo, miles de kirchneristas protestan por los despidos de empleados públicos y la detención de Milagro Sala, una dirigente política acusada de “instigación a cometer delitos”. Las dos argentinas frente a frente.
Poco antes de viajar a Davos para contarle al mundo económico que Argentina vuelve a la ortodoxia, Macri ofrece su primera entrevista a Le Monde, The Guardian, La Stampa y El País de Madrid.
—Hace 13 años que Argentina no iba a Davos. ¿Qué mensaje quiere lanzar?
—Argentina quiere tener buenas relaciones con el mundo entero. Quiero generar trabajo, me he comprometido a una Argentina con pobreza cero. Necesitamos inversiones. Argentina vuelve al mundo, a ser protagonista de un mundo que se compromete a trabajar en temas de pobreza, cambio climático, terrorismo, corrupción, narcotráfico. Vamos a ser un país predecible. El que venga a invertir sabrá que se van a respetar sus derechos si respeta las leyes argentinas. Ese mensaje ya se entendió. El cambio que votaron los argentinos tiene que ver con eso. Lo he transmitido en Brasil, Uruguay, Chile. Y ahora en Davos.
—¿Entiende la desconfianza con su país? ¿Argentina tiene arreglo?
—Más vale que sí, no estaría sentado acá si pensase que no. Yo pude elegir a qué dedicarme en mi vida. Tengo una profunda confianza en mi país. Resolveremos problemas que hoy parecen difíciles como resolvimos el cepo cambiario.
—¿Cree ser usted el centro de un cambio político en Latino-américa?
—Estoy focalizado en ayudar a los argentinos. Si lo que hacemos acá ayuda a toda la región, mejor. Creo en la democracia y el respeto a las libertades. No me quiero meter en lo que pasa en otros países, la única situación con la que no puedo estar de acuerdo es que no se respeten los derechos humanos en Venezuela.
—¿Quién es Macri?
—Un hombre que busca las mejores soluciones. Creo en el trabajo en equipo, en el hacer, en sumar fuerzas. Voy buscando desideologizar las relaciones, también en el mundo.
—¿No tiene ideología?
—Mis ideas marcan una fuerte ideología. Un compromiso del siglo XXI a vivir en un mundo con menos contaminación, menos violencia, con más transparencia, más trabajo, más libertad.
—¿Cuál es su referente político internacional?
—Mandela, es el que más me inspiró en los últimos años.
—¿Algunos en el poder ahora?
—Me quedo con Mandela, y quiero tener las mejores rela-ciones con todos los que gobiernan.
—¿No se siente miembro de la familia política por ejemplo de Angela Merkel, la centro derecha europea?
—Tengo un profundo respeto por la canciller. Me alegro de haber recibido el apoyo del partido al que ella pertenece para desarrollar nuestra formación. Pero, en siglo XXI, seguir encasillando las cosas de esa manera (de izquierda y derecha) es una antigüedad.
—¿Le molesta que le definan como centro derecha?
—No, cero. Que cada uno defina como se sienta cómodo. Pero la gente no me ha votado por una decisión ideológica, sino porque creyó que podemos generar mejores condiciones para los argentinos. Entiendo que haya algunos para los que el peso del siglo XX es mayor que el XXI.
—¿Le preocupan los prejuicios sobre su apellido y su origen social?
—Si estoy acá es porque las cosas positivas pesaron más que los prejuicios. Ahora estoy para ir hacia la pobreza cero y unir a los argentinos. Que juzguen mi tarea.
—¿Se siente más cercano al PP o a Ciudadanos? ¿Cómo ve hoy a España?
—Tengo más relación con PP, con Gallardón, con Ana Botella, como alcaldes, con Mariano Rajoy como presidente. A ver si forman Gobierno y si no habrá elecciones de nuevo, su sistema lo contempla. Lo importante es que lo peor de la crisis en España ya pasó, fue muy duro.
—Se resiste a colocarse en la izquierda o la derecha, pero usted representa un cambio. ¿Cuál es su papel en la región?
—Si hay algo que me entusiasma es adaptarme a los cambios del siglo XXI. En España pueden dar clases de los enormes cambios de la política porque hay otra forma de vincularse con la realidad que tiene el ciudadano, como las redes sociales. Pero ofrecer una entrevista es la normalidad, ir a Davos es la normalidad. Espero generar cambios en cosas más profundas como el modelo educativo, energético, de seguridad. El resto son normalizaciones.
—En dos meses, desde que usted ganó, cambia Argentina, en Venezuela ha habido un vuelco electoral, Rousseff tiene problemas, parece que va a haber cambio en Perú, veremos Ecuador. ¿Cómo ve ese giro latinoamericano?
—Veo gobiernos que si no tienen respuestas frente a demandas de los ciudadanos se debilitan. Los que no solucionan se desgastan. Pero en muchos de esos países que cita no veo un alejamiento de la normalidad tan grande como Argentina. Esos presidentes dan conferencias de prensa, van a Davos…
—¿La justicia argentina es suficientemente fuerte para investigar al poder? Por ejemplo, un año después de la muerte de Nisman aún no se sabe nada.
—Estamos en contra de cualquier tipo de impunidad. Les hemos dicho a los jueces que se sientan libres de actuar, por eso hemos desclasificado información del caso Nisman. Si hubo interferencias políticas en esta investigación, ya no las hay. En la justicia hay de todo, jueces buenos y malos.
—¿Usted cree que lo mataron o se suicidó?
—No puedo opinar, no tengo la suficiente información.
—Usted fue secuestrado hace 25 años por una banda de comisarios.
—Sí, señor.
—Y los argentinos siguen hoy preocupados por la policía, con el escándalo de la fuga de tres sicarios. ¿La Policía es el gran cáncer de Argentina?
—No, creo que la Policía es el producto de lo que ha hecho la política. Hay que invertir y mejorarla, no se ha hecho en 30 años. Pero la Policía no explica los problemas institucionales de Argentina. La corrupción se instaló en la sociedad en su conjunto, no creo que la policía sea más corrupta que la media. Debemos apoyar a los policías honestos.
—¿Siente que está encima de un país que es una bomba?
—Tenemos muchos desafíos, pero no lo vivo como una bomba. Siempre ha habido dificultades, pero tengo mucha confianza en la capacidad de construcción de los argentinos, es un país único. Mi tarea es demostrar que se puede gobernar de otra manera.
—Lleva un mes de mandato. ¿En lo positivo la salida del cepo sin traumas y en lo negativo el narcotráfico y la inflación disparada?
—Estoy muy contento con este primer mes, ni siquiera hemos terminado de nombrar los miles de cargos que hay. Tenemos el mejor equipo de los últimos 50 años. La lucha contra el narcotráfico llevará años. El Gobierno anterior tuvo un nivel de inacción como nunca y permitió que avance el narcotráfico de forma importante.
—¿Y la inflación le preocupa?
—Se decía que iba a pasar el tipo de cambio a la inflación y no sucedió, hasta ahora ha andado muy bien. Estamos donde pensábamos. Con una inflación alta, eso así, apuntamos bajarla a un dígito en un par de años.
—Viene del mundo empresarial. ¿Le han decepcionado los empresarios que han aprovechado para subir los precios?
—Siempre hay abusivos, vivos, pero nuestra tarea es generar más oferta para que los que no saben trabajar terminen desapareciendo.
—¿Cómo le ha mejorado la vida a los argentinos desde que usted llegó? ¿Está bajando el miedo a Macri?
—Deberían preguntar a los argentinos. Yo he cumplido con lo que prometí, hemos empezado a normalizar el país transmitiendo capacidad de dialogar.
—Ningún presidente no peronista acabó su mandato. ¿Cree que podrá cambiar esa maldición? ¿Le gustaría entrar en la historia por eso?
—No sería suficiente. Vamos a esperar y ver. Mis respuestas ahora son solo palabras, pero si trabajamos hacia la pobreza cero, derrotar al narcotráfico, unir a los argentinos, cada día seremos más fuertes, en ideas, en apoyo, en confianza. Cree-mos en lo que hacemos. Creo que lo vamos a conseguir, pero no solo por acabar el mandato, sino en los otros desafíos.
—Una de sus primeras decisiones es el despido de miles de empleados públicos. ¿Por qué?
—Creemos en la importancia del Estado, la carrera pública, los concursos, la meritocracia. No el Estado como un bastión de la militancia. No vamos a llegar a pobreza cero sin un Estado que funcione. Hemos recibido un Estado desmantelado, con mucha incompetencia. Vamos a privilegiar a los que trabajan bien. Como hicimos en la ciudad de Buenos Aires. En ocho años se fueron 20.000 personas y se incorporaron otras 20.000.
—¿Cómo vive que haya una dirigente política encarcelada como Milagro Sala, algo que no es habitual en Argentina?
—Hubo jueces independientes de Jujuy que no me consultaron a mí ni al gobernador, actuaron por las causas pendientes de esta dirigente. Tiene varias causas en las que viola la ley. Me preguntaban antes si hay jueces fuertes para juzgar lo que se hizo. Acá hay algunos que sí, pero es una decisión de ellos. Que quieran buscar una explicación política a estas ilegalidades es como infantil.
—Pero hay una protesta política detrás, ¿le gusta que Milagro Sala esté detenida?
—A mí me parece bien que los jueces se animen a defender el valor de la ley. Si ellos creen que se viola la ley no tiene que haber favoritismos por más poderosos que sean los que juzgan, como el caso de Milagro Sala que parecía que alguien con tanto poder nadie se iba a animar. Hace mucho tiempo que se hablaba de los abusos de poder de Milagro Sala y violaciones a la ley. Si hay jueces que han decidido que eso que el periodismo comentaba es verdad esto confirma que hay jueces dispuestos a hacer respetar la ley.
Mauricio Macri