La crisis se hace sentir en 66% de estadounidenses

Sensación. Población bajo desconfianza y desesperanza

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DANIEL HERRERA LUSSICH

En WASHINGTON

La crisis golpea a todos sin discriminación. Una total falta de credibilidad y un constante incremento de la desconfianza, lleva al fracaso de los múltiples planes de salvataje de la vapuleada economía americana.

Y la gente, especialmente la otrora poderosa clase media estadounidense, no está equivocada; no parecen ver el fin del camino. El pánico domina a la gran mayoría y se acentúa día a día.

La "enfermedad" en estos días alcanza a más de los dos tercios de la población, que sostiene que ha sido afectada por la recesión. Unos quedaron sin empleo, otros con menos sueldo, numerosos en quiebra o los que no pueden cumplir con las hipotecas o préstamos por el auto, o les han clausurado las tarjetas de crédito.

La situación, sin exageraciones, es dramática. Una encuesta difundida ayer por The Washington Post y ABC News marca que un 66% de los estadounidenses están preocupados por mantener un nivel de vida que no siga cayendo, dos de cada diez hogares señalan que alguien que vivía en la casa había perdido un puesto de trabajo en los últimos meses, y más de una cuarta parte ganaba menos que hace un año.

El mismo sondeo asimismo descubre que el 10% de los propietarios y el 29% de los inquilinos manifiestan que quedaron retrasados con sus hipotecas y pagos de alquiler.

En una actitud casi masoquista y automática, los ciudadanos se sientan tarde a tarde frente al televisor, para escuchar las malas noticias y las casi coincidentes nuevas propuestas del gobierno, del Congreso del Departamento del Tesoro o la Reserva Federal, hasta ahora siempre destinadas al fracaso.

Sólo queda en el estadounidense la expectativa del milagro que muchos aguardan ciegamente con el ingreso del nuevo presidente, Barack Obama, el 20 de enero, a la Casa Blanca.

Pero en el fondo todos también tienen conciencia que Obama necesita tiempo y suerte para salir de un "pozo" que nadie conoce en su profundidad. Ni los grandes "gurúes" de la economía y las finanzas - el secretario del Tesoro Henry Paulson, el titular de la "Fed" Ben Bernanke, el economista ya retirado Alan Greenspan ni el flamante Premio Nobel de Economía 2008, Paul Krugman- se animan a dar un dato aproximado. Sólo arriman consejos y reiteran la frase unánime de los que analizan la crisis económica: "Hay que esperar que vuelva la confianza". Por ahora, es como intentar llenar un barril sin fondo.

Y el mal se arrastra en Estados Unidos desde hace un año (quince días atrás oficialmente se difundió que la crisis había tenido su inició en diciembre del 2007), y desde hace algunos meses golpea rudo en el resto del mundo, en unos lados con más fuerza (como en la Unión Europea) y en otros con más debilidad.

Los analistas y los expertos en temas financieros en este país sostienen que nadie se salvará de los ecos de la "recesión". Europa soporta ya graves consecuencias y algunas naciones en vías de desarrollo, como India, China, Rusia y las naciones latinoamericanas, están ante los primeros reflejos, sobre los cuales la mayoría opina se acentuarán en el correr del 2009.

La gente en Estados Unidos intenta "capear" la crisis en la forma más suave posible. Pero cuando ni la misma cúpula del gobierno acierta con las recetas, poca esperanza u optimismo recibe el hombre de la calle.

Hace pocas horas un importante matutino recordaba una frase del secretario del Tesoro Paulson, designado por el presidente George W. Bush en junio del 2006, que calificó como "una muestra de los tropiezos que hace meses se vivían en las alturas de la economía y las finanzas estadounidenses".

Justamente, ese influyente medio de prensa alude a unas declaraciones emitidas por Paulson, en abril de 2008, delante de los ministros de Economía latinoamericanos de entonces; entre ellos, se encontraba el uruguayo Danilo Astori. Se desarrollaba en esos momentos la Asamblea Anual del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en la ciudad de Miami.

Ante los ministros que le planteaban sus inquietudes ante la ola de rumores de inminentes dificultades económicas, Paulson respondió con firmeza: "Estamos atentos a las actuales turbulencias, aunque pienso que lentamente se experimentará una mejoría a lo largo del segundo semestre".

El columnista del diario remata su artículo, señalando: "Ese plazo que tan suelto de cuerpo Paulson dio a los ministros latinoamericanos termina en pocos días y la situación ha multiplicado su crisis y nos encontramos en plena recesión, camino de una eventual depresión, peor que la de 1929".

Ayer, luego que se bajaron las tasas de interés a 0% y 0,25%, por temor a la "deflación", analistas sostenían que evidentemente la situación es tan grave ante la caída de precios que lo más conveniente es "alentar la inflación".

Pero el estadounidense medio poco entiende de todas esas decisiones. Ve que los empleos se evaporan, que nadie da un dólar de crédito y que cada día más gente solicita la "tarjeta alimenticia".

Asistencia social

El malestar y la inquietud del estadounidense crece. El desempleo llegó a una cifra récord en noviembre, creció 6,7%, hay más de 2.400.000 de personas sin trabajo y los pedidos de asistencia social se han multiplicado.

Por ejemplo, ayer tomaba estado público que en Fort Myers, Estado de Florida, el número que recibe asistencia se incrementó un 50% en el último año y "se está dejando que muchos adultos queden más tiempo del debido con la ayuda pública ante la notoria dificultad de alcanzar puestos de trabajo", según explicó el subsecretario de Bienestar de Florida, Don Winstead.

En la encuesta del diario The Washington Post surge que la gente está realmente inquieta, sin fe y molesta. El 82% opina que el país está dirigido por el camino equivocado y el 54% piensa que la nación demorará en superar las dificultades financieras. Corresponsal

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