La mujer que combina nacionalismo de derecha y socialismo y revoluciona la política alemana desde el este

Hija de una comerciante de arte alemana y un iraní, Sahra Wagenknecht nació en Alemania Oriental y rechaza las etiquetas ideológicas: “Las categorías de izquierda y derecha ya no son comprensibles”.

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Wagenknecht: se formó bajo el régimen comunista de Alemania Oriental, donde nació en 1969.
Wagenknecht: Se formó bajo el régimen comunista de Alemania Oriental, donde nació en 1969.
Foto: AFP

Steven Erlanger / The New York Times
Sahra Wagenknecht, que nunca conoció un partido político que pudiera tolerar, fundó el suyo propio y está revolucionando la política alemana con una combinación de nacionalismo de derecha y socialismo de izquierda, articulados con seriedad y fluidez.

Tras una carrera en la política comunista y de izquierdas, Wagenknecht, de 55 años, fundó la Alianza Sahra Wagenknecht (BSW, por sus siglas en alemán) en enero. La organización ha despegado como un cohete y ha quedado en tercer lugar en tres estados en las elecciones que comienzan el domingo, todos en la ex Alemania del Este, donde ella creció.

Allí, su partido tiene entre un 15% y un 20% de los votos, muy por delante de cualquiera de los tres partidos que gobiernan en Berlín, pero por detrás del partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), favorito en Turingia, Sajonia y Brandeburgo. A nivel nacional, su partido tiene un 9% de los votos, lo que le permitiría abrirse paso en la conversación antes de las elecciones federales de septiembre de 2025.

Los principales partidos alemanes están perdiendo su dominio. Wagenknecht se ha beneficiado del desmoronamiento del viejo orden. En el nuevo universo político alemán, es una especie de electrón suelto, difícil de caracterizar, que añade volatilidad y precipita aún más la desintegración de un espectro político en el que antes la izquierda y la derecha estaban ordenadas de forma clara y previsible.

Aunque proviene de la izquierda, su fuerza deriva en parte de compartir muchas de las mismas posiciones que la AfD, incluido el llamado a una reducción drástica de la migración y el fin de la ayuda a Ucrania, pero sin ningún tinte neonazi.

Ella apoya la democracia constitucional alemana y rechaza abandonar la Unión Europea y la OTAN, a diferencia de la AfD. Por eso se la considera un voto más seguro para los alemanes enojados con su gobierno actual, molestos por la inmigración, preocupados por la guerra con Rusia y la influencia estadounidense sobre Alemania, pero que no están dispuestos a apoyar a un partido protofascista.

En una entrevista, Wagenknecht rechaza el etiquetado ideológico.

“Nosotros no usamos esas anteojeras”, dijo. “Si consideramos la lucha por la justicia social, por una menor desigualdad, como algo de izquierdas, entonces, por supuesto, somos de izquierdas en ese sentido. Al mismo tiempo, estamos a favor de limitar la migración, lo cual supuestamente no es tan de izquierdas”.

“Por eso, para mucha gente”, añadió, “las categorías de izquierda y derecha ya no son comprensibles”.

Wagenknecht ataca con especial dureza a la izquierda dominante por su deseo de curar el mundo antes de ocuparse de los problemas de Alemania. El Partido Verde, miembro de la coalición federal, “es considerado de izquierdas pero se ha convertido en un belicista” por apoyar a Ucrania, afirmó.

Ella cree que el presidente ruso, Vladimir Putin, tiene razón al rechazar la expansión de la OTAN, que, dice, “evidentemente no ha garantizado la paz sino que, por el contrario, ha aumentado la confrontación”.

Aunque condena la invasión de Ucrania por parte de Putin, quiere un final negociado y rápido de la guerra y el fin del apoyo alemán a Kiev. “No hay otra manera que la negociación para evitar que la gente muera”, afirmó. “No confío en absoluto en Putin”, añadió. “Pero tenemos que intentar encontrar un compromiso”.

Incluso sus adversarios la consideran una comunicadora soberbia y una experta en tocar la fibra sensible de la población. Se puede discutir con ella y parece no tener sentido del humor, pero parece decir lo que piensa.

La trayectoria de su vida y su política es notable. Nació en 1969 en Alemania Oriental, hija de una comerciante de arte alemana y un iraní que había llegado a Berlín Occidental para estudiar. Cuando tenía 3 años, su padre regresó a Irán; sus abuelos la criaron en un pequeño pueblo de Turingia, donde, según ha dicho, la insultaban con regularidad por ser mestiza y tener un color de piel más oscuro.

Después de 1989, fue a la universidad y obtuvo un doctorado, pero se mantuvo fiel al partido de la antigua dirigencia, rechazando el capitalismo y la capitulación ante Occidente. Fue elegida diputada al Parlamento Europeo en 2004.

Más tarde, formó parte del comité ejecutivo del partido Die Linke (La Izquierda), que surgió de una fusión con izquierdistas occidentales en 2007. Después de un divorcio temprano, se casó más tarde con Oskar Lafontaine, uno de los fundadores del partido, a quien una vez había tachado de “socialdemócrata”.

En el Bundestag se convirtió en una destacada portavoz del partido, pero tuvo conflictos con sus líderes, algo habitual en ella, y finalmente abandonó el partido en octubre pasado antes de fundar el suyo propio.

Cuando se le preguntó si se considera, como hacen los medios de comunicación alemanes, “una disruptiva” que se siente incómoda en cualquier partido al que se haya afiliado, Wagenknecht dijo que no. La izquierda terminó “alejandándose de sus votantes, y los temas sociales importantes (buenos salarios, buenas pensiones) ya no eran su foco; en su lugar, se centraron en la política identitaria progresista”, dijo.

En cuanto a los partidos centristas tradicionales, dijo, estos han adoptado la privatización, la desregulación y el “neoliberalismo, una agenda política que ha empeorado la situación de la mayoría de la sociedad y ha hecho que sus vidas sean menos estables”. Agregó: “Esto es algo que mucha gente rechaza, por lo que estos partidos ya no tienen mucho apoyo”.

“El apoyo que estamos recibiendo nos confirma”, afirmó. Antes de su partido, afirmó, “la gente incómoda que quería expresar su protesta” no tenía otra alternativa que la AfD. “Ahora les ofrecemos una forma respetable de expresar su descontento”.

La líder izquierdista Sahra Wagenknecht, habla en el escenario durante una campaña electoral en la ex Alemania del Este
La líder izquierdista Sahra Wagenknecht, habla en el escenario durante una campaña electoral en la ex Alemania del Este.
Foto: AFP

El ascenso de su partido es un indicio de un cambio más amplio en Alemania, afirmó Jan Techau, director para Europa del Grupo Eurasia. “El panorama de los partidos está en una transición rápida y masiva, aunque no lo parezca en Berlín”, afirmó. “Estas elecciones de este otoño harán visible por primera vez este cambio masivo, y tendrán un impacto en las elecciones nacionales del año próximo”.

La AfD y Wagenknecht están presionando sobre “una mezcla de cuestiones desatendidas que los principales partidos son demasiado perezosos o demasiado temerosos o ideológicamente demasiado avergonzados de abordar”, dijo, citando el aumento de la delincuencia, la migración, el fracaso en la integración de los inmigrantes y la presión que ejercen sobre comunidades previamente homogéneas.

Carsten Schneider, representante del gobierno federal en Alemania del Este, prefiere enfatizar la volatilidad de la lealtad partidaria en el este después de la caída del muro. Wagenknecht juega hábilmente con el “antiamericanismo muy simple, Alemania como una gran Suiza” entre las superpotencias, la reacción contra la inmigración y el antielitismo, dijo. “Digamos simplemente que está tocando el piano”, dijo, con una pizca de admiración reticente.

“Se convierte en la encarnación del antiamericanismo, toca la fibra sensible del pueblo”, afirma Bodo Ramelow, actual presidente de La Izquierda en Turingia. Y añade que sabe jugar muy bien con la “política de las emociones”.

En una reciente entrevista con el periódico Die Zeit, Wolf Biermann, un cantautor alemán de 87 años y ex disidente de Alemania del Este, fue más directo. “Sahra Wagenknecht es la anacrónica líder de un partido de culto a la personalidad, la estructura típica de los aparatos de partidos totalitarios”, dijo.

Cuando le pregunté si su partido, que mantiene un número reducido y secreto de miembros, se había construido siguiendo líneas leninistas, Wagenknecht se irritó. “No tiene nada que ver con el leninismo”, dijo, sino sólo con intentar construir un partido que no “atraiga a muchos aventureros o radicales”. La AfD, señaló, comenzó siendo un partido de economistas conservadores.

Wagenknecht no oculta que su foco está puesto en las elecciones federales del año próximo, pero si los partidos de la coalición federal obtienen malos resultados en esas elecciones estatales, sumado a sus disputas internas y su cansancio, acogería con agrado la celebración de elecciones anticipadas, presumiblemente antes de que su propio partido se vea empañado por la política real.

“Mucha gente desea que haya elecciones anticipadas”, afirmó. “Desean que esta coalición, que ya no tiene nada en común, que no tiene ningún plan, ningún concepto, no se aferre al poder un año más”.

ALEMANIA

Elecciones anticipadas

Sahra Wagenknecht no oculta que su foco está puesto en las elecciones federales de septiembre del próximo año, pero si los partidos de la coalición federal obtienen malos resultados en las elecciones estatales de este domingo, sumado a sus disputas internas y su cansancio, acogería con agrado la celebración de elecciones anticipadas, presumiblemente antes de que su propio partido se vea empañado por la política real.

“Mucha gente desea que haya elecciones anticipadas”, afirmó Wagenknecht.

“Desean que esta coalición, que ya no tiene nada en común, que no tiene ningún plan, ningún concepto, no se aferre al poder un año más”.

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