Las monarquías europeas van perdiendo su encanto

PARIS | AP

La realeza europea no ha podido recuperarse todavía del golpe que recibió cuando el rey Luis XVI fue decapitado públicamente en París durante la Revolución Francesa.

Antes de ese hito histórico, los monarcas europeos poseían una autoridad que suponían emanada del "derecho divino".

Hoy día, lo único que tienen muchos de ellos son joyas relucientes, títulos honoríficos y reuniones ocasionales, tales como cumpleaños, bodas y funerales que les traen recuerdos de sus pasadas glorias.

Es en esas ceremonias donde pueden reunirse con sus primos distantes, residentes en las más diversas capitales, en una red de "sangre azul" que se extiende por toda Europa.

El próximo evento en el calendario real es el sepelio del príncipe Rainiero III de Mónaco, que murió el 6 de abril. Cuando el príncipe sea sepultado mañana en la catedral de Mónaco, junto a su esposa la estrella de cine Grace Kelly, a la ceremonia asistirán representantes de familias reales de todo el continente.

Pero aparte de mantener esas tradiciones, muchos se preguntan cuál puede ser la función de la realeza europea en el mundo moderno.

"Dar estabilidad", dijo Jean des Cars, un biógrafo francés de Rainiero y Kelly. La realeza "es un elemento de estabilidad en un mundo cambiante... ¿Quién sabe quién es el presidente de Suiza? Siempre está cambiando".

Hay monarcas influyentes, como Juan Carlos de España, que es muy respetado por su papel en la instauración de la democracia en el país tras la muerte del general Francisco Franco en 1975, y por frustrar un intento de golpe en 1981. El monarca no se mezcla ahora en la política del país.

El autor J. Randy Taraborrelli, que escribió el libro "Once Upon a Time" (Érase una vez) acerca del matrimonio de Rainiero y Kelly, opina que la realeza no desempeña hoy día un papel político.

"Lo único que mantiene viva (a la realeza) es el glamour y el romanticismo que evoca", dijo. "Es la fantasía acerca de gente fabulosa que hace cosas fabulosas".

EXCEPCIONES. Aunque la mayoría de los monarcas modernos tienen escaso poder, hay unas pocas excepciones.

El príncipe Hans-Adán II de Liechtenstein obtuvo el derecho de disolver el gobierno y vetar proyectos de ley antes de entregar las tareas cotidianas del gobierno a su hijo en 2004.

El ex rey de Bulgaria, Simeón II, fue coronado cuando tenía seis años de edad, pero luego se vio obligado a exiliarse durante la Guerra Fría. A fin de regresar al poder, se presentó a las elecciones búlgaras de 2001 para primer ministro y las ganó. Hoy se desempeña en ese cargo con el nombre de Simeón Saxcoburggotski.

Muchos historiadores sostienen que el momento culminante de la monarquía europea fue el reinado de Luis XIV, conocido como el "Rey Sol", que gobernó de 1643 a 1715 y llegó a proclamar públicamente: "El estado soy yo". El monarca convirtió el palacio de Versalles en un monumento a sí mismo y estampó en sus puertas el símbolo del sol.

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