Los gitanos viven bien en España

THE NEW YORK TIMES

Por toda Europa los gitanos frecuentemente sobreviven en campamentos aislados, injuriados como limosneros y ladrones de poca monta. Sin embargo, en España, las cosas son muy diferentes.

En algunos países del Este europeo, los gitanos (también llamados roma) se enfrentan a tales prejuicios graves que los hacen bajar de los autobuses municipales, y, en las escuelas, a sus hijos los relegan a grupos para los mentalmente discapacitados. Incluso en Europa occidental, el presidente francés Nicolas Sarkozy podría contar con apuntalar su popularidad cuando decidió deportar a miles de roma a Rumania este año. En España, los más de 30 años de programas gubernamentales para ayudar a los gitanos, han comenzado a mostrar signos de éxito. Prácticamente, todos los niños gitanos pequeños están en la escuela primaria. Casi la mitad de sus padres es dueña de su casa. Y muchos tienen también empleos institucionales, alejándose de la forma de ganarse la vida más tradicionalmente gitana, como vender ganado y otros bienes.

España se ha vuelto tan exitosa, de hecho, que ahora sirve de modelo para otros países europeos, incluidos Rumania, Bélgica y Hungría. Algunos expertos dicen que el secreto español es centrarse en problemas prácticos, como el acceso a vivienda y empleo. En contraste, dicen, algunas instituciones europeas se han centrado demasiado en el prejuicio y los derechos políticos.

Aún hay problemas. El índice de deserción de chicos gitanos entre 12 y 18 años es de un sorprendente 80%. Casi 4% de la población aún vive en casuchas.

Y no es difícil enterarse de historias de humillaciones cotidianas. Por ejemplo, una compañía teatral de gitanas recorre el país con una producción de "La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca, muy comentada por la prensa. Pero las actrices tuvieron problemas para conseguir un taxi vestidas con sus faldas tradicionales y entrar a un bar.

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