Con información de EFE Y AFP
Una extraña normalidad envuelve a Moscú. En tan solo un día, los mercenarios del grupo ruso Wagner hicieron tambalear el poder del presidente Vladimir Putin y la fuerza militar rusa, para luego replegarse ayer domingo sin haber alcanzado la capital. La crisis animó a Kiev, que ve el fugaz motín como una “humillación” para Putin, aunque sin efectos aún en el frente.
“Concluye el paso de las unidades del Ejército privado Wagner a través del territorio de la región de Voronezh”, afirmó ayer domingo Alexandr Gúsev, gobernador local de este óblast fronterizo con Ucrania. También abandonaron la región de Lipetsk, al sur de Moscú.
Según Gúsev, el paso de los mercenarios, que se acercaron el sábado a 200 kilómetros de Moscú, “transcurre con normalidad y sin excesos”.
El líder de los paramilitares, Yevgueni Prigozhin, abandonará Rusia en virtud del acuerdo que tuvo que aceptar Putin, debilitado tras esta crisis inédita. No ha trascendido donde se encuentra actualmente el jefe de las milicias.
Para Estados Unidos, esta rebelión revela las “verdaderas fisuras” en la autoridad de Putin.
La súbita llegada de los combatientes de Wagner a Rostov, ciudad estratégica de más de un millón de habitantes, tomó por sorpresa a la población. Durante todo el sábado, hombres de Wagner con el rostro cubierto patrullaron la ciudad como si fuera suya, con fusiles de asalto, mientras que Prigozhin se instalaba en la sede del ejército, que dijo haber tomado “sin un solo disparo”.
El sábado por la noche, cuando columnas de blindados de Wagner avanzaban hacia Moscú, el Kremlin y Prigozhin anunciaron repentinamente el fin de la rebelión, tras una mediación del dirigente bielorruso Alexander Lukashenko.
Y ayer, las huellas dejadas por los tanques de Wagner aún eran visibles en las calles de Rostov. En un parque, una pancarta azul rezaba: “Hermanos, impidamos un baño de sangre, nadie es enemigo de nadie aquí, ¡la victoria solo es posible juntos!”.
Cuando iniciaron su retirada de Rostov el sábado por la noche, los combatientes de Wagner fueron aplaudidos por decenas de personas en la calle.
“¡Gracias!”, “¡Wagner! ¡Wagner!”, gritaron varios vecinos de la ciudad, mientras Yevgueni Prigozhin, como una estrella de rock, estrechaba las manos desde la ventana de su vehículo, rodeado por jóvenes que lo aclamaban y lo filmaban, constató la AFP.
Por su parte, el conocido empresario opositor ruso Mijaíl Jodorkovski, el hombre más rico de Rusia hasta su condena y exilio, lamentó ayer que con el fracaso de la sublevación de Wagner se perdiese la oportunidad de un cambio de Gobierno en Rusia, pero llamó a estar listos para nuevas revueltas.
“Pensado con la cabeza fría: ayer (por el sábado) tuvo lugar una situación revolucionaria. Una sublevación en Moscú podía haber cambiado el poder. Dejamos escapar la situación, esto es un menos. Pero el régimen se debilitó a consecuencia de eso, esto es un mas”, escribió en su canal de Telegram.
En Moscú y sus alrededores, el “régimen de operación antiterrorista”, instaurado el sábado a raíz del motín, seguía ayer en vigor. Y hoy lunes fue decretado feriado en la ciudad para evitar desplazamientos.
“La punta del iceberg”
Lo cierto es que la situación creada por la rebelión de Wagner genera más preguntas que respuestas. Los wagneritas cruzaron sin resistencia alguna la frontera, entraron en Rostov y ocuparon sin un solo disparo el Estado Mayor y otros objetivos militares, desplazaron al menos cuatro columnas militares casi hasta Moscú sin sufrir una baja, pero derribando varios helicópteros y un avión militar ruso.
Incluso, pese a que las unidades más profesionales combaten ahora en Ucrania, muchos se preguntan cómo los wagneritas pudieron avanzar tanto y se cuestionan si se trató de una debilidad del mando militar ruso o de una decisión deliberada para permitir las negociaciones entre Prigozhin y Lukashenko.
No obstante, pese al fracaso del motín, Kiev considera que este marcó el inicio del “desmantelamiento del sistema” de Putin. “Es la punta del iceberg de un proceso de desestabilización”, tuiteó el secretario del Consejo, Oleksí Danílov.
La única opción que tiene Putin para “salvarse” es la “liquidación física” de los Wagner, un castigo ejemplar a Prigozhin y la implantación de una ley marcial, añadió.
El asesor de la Presidencia ucraniana, Mijailo Podoliak, lamentó la retirada de Wagner cuando estaba a punto de “anular a Putin” y tras negociar con “un intermediario de dudosa reputación, Lukashenko”, que promete “garantías de seguridad”.
La “élite de Putin” ha vivido 24 horas de temor, añadió el asesor del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, según el cual Prigozhin “humilló” al líder del Kremlin y demostró que no tiene el “monopolio de la violencia”.
Zelenski indicó ayer que habló con su homólogo estadounidense, Joe Biden, sobre la rebelión abortada.
“Hablamos del curso de las hostilidades y de los ‘procesos’ que están teniendo lugar en Rusia. El mundo debe presionar a Rusia hasta que el orden mundial se restablezca”, declaró el presidente ucraniano en redes sociales, ensalzando “una conversación positiva e inspiradora” con Biden.
“Los dirigentes discutieron de los acontecimientos recientes en Rusia”, confirmó por su parte la Casa Blanca en un comunicado.
No obstante, Rusia aseguró que la rebelión no afectaría su campaña en Ucrania, mientras Kiev indicó que el revuelo le brindaba una oportunidad de avanzar en su contraofensiva.
“Es una ventaja para Ucrania"
El secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, afirmó ayer que lo sucedido este fin de semana en Rusia con el intento de sublevación del líder del grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin, representa una oportunidad para Ucrania y su contraofensiva.
“En la medida en que Rusia ahora está distraída, que (Vladimir) Putin tiene que preocuparse por lo que sucede dentro de Rusia tanto como tiene que preocuparse por lo que está tratando de hacer, sin éxito, en Ucrania. Creo que eso crea una ventaja adicional para los ucranianos”, apuntó en una entrevista con CNN.
Así, el hecho de que Putin tenga “desde dentro, a alguien que cuestione directamente” su autoridad y “las premisas sobre las que lanzó esta agresión contra Ucrania”, eso, “en sí mismo, es algo muy poderoso”, apuntó. “Esto plantea muchas preguntas profundas que creo que serán respondidas en los próximos días”, finalizó Blinken.
China transmite su apoyo a Rusia
El ministro chino de Exteriores, Qin Gang, recibió ayer domingo en Pekín al vicecanciller ruso, Andrei Rudenko, a quien transmitió que “China apoya a Rusia en mantener su estabilidad nacional”, un día después de la rebelión armada encabezada en ese país por el grupo Wagner.
“Esta es una cuestión interna de Rusia. Como vecina amistosa y aliada estratégica en la nueva era, China apoya a Rusia en mantener su estabilidad nacional y en alcanzar prosperidad en su desarrollo”, dijo Qin, según el Ministerio chino de Exteriores.
Antes, el ministerio solo había informado escuetamente de que los diplomáticos abordaron “las relaciones entre China y Rusia, y asuntos internacionales y regionales de interés para las dos partes”.
El Gobierno chino no se había posicionado ni había emitido ningún comunicado oficial hasta ahora sobre los acontecimientos, que sí tuvieron una amplia repercusión tanto en los medios estatales como en las redes sociales del gigante asiático.
En Weibo, el equivalente chino a Twitter -red censurada en el país-, las etiquetas sobre la revuelta figuran entre las más buscadas desde el sábado.
El retorno
Las regiones por las que avanzaron las columnas de mercenarios del grupo Wagner hacia la capital rusa informan sobre el restablecimiento paulatino del tránsito por las carreteras, bloqueadas el sábado con camiones o con zanjas. El servicio de prensa del gobernador de Lípetsk informó que “el tránsito se ha restablecido en todos los tramos” de la carretera. “Donde fue necesario, se rellenó con arena y gravilla. Mañana restablecerán el asfalto”, señaló la administración local.
Tras declararse en rebeldía, el Grupo Wagner cruzó la frontera rusa, ocupó la ciudad de Rostov y envió cuatro columnas en una “marcha de la justicia” hacia Moscú, según la bautizó el jefe de los mercenarios, Yevgueni Prigozhin, con el fin de sustituir la cúpula militar rusa, a la que culpa de los fracasos del Ejército ruso en Ucrania.