María del Pilar Castillo, La Nación/GDA
Hace 27 años, el hombre más rico de México y América Latina fue declarado muerto por unos instantes. Se necesitaron 31 bolsas de sangre para estabilizar al paciente Carlos Slim Helú luego de que sufriera una hemorragia durante una operación de reemplazo de válvula de corazón en el Texas Heart Institute.
Finalmente, un médico argentino “lo sacó adelante”, según cuenta el escritor Diego Enrique Osorno en la biografía no autorizada del magnate mexicano de ascendencia libanesa, decimotercero en la lista de millonarios de Forbes con una fortuna de 103.600 millones de dólares. Pero incluso si los doctores no hubiesen sido capaces de revivirlo, Slim, un hombre “tan calculador” que tiene “este control permanente de hasta las situaciones más mínimas” —según la descripción del autor—, ya tenía un plan de sucesión en marcha, con sus seis hijos como protagonistas, esencialmente los varones.
Para ese entonces, su hijo mayor, Carlos Slim Domit, era director de Telmex, el gigante mexicano de telecomunicaciones y servicios de TI, mientras que sus otros dos hijos, Marco Antonio y Patricio, se encaminaban a adoptar posiciones estratégicas en el conglomerado corporativo.
El imperio de Slim, que lo coronó como el hombre más rico del mundo desde 2010 hasta mediados de 2013 cuando Bill Gates lo destronó al recuperar la primera posición, abarca numerosas industrias y servicios, notablemente en materia de telecomunicaciones —América Móvil es el cuarto operador mundial con 170 millones de suscriptores en México y América Latina, solo superada por China Mobile, Vodafone y China Telecom—, aunque también se extienden a la manufactura, transporte, construcción, el sector inmobiliario, cadenas minoristas, el sector financiero, energía, minería, salud, deportes y medios de comunicación (Slim es el tercer mayor accionista del New York Times).
“Tiene prácticamente metidas las manos en todos los negocios, sectores e industrias del país”, dice a La Nación Mario Maldonado, periodista, columnista de El Universal y director de El CEO, que ha investigado la vasta red de empresas y negocios del multimillonario. “Aunque ya dejó de ser el hombre más rico del mundo, que lo fue por lo menos tres o cuatro años seguidos, sigue siendo el hombre más rico de México y alguien que tiene mucho poder económico y político porque siempre ha transitado de alguna manera u otra bien con las administraciones”. agrega.
En esta familia de corte conservador los puestos directivos y gerenciales recaen mayormente en los hombres. Las tres hijas mujeres del multimillonario —Soumaya, Vanessa y Johanna— también se desarrollan profesionalmente en distintas áreas de las empresas o proyectos de su padre, pero principalmente en las divisiones de educación y filantropía.
La familia Slim
“Efectivamente las hijas mujeres no están al frente de sus negocios, pero sí los yernos [sus esposos]. Y se dice ahora que los nietos están tomando posiciones directivas en todos los negocios”, explica Maldonado, quien lamenta que “en México todavía existe mucho esta cultura un tanto machista de los Consejos de Administración en los que la mayoría de los directivos son hombres”.
En la actualidad, Carlos Jr. se desempeña como presidente de los Consejos de Administración de América Móvil, Grupo Sanborns, Teléfonos de México, Grupo Carso, Promotora Musical y US Commercial Corp; Marco Antonio como presidente del Consejo de Grupo Financiero Inbursa, Inversora Bursátil, Seguros Inbursa, Impulsora del Desarrollo y el Empleo en América Latina y del Instituto Carlos Slim de la Salud; y Patricio —“Patrick”— como director de Grupo Sanborns, CCO de Telmex, presidente de Ferrosur, vicepresidente de los consejos América Móvil y Grupo Carso.
Soumaya es la vicepresidenta del Museo Soumaya, fundado en 1994 por iniciativa de la esposa de Slim, amante del arte, quien falleció cinco años después de la inauguración por problemas renales; Vanessa es presidenta de la Asociación de Superación para México y América Latina y dirige los programas de bienestar de la Fundación Carlos Slim y la Fundación Telmex; y Johanna, la menor de la familia, es directora del Programa de Educación Inicial de la Fundación Carlos Slim y miembro del Consejo de Administración de Grupo Sanborns.
“Cuando (Carlos Slim Helú) fallezca va a generar cierta incertidumbre e inestabilidad momentáneas en sus empresas y en los mercados, pero no de mayor relevancia o profundidad porque él ha delegado mucho ya a todos los hijos, yernos y nietos. Por lo que, aunque él es el patriarca y no creo que haya nadie que se le iguale, no creo que sus hijos vayan a tener demasiados problemas”, analiza Maldonado.
A pesar de su enorme exposición y fortuna, Carlos Slim Helú, de 84 años, que durante décadas estuvo sujeto a críticas por sus prácticas monopólicas y explotación de grandes proyectos de licitación pública en un país con altos niveles de pobreza y desigualdad, ha predicado durante toda su vida la moderación y la sobriedad. A su familia, aunque numerosa, prácticamente no se le conocen escándalos.
El único hijo que ha sido objeto de cierto escrutinio en los últimos años ha sido su tercer hijo varón, y principalmente por su vínculo con la religión. Devoto de la virgen de Cleveland, una figura religiosa que supuestamente le encomendó la defensa de los no nacidos, “Patrick” ha sido señalado por El País de España como una pieza clave del lobby que ha logrado endurecer las penas por la interrupción del embarazo en 18 estados de México.
Dicha investigación también lo ha vinculado a Solidaridad, un intento fallido de partido político impulsado por una facción extremista dentro del Partido de Acción Nacional (PAN) cercana a El Yunque, una secta religiosa de corte ultraconservador y violento, que ha esparcido sus tentáculos en la política de América Latina y España.
Tras el fracaso de la creación de Solidaridad, sin embargo, Slim Domit optó por un perfil más discreto, indica El País, pero ha continuado combinando su fe con su labor empresarial.
“Tengan fe en Él y hagan la prueba y verán qué bueno es. Es muy bueno”, aconsejó a los jóvenes el empresario durante el Encuentro Mundial de las Familias de 2022.
Más recientemente, su nombre apareció en algunos artículos luego de que la película que produjo acerca de la trata de niños, Sonido de Libertad, que resultó ser un inesperado éxito de taquilla, fuera vinculada a las teorías conspirativas de QAnon, un grupo de personas que sostiene, sin evidencia, que existe una red internacional de pederastia conformada por élites progresistas y estrellas de Hollywood, que adoran a Satán.
Pero no es primer traspié de los Slim con la Iglesia. El propio Carlos Slim Helú fue un importante benefactor de los Legionarios de Cristo, una asociación religiosa que ha estado bajo el escrutinio al destaparse los múltiples casos de abuso sexual contra niños de su fundador, el padre Marcial Maciel.