Redacción El País
Del otrora bloque “progresista” latinoamericano surgido en torno a figuras como las del venezolano Hugo Chávez y el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, no queda nada. De hecho, varios de los sobrevivientes de esa época están hoy peleados y se tratan como enemigos políticos.
Por ejemplo, la dictadura de Nicolás Maduro, si bien mantiene relaciones diplomáticas con Brasil, hizo añicos el vínculo de amistad con Lula, que junto al colombiano Gustavo Petro eran los únicos aliados que le quedaban al régimen chavista en América del Sur.
Esta semana Brasil y Colombia ratificaron que no reconocen la reelección de Maduro en las elecciones del pasado 28 de julio, al no contar con elementos que prueben que fueron elecciones limpias.
Es que a medida que pasaban las semanas y Maduro seguía sin mostrar las actas de votación, el fraude dejó de ser una sospecha para convertirse en una evidencia.
Ayer jueves el excanciller venezolano Jorge Arreaza dijo que “parece” necesario recordar a Brasil los “principios más elementales” de su Constitución sobre las relaciones internacionales, luego de que el gobierno de Lula reiterara que no reconoce la reelección de Maduro.
“Parece que a la gran academia y casa de la diplomacia brasileña, Itamaraty, y a algunos de sus asesores hay que recordarles los principios más elementales de la Constitución de su país y de la Carta de las Naciones Unidas”, dijo el chavista en Telegram. A “manera de simple recordatorio”, Arreaza compartió el artículo 4 de la Constitución brasileña, que establece que el país “se rige en sus relaciones internacionales” por los principios de “autodeterminación de los pueblos” y “no intervención”, así como “igualdad de los Estados” y “solución pacífica de los conflictos”, entre otros.
El martes, el asesor para asuntos internacionales del Gobierno brasileño, Celso Amorim, declaró que en las elecciones del 28 de julio “el principio de la transparencia no fue respetado”, al no ser publicados los resultados detallados, por lo que la proclamada victoria de Maduro no puede ser reconocida, ni tampoco el triunfo del oposición Edmundo González Urrutia.
Amorim, quien fue canciller durante los dos primeros mandatos (2003-2010) de Lula, explicó que, en sus intentos de mediación, Brasil se ha orientado por los principios de “defensa de la democracia, no injerencia en asuntos internos y resolución pacífica de las controversias”.
Las relaciones bilaterales se han deteriorado gradualmente, sobre todo ante la insistencia de Brasil en la publicación de las actas desglosadas de las elecciones venezolanas, así como por el veto brasileño a aceptar a Venezuela como miembro asociado al grupo BRICS.
El jefe negociador de Maduro y presidente del Parlamento, Jorge Rodríguez, anunció este miércoles que solicitará que se declare “persona non grata” a Amorim.
Ese mismo día, el Ejecutivo venezolano convocó a consultas a su embajador en Brasil, Manuel Vedell, luego de rechazar las declaraciones “injerencistas y groseras” de voceros del Gobierno de Lula, en particular de Amorim.
Venezuela también criticó esta semana que el canciller colombiano, Luis Gilberto Murillo, reiterara que Petro tampoco reconocerá a Maduro a menos que presente pruebas de su controvertida reelección. (Con información de EFE)