Redacción El País
El terremoto de magnitud 7,6, que golpeó el lunes la costa occidental del centro de Japón, dejó al menos 55 muertos, según el último reporte emitido por las autoridades niponas anoche. Continúan las labores de rescate y la búsqueda de personas atrapadas bajo los escombros de construcciones que se derrumbaron, según indicaron fuentes oficiales locales.
La ciudad de Wajima, ubicada en la prefectura de Ishikawa, el epicentro costero del terremoto, y a unos 500 kilómetros de Tokio, está resultando una de las más castigadas por el sismo. Este provocó el derrumbe de unos 25 edificios, muchos de ellos, casas particulares, en esta localidad de unos 27.000 habitantes.
El terremoto generó alertas de tsunami, que ya cesaron, extensas evacuaciones y cortes de energía generalizados. De los muertos registrados hasta ahora, 24 fueron hallados en Wajima. Después del violento sismo, que registró una intensidad sísmica de 7,6 en la escala japonesa, se produjo un gran incendio en Wajima.
Algunos murieron tras quedar atrapados entre los escombros de edificios destruidos. Se cree que todavía puede haber gente bajo estos, según los datos del Cuerpo de Bomberos local, que está llevando a cabo las operaciones de rescate.
En numerosas ciudades afectadas, decenas de personas fueron llevadas al hospital y hasta anoche proseguían las tareas de rescate, por lo que se espera que la cifra de fallecidos se incremente por estas horas.
Alrededor de 33.000 hogares en Ishikawa y la vecina prefectura de Niigata se quedaron sin electricidad ayer por la mañana, dijo Yoshimasa Hayashi, secretario jefe del gabinete. Alrededor de 20.000 hogares en cuatro prefecturas carecían de agua corriente. Hayashi dijo que 57.360 personas habían huido de sus hogares y acudido a casi 1.000 instalaciones de evacuación diferentes en las prefecturas afectadas.
Las autoridades advirtieron a los residentes de las zonas afectadas que se prepararán para nuevas réplicas, deslizamientos de tierra o nuevas advertencias de tsunami. En declaraciones a los periodistas en una sesión informativa ayer por la mañana, Noriko Kamaya, de la Agencia Meteorológica de Japón, dijo que había entre un 10 y un 20% de posibilidades de que pudiera ocurrir un terremoto de intensidad equivalente la próxima semana. Instó a los residentes a tener precaución durante las actividades marítimas como la pesca.
El primer ministro, Fumio Kishida, dijo a los periodistas el martes que los equipos estaban trabajando para despejar las rutas bloqueadas por deslizamientos de tierra o edificios dañados. También dijo que se estaba suministrando agua, alimentos, mantas, baños portátiles y más, a las personas alojadas en los centros de evacuación.
Centrales nucleares
Hayashi aseguró que no se ha producido ningún informe de daños directos a la centrales nucleares del país, en lo que supone su punto más vulnerable frente al impacto de los terremotos.
El terremoto del lunes es el más mortífero en Japón desde abril de 2016, cuando dos sismos de 6,5 y 7,3 grados de magnitud golpearon la isla japonesa de Kyushu y dejaron más de dos centenares de muertos y más de mil heridos.
Japón está considerado el país más preparado del mundo para la gestión de desastres naturales debido a su frecuencia.
El archipiélago aplica normas de construcción extremadamente estrictas, de modo que los edificios suelen ser capaces de resistir fuertes sismos y los residentes están acostumbrados a este tipo de situaciones. Pero persiste en el país el traumático recuerdo del terrible terremoto de magnitud 9,0, seguido de un gigantesco tsunami que en marzo de 2011 provocó una catástrofe que dejó unos 20.000 muertos o desaparecidos.
Esa catástrofe incluyó el accidente nuclear de Fukushima, el peor registrado en el mundo desde el de Chernóbil en 1986. El tsunami causó que se fundieran tres reactores de la central nuclear japonesa. (Con información de EFE, AFP y The New York Times).