ANIVERSARIO
Pasa sus días en cuarentena por la pandemia, pero aún atento a la política y preocupado por el renovado antagonismo entre Rusia y Estados Unidos.
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El último dirigente soviético, Mijaíl Gorbachov, cumple hoy martes 90 años completamente aislado del mundo por la pandemia, preocupado por el renovado antagonismo entre Rusia y Estados Unidos, según sus allegados, y mortificado por sus enemigos.
“90 años son muchos. ¿Cómo se siente? Como todos a esa edad, depende del día”, comentó a EFE Pável Palazhchenko, secretario personal y traductor de Gorbachov desde 1985.
El coronavirus ha acentuado el aislamiento de Gorbachov, cuyo natalicio casi coincide en el tiempo con el aniversario de su llegada al Kremlin como secretario general del Comité Central del Partido Comunista: el 11 de marzo de 1985, con apenas 54 años de edad.
“Mijaíl Serguéivich (patronímico de Gorbachov) respeta estrictamente la cuarentena, pero sigue la actualidad diariamente. Lee la prensa y ve la televisión, y está en contacto con expertos en diferentes terrenos”, señaló.
En los últimos años, Gorbachov ha abandonado su casa en contadas ocasiones. Las alarmas sobre su estado de salud saltaron cuando asistió el 9 de mayo de 2019 en la Plaza Roja al desfile militar en el Día de la Victoria sobre la Alemania nazi.
La imagen de Gorbachov en silla de ruedas junto al mausoleo de Lenin confirmaron que su salud era muy frágil.
Desde entonces, apenas salió en octubre pasado para presidir el estreno de la obra de teatro que lleva su nombre y que escenifica la estrecha relación entre el mandatario y su esposa Raísa, que murió en 1999 de leucemia.
“Gorbachov fue un adelantado a su tiempo. Espero que en algún momento lleguemos a ese idealismo, romanticismo y fe en las relaciones humanas. Ahora, los líderes son muy diferentes. Es algo muy triste”, comentó a EFE el actor Yevgueni Mirónov, que interpreta al dirigente soviético.
Nueva guerra fría
El mayor legado de “Gorbi”, como es conocido en Occidente, es el fin de la carrera armamentista entre la Unión Soviética y Estados Unidos y, por ende, de la Guerra Fría. Por eso, según su secretario, ésta ahora “preocupado” por un posible retorno del antagonismo entre el Estado heredero de la URSS, Rusia, y Occidente, y aprovecha cada declaración para instar a las grandes potencias a renunciar al armamento nuclear.
La tensión sobre una posible expiración del último tratado de desarme entre Rusia y Estados Unidos, el START, hizo temer lo peor, pero, pese a “todos los acontecimientos negativos”, Gorbachov confiaba en “evitar el despliegue masivo de misiles balísticos”.
“La inquietud existe, pero Gorbachov siempre ha tenido fe en que se puede evitar una nueva carrera armamentista y una Guerra Fría”, explica Palazhchenko, que le acompañó a todas las cumbres con estadounidense Ronald Reagan.
Su secretario insiste en que Gorbachov es un “político realista” que, en cualquier situación, “siempre intenta encontrar una tercera vía para solucionar el problema y rebajar la tensión”.
La URSS
Haga lo que haga, a Gorbachov le persigue como una maldición la desintegración de la URSS el 25 de diciembre de 1991. Son muchos en Rusia los que le siguen responsabilizando personalmente de lo que el actual presidente ruso, Vladímir Putin, llamó “la mayor catástrofe del siglo XX”.
“La opinión sobre Gorbachov entre los rusos ha mejorado con el paso de los años. La excepción son aquellos cuya postura es inamovible”, comenta su secretario.
No todos. Los nostálgicos comunistas siempre están dispuestos a acusarle de “traidor” y estos días en las redes sociales circulan vídeos sobre las funestas consecuencias de la caída de la URSS para sus habitantes.
El juicio de la historia
Gorbachov no ha cambiado su postura al respecto. Sigue considerando que era posible “reformar” la URSS, aunque la decisión de los dirigentes ruso, ucraniano y bielorruso de firmar la defunción del Estado totalitario a finales de 1991 hizo imposible dicha tarea.
“Gorbachov era consciente de que después del Golpe de agosto las repúblicas bálticas ya no querían ser parte de una nueva Unión Soviética, pero confiaba en que otras repúblicas sí entraran en una Unión renovada”, señalo Palazhchenko. Ahora, añade, sigue abogando por “una máxima cooperación” entre las antiguas repúblicas soviéticas, incluido a través de la integración económica.
“Gorbachov no es ningún traidor. Era un político honesto. En tal caso, el KGB es igual de culpable de la caída de la URSS”, comenta a EFE Ruslán Jasbulátov, antiguo presidente del Parlamento ruso, sobre el angtiguo servicio secreto del régimen soviético.
Recuerda que Gorbachov fue elegido en un momento en que “todos estaban cansados de los dirigentes estilo (Leonid) Brézhnev”, es decir, de la gerontocracia. “Parecía un político talentoso y hablaba bien, pero, en cuanto se topó con los primeros problemas económicos, demostró falta de visión estratégica. Nunca dejó de ser ese estudiante provinciano que llegó a Moscú de una familia campesina del sur de la URSS”, explica Jasbulátov,.
En su opinión, sus mayores errores fueron no centrarse en la reforma económica e insistir en renovar la Unión Soviética, en vez de reformar una Constitución anacrónica para finales del siglo XX.
“Tenía que haber aparcado la reforma política y mejorar la vida del ciudadano soviético. Le advertí de que la renovación de la Unión Soviética nos llevaría a una gran tragedia. Ese fue su mayor error”, dice.