FINANCIACIÓN
Según estimación, se han gastado ya 4.800 millones, un 55,83% por parte de los republicanos, actualmente en la oposición, y un 42,6% por parte de los demócratas.
“Hay dos cosas importantes en política. La primera es el dinero y no recuerdo la segunda”. La frase, atribuida al senador republicano Mark Hanna en 1895, sigue vigente en 2022, un año en el que se prevé que la financiación de las campañas de las legislativas de EEUU alcance cotas inéditas.
La organización OpenSecrets, que hace un seguimiento al dinero empleado en política y a su impacto en las elecciones, calcula que el coste de estos comicios de medio mandato, que se celebrarán el 8 de noviembre, superará los 9.300 millones de dólares.
De esa cantidad, según su estimación, se han gastado ya 4.800 millones, un 55,83 % por parte de los republicanos, actualmente en la oposición, y un 42,6 % por parte de los demócratas.
La Administración del presidente Joe Biden se juega su control del Congreso cuando en noviembre se renueven los 435 escaños de la Cámara de Representantes y poco más de un tercio de los del Senado, y la posibilidad de que ambas cámaras cambien de color político, del azul demócrata al rojo republicano, ha impulsado el coste.“Es un sector a prueba de recesión”, bromea Michael Toner, expresidente de la Comisión de Elecciones Federales (2002-2007), que destaca que estos récords se superan en cada ciclo. En las legislativas de 2018 se gastaron 7.100 millones de dólares.
La polarización del país y la sentencia de enero de 2021 del Tribunal Supremo, que revocó un fallo que desde hacía dos décadas fijaba límites a la capacidad de empresas y sindicatos para financiar las campañas de los partidos en elecciones federales, explican el aumento. Y, también, que actualmente es mucho más caro comunicar a gran escala.
A menos de tres semanas de las legislativas, sondeos de FiveThirtyEight dan a los demócratas 55 % de posibilidades de mantener el control del Senado y solo un 19 % de hacerlo en la Cámara de Representantes. A estas alturas en 2018, los candidatos a la Cámara de Representantes habían gastado 30 % menos que ahora, y la mitad quienes aspiraban al Senado.
El mayor contribuyente individual ha sido el inversor y filántropo George Soros, que ha aportado 128,4 millones a los demócratas.