VIOLENTAS PROTESTAS
Estudiantes que protestan van por la caída del gobierno.
Nicaragua continuaba ayer lunes bajo el caos pese a que el presidente Daniel Ortega revocó la polémica reforma al sistema de pensiones que hundió al país en violentas protestas, saqueos y choques con la policía, que han dejado 27 muertos en la última semana.
La vicepresidenta y primera dama Rosario Murillo intentó aliviar la tensión al anunciar la liberación de los detenidos en las protestas (unos cien), a petición del arzobispo de Managua Leopoldo Brenes, "estableciendo las bases del diálogo". Reveló también que una policía murió el domingo en las protestas. El Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) dijo que actualizó el conteo de víctimas fatales a 26, sin incluir a la policía, con lo que el total de muertos subió a 27.
El Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep), que ha sido aliado de Ortega en sus 11 años en el poder, mantuvo la convocatoria a una marcha contra el gobierno, mientras los estudiantes que iniciaron las protestas insisten en que no cesarán su movimiento.
Igualmente, el clima de distensión que intentó crear Ortega con el retiro de la reforma a las pensiones se disipó con una violenta arremetida policial la noche del domingo en la sede de la Universidad Politécnica, donde estaban atrincherados los manifestantes.
Ortega buscó el domingo aplacar la furia de las calles revocando los aumentos en las contribuciones obreras y patronales al fondo de pensiones que administra el Instituto Nicaragüense del Seguro Social (INSS). Esos incrementos fueron la chispa que encendió las protestas iniciadas el pasado miércoles por un grupo de estudiantes, que rápidamente se extendió a otros sectores de la sociedad.
Las manifestaciones iniciadas por los estudiantes recibieron el rápido apoyo de pobladores de barrios que salieron a sonar cacerolas, junto a obreros y jubilados disconformes con la corrupción que ven en el gobierno y el deterioro en sus condiciones de vida.
Las protestas recrudecieron el fin de semana, con barricadas de piedras y llantas incendiadas en las calles, mientras turbas saquearon comercios en varios puntos de la capital.
Antes de revocar la reforma al sistema de pensiones, Ortega había llamado a un diálogo con el sector privado para superar el impasse. Sin embargo, el Cosep dijo en un comunicado que condiciona su participación al fin de la represión y de la censura de la prensa, así como a una amplia participación ciudadana en las conversaciones.
En tanto, el obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, tampoco dio señales de acercamiento. "No veo condiciones para ningún diálogo con el gobierno de Nicaragua", dijo en Twitter. "Hay que detener la represión, liberar a los jóvenes presos, restituir la transmisión del (censurado) Canal 100% Noticias y discutir la democratización del país con todos los sectores", agregó el prelado.
Ortega y Murillo.
El grupo de estudiantes que lidera la manifestación contra el gobierno anunció que quiere la salida del presidente Ortega y de esposa, la vicepresidenta Murillo.
"Queremos paz, sí, con un cambio sí, fuera Daniel Ortega, fuera Rosario Murillo", dijo a periodistas un líder estudiantil de la Universidad Nacional Politécnica (Upoli), que no quiso ser identificado.
Para los estudiantes, esta ya no es una lucha en contra de la reforma jubilatoria de Ortega. "Quitaron la ley, sí está bien, fue nuestra primera batalla ganada, eso era lo que queríamos, pero nuestros muertos no valen una ley", señaló el líder estudiantil.
Ecos de las protestas.
Durante las manifestaciones, algunos "Árboles de la Vida", unas figuras de metal que el gobierno instaló en toda la capital, Managua, fueron cortados con sierras eléctricas e incendiados. Tras la caída de los armazones de hierro, que tomó al menos 30 minutos cada uno, los participantes gritaban y aplaudían victoriosos subiéndose a los "árboles caídos" para celebrar.
El gobierno de Estados Unidos ordenó ayer lunes la partida de Nicaragua de los familiares del personal de su embajada en Managua y autorizó la salida voluntaria de sus funcionarios en ese país. El Departamento de Estado recomendó además no viajar a Nicaragua "debido a crímenes y disturbios civiles".
Primer centroamericano en recibir el Premio Cervantes, el nicaragüense Sergio Ramírez dedicó ayer lunes el máximo galardón de las letras hispanas a la memoria de los manifestantes "asesinados".