PANDEMIA
La ciudad italiana de Nápoles pasó a “zona roja”; los hospitales están desbordados, y algunos pacientes son directamente atendidos en sus coches.
Más de 1,3 millones de personas han muerto en el mundo por el nuevo coronavirus, Estados Unidos y varios países de Europa siguen adoptando medida para frenar la segundo ola de la pandemia.
Austria y Grecia anunciaron que cerrarán escuelas, mientras que el primer ministro francés, Jean Castex, advirtió que hay que prepararse para convivir con el virus “largo tiempo”.
Pero el cansancio de las poblaciones aumenta.
En Portugal, donde ya impera un toque de queda nocturno, a partir de ahora también se instaura un toque de queda de fin de semana para el 70% de la población. Sin embargo, más de 500 personas desafiaron las prohibiciones para llevar a cabo una “Marcha por la libertad” en Lisboa. “La pandemia está ahí, tenemos que protegernos, pero sin matar la economía”, pedía Carla Torres, de 33 años, mientras desfilaba.
En Alemania, donde ya ocurren manifestaciones contra las restricciones desde hace semanas, centenares de personas volvieron a desfilar en Fráncfort y otras ciudades. La policía tuvo que utilizar cañones de agua para dispersar a algunos manifestantes.
El Consejo General del Colegio de Médicos español pidió por su parte la dimisión del coordinador sanitario del gobierno, Fernando Simón, “por su incapacidad manifiesta y prolongada a lo largo de la evolución de la pandemia por COVID-19”.
España, puesta como ejemplo al término de la primera oleada del coronavirus por la Organización Mundial de la Salud (OMS), ya cuenta más de 40.000 muertos, y tiene algunos de los peores indicadores del Viejo Continente.
La ciudad italiana de Nápoles, donde se han producido protestas, pasó a “zona roja”. Los hospitales están desbordados, y algunos pacientes son directamente atendidos en sus coches.
Igual aparecen algunas señales de que la situación comienza a revertirse en algunos países. En Francia, por ejemplo, las cifras comunicadas ayer sábado por las autoridades muestran lo que parecen ser los primeros signos de un cambio de tendencia y una reducción de los hospitalizados por covid en el país, lo que se puede interpretar como un efecto del confinamiento en vigor desde el 30 de octubre.
La agencia de salud pública francesa notificó 359 nuevas muertes por la pandemia en los hospitales, menos que los 467 del viernes.
Esa estadística, en cualquier caso, no integra los fallecimientos en las residencias que solo se actualizan dos veces a la semana, los martes y los viernes.
El número de hospitalizados bajó ligeramente a 32.468, frente a los 32.707 del viernes. No obstante, sigue por encima del pico de 32.292 que se había alcanzado en abril durante la primera ola epidémica.
Mientras Europa aumenta restricciones, América Latina y el Caribe, que acumula casi 421.00 fallecidos, inició recientemente el levantamiento progresivo de medidas en algunos países, como Chile, que ha anunciado la reapertura de su frontera a extranjeros tras ocho meses de cierre.
Nueva York.
Pero es sobre todo en Estados Unidos donde la situación es más alarmante: cerca de una de cada cinco muertes ha tenido lugar en este país, el más enlutado del mundo con 244.364 muertos.
En Nueva York, la ciudad estadounidense más afectada durante la primavera boreal, el número de test positivos -que permaneció un tiempo cerca del 1%- aumenta ahora diariamente y el viernes superó, por primera vez, el umbral crítico del 3%. El alcalde Bill de Blasio, que a finales de septiembre reabrió las escuelas públicas siguiendo un modelo semipresencial, instó a los padres de alumnos a “prepararse” para su cierre.
Sin embargo, el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, podría flexibilizar las normas que se impusieron en la Gran Manzana con la apertura de los colegios el pasado mes de septiembre con el objetivo de mantenerlos abiertos todo el tiempo posible ante el aumento de infecciones en la región.
“El cierre de colegios tiene efectos secundarios que la gente, ni siquiera se plantea”, dijo ayer sábado Cuomo, y apuntó al hecho de que dificulta mucho que los padres puedan ir a trabajar y crea problemas en la distribución de alimentos de los niños más desafortunados, que dependen de las comidas de los centros educativos.
Las autoridades de la ciudad de Nueva York establecieron que los centros se cerrarían si la tasa semanal media de infección superaba en 3%, aunque en la zona estatal el gobernador situó ese número en el 5%.
Con más de 23.000 muertos registrados en la metrópolis, aún está muy vivo el recuerdo de los camiones morgue y las tiendas levantadas delante de los hospitales en marzo y abril.
“Tendremos que cerrar todo”, advirtió el viernes Michael Mina, epidemiólogo de Harvard. “Y si no cerramos todo o buscamos alguna otra salida, la festividad de Acción de Gracias conducirá a otra explosión masiva de casos”.
El presidente Donald Trump, contrario a los confinamientos, que deciden los gobernadores en cada Estado, insiste que la solución pasa por distribuir cuanto antes las primeras dosis de una vacuna. Esa distribución, para las personas en situación de riesgo, podría llegar en “cuestión de semanas”, dijo Trump el viernes.
En medio del optimismo por las noticias prometedoras de una vacuna contra el COVID-19, la desconfianza de la población hacia la inmunización podría socavar el producto más eficaz, advirtió la división de inmunización de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Tras el anuncio de Pfizer y BioNTech del desarrollo de una vacuna eficaz en un 90%, queda por saber si los países pobres tendrán acceso a la vacuna.
Europa espera tener la vacuna en enero
La Agencia Europea de Medicamentos (EMA) prevé dar su visto bueno a una primera vacuna contra el nuevo coronavirus antes de fin de año para una distribución a partir de enero. “Si los datos son sólidos, podremos dar luz verde a la primera vacuna de aquí a finales de año y comenzar la distribución a partir de enero”, declaró Guido Rasi, director de la EMA, en una entrevista publicada ayer sábado en el diario italiano Il Sole 24 Ore.
Este organismo tiene como misión autorizar y controlar los medicamentos en la Unión Europea.
La EMA, que apuesta por seis o siete vacunas diferentes en 2021, recibió el viernes los primeros datos clínicos de Pfizer para su vacuna, precisa Guido Rasi. “Hemos recibido los datos preclínicos de AstraZeneca, los de los ensayos en los animales que ya están evaluándose y finalmente hemos tenido varias discusiones con Moderna”, explica.
Si se saca una vacuna al mercado en enero, sus primeros efectos sobre la propagación del virus “serán visibles en cinco o seis meses, esencialmente el verano próximo”, precisa.