Opinión de Fred Kaplan: Narrativa de Putin, difícil de vender

La guerra, que durante mucho tiempo dijeron que no se entrometería en la vida cotidiana del pueblo ruso, ha vuelto a casa.

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Vladimir Putin, presidente de Rusia
Vladimir Putin, presidente de Rusia.
Foto: AFP

The New Tork Times
El ataque con drones en Moscú mostró que la guerra es real y cercana, no solo para los ucranianos, sino también para los rusos.

El Kremlin afirma que la defensa aérea derribó o bloqueó todos los drones y que el daño causado en algunos edificios fue por fragmentos de metal de los fuselajes cuando caían del cielo.

Si esta afirmación es cierta, no importa. El ataque demuestra que los cielos de Rusia son porosos, que los civiles rusos son vulnerables. Esta nueva realidad trastorna la imagen que Vladimir Putin ha tratado de crear en los medios estatales de Rusia, una imagen que pinta la guerra como algo terrible pero distante.

La semana pasada, cuando las milicias proucranianas atravesaron la frontera suroeste y lucharon durante dos días en territorio ruso, Putin fingió que no había pasado nada. Como informó el New York Times, Putin “entregó medallas, se reunió con el patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa, recibió a líderes extranjeros aliados y tuvo una pequeña charla televisada con un juez ruso sobre cómo Ucrania no era un país real. … En público, no dice casi nada sobre el curso de la guerra y revela poca preocupación por los reveses de Rusia”.

Los vuelos sobre Moscú, que se producen unas semanas después de dos ataques con drones en el propio Kremlin, hacen que a Putin le resulte más difícil mantener esta ficción. Los ataques pueden haber causado poco daño físico, pero se escucharon explosiones, las ventanas se sacudieron (algunas se rompieron). El daño psicológico, y potencialmente político, no puede descartarse.

En teoría, estos ataques podrían tener un efecto galvanizador en la moral rusa, fortaleciendo el apoyo de la ciudadanía a la guerra contra Ucrania. Pero si persiste la lentitud del ejército ruso en el campo de batalla, y si la inminente ofensiva del ejército ucraniano atraviesa las líneas y recupera kilómetros de territorio cada vez más cerca de la frontera de Rusia, es más probable que estas penetraciones en los cielos de Moscú desmoralicen a los ciudadanos rusos, palpablemente conscientes de la guerra y ansiosos por verla terminar.

Putin, sus ayudantes y la mayoría de los ciudadanos rusos probablemente asumen que Ucrania lanzó los drones, pero, de nuevo, no importa mucho. Los señores supremos de Rusia no pudieron detenerlos. La guerra, que durante mucho tiempo dijeron que no se entrometería en la vida cotidiana del pueblo ruso, ha vuelto a casa.

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