BALOTAJE EN BRASIL
Mientras Bolsonaro recibe el apoyo de Neymar y otras estrellas del fútbol brasileño, Lula busca votos entre los evangélicos, un sector que mayoritariamente respalda al actual presidente.
Mezclar fútbol y religión con política puede resultar un coctel explosivo. Y eso se refleja en esta recta final de la campaña para la segunda vuelta electoral del domingo 30 en Brasil. El apoyo de Neymar a Jair Bolsonaro y la caza de votos entre evangélicos han despertado fuertes pasiones.
El último episodio de esta polémica fue ayer martes, cuando Ronaldo Nazario, exdelantero del Real Madrid y Barcelona, salió en defensa de Neymar.
“Hemos visto muchas veces a la propia prensa reclamar un posicionamiento político a nuestros jugadores y, de repente, cuando uno lo tiene, es masacrado. Es una injusticia muy grande”, afirmó Ronaldo en San Pablo al ser preguntado sobre si la postura de Neymar podría dividir más a un país ya altamente polarizado.
Neymar manifestó su voto a favor de la reelección de Bolsonaro antes de la primera vuelta del 2 de octubre, pero ahora se ha metido de lleno en la campaña para el balotaje.
El pasado fin de semana, el 10 de la Canarinha participó en una transmisión en directo junto con Bolsonaro, al que dijo respaldar por su defensa de “la familia y las libertades”.
Ese apoyo firme de Neymar no cayó bien entre algunos amantes de la selección y votantes de Lula, que manifestaron en redes sociales su deseo de que el combinado nacional fracase en el Mundial de Qatar.
Ronaldo remarcó, sin embargo, que “todo el mundo tiene derecho de declarar su voto y que nadie puede juzgarlo”.
“Yo sufrí eso en mi propia piel cuando declaré mi voto en 2014 a Aécio Neves (entonces candidato presidencial del Partido de la Social Democracia Brasileña, de centroderecha) y fui masacrado por ello. Por eso no voy a declarar mi voto ahora, por experiencia propia”, indicó.
En 2014, Aécio Neves perdió las elecciones en segunda vuelta ante Dilma Rousseff, sucesora de Lula y candidata a la reelección con el Partido de los Trabajadores (PT).
“Neymar y cualquier ciudadano tiene el derecho absoluto de declarar su voto y no ser cuestionado por eso”, subrayó Ronaldo.
Neymar no es la única estrella del fútbol brasileño que pide el voto por Bolsonaro. También apoyan la reelección del presidente exjugadores como Ronaldinho Gaúcho, Romario y Rivaldo. Y entre futbolistas vigentes están Felipe Melo del Fluminense, Lucas Moura del Tottenham, y Dani Alves de Los Pumas de México.
Según el historiador Joao Malaia, profesor de la Universidad Federal de Santa Maria, en Rio Grande do Sul, el mensaje de Bolsonaro cala más en los deportistas, muchos de los cuales se convierten rápidamente en millonarios a pesar de sus orígenes humildes.
El discurso del presidente “está muy basado en el éxito individual, en la capacidad que cada uno tiene para superar todas las dificultades. La trayectoria de un futbolista es un ejemplo de eso”, agrega.
Por Lula se manifestaron Paulinho del Bayer Leverkusen, y exfutbolistas como Raí, Walter Casagrande y Juninho Pernambucano, y el exseleccionador Vanderlei Luxemburgo.
“En Brasil impera una máxima: el fútbol y la política no se mezclan. Quien intenta luchar contra eso termina sufriendo muchas represalias, principalmente en el medio deportivo”, explica Malaia.
Guerra santa
La religión también se ha convertido en un campo de batalla en esta campaña electoral brasileña. Aunque siempre estuvo presente en la agenda política, la religión ha ganado un protagonismo sin precedentes en Brasil.
Con la Biblia como escudo y “Brasil encima de todo y Dios encima de todos” como lema, el mandatario brasileño ha peregrinado en los últimos meses por los templos para reafirmar el apoyo concedido por los evangélicos, grupo que representa alrededor del 30% del electorado.
Consciente de la influencia y poder de los evangélicos dentro y fuera de la política, Lula también ha centrado sus esfuerzos en la recta final de la campaña en intentar arrancar al presidente la bandera del “Dios y familia”.
Para ello, se ha rodeado en las últimas semanas de frailes franciscanos, monjas, curas y pastores evangélicos; ha besado santos; entonado cánticos religiosos; rezado, y recibido bendiciones para ratificarse como un hombre creyente en Dios y deshacerse de la imagen de “comunista”.
Para apaciguar los ánimos entre los evangélicos, Lula divulgó la semana pasada una carta dirigida a los evangélicos en la que se comprometió con la libertad de culto y con la familia. “La familia es sagrada”, declaró ante un grupo de evangélicos.
Lula fue un paso más allá y reiteró su rechazo personal al aborto, retractándose de unas declaraciones realizadas meses atrás, cuando consideró la interrupción voluntaria del embarazo una “cuestión de salud pública”.
La misiva, sin embargo, fue rechazada de plano por algunos de los más influyentes líderes evangélicos de Brasil, como el pastor Silas Malafaia, quien ha contribuido a propagar desde el púlpito que Lula cerrará iglesias si vuelve al poder, un extremo desmentido por el exmandatario de izquierda.
La lucha por el voto religioso ha fomentado la difusión de noticias falsas o fuera de contexto en las redes sociales. Desde grupos bolsonaristas se ha acusado a Lula de firmar pactos con el diablo, mientras que la oposición relacionó a Bolsonaro con la masonería.
El uso de la religión como arma electoral ha sido condenado vehementemente por el Episcopado brasileño, que en un comunicado lamentó la “intensificación de la explotación de la fe” como camino “para captar votos en la segunda vuelta” de las elecciones.
La tensión electoral en torno a la fe alcanzó incluso al cardenal brasileño Odilo Scherer, arzobispo de San Pablo, quien se vio obligado a justificar el color rojo de su sotana, ratificar su oposición al aborto y su creencia en Dios tras ser acusado de izquierdista por internautas.
“Me parece revivir los tiempos de ascensión del fascismo al poder. Y sabemos de las consecuencias”, alertó el cardenal, uno de los pilares del ala más conservadora de la Iglesia católica brasileña.
La encuesta del Ipec difundida este lunes muestra que el 7% de los votantes admite la posibilidad de reconsiderar sus opciones entre Lula y Bolsonaro. Ese contingente que aún no ha consolidado la opción de voto tiene en su composición una mayor proporción de votantes jóvenes, de bajos recursos y evangélicos, según informó a GloboNews la directora general del instituto, Márcia Cavallari.