Carlos Torralba / El País de Madrid
El Parlamento de Finlandia ha aprobado este viernes por un estrechísimo margen un proyecto de ley que permitirá a los guardias fronterizos, en ciertas circunstancias, impedir el paso a los inmigrantes que lleguen desde Rusia y denegar las solicitudes de asilo. Las medidas, tramitadas por procedimiento de urgencia, han despertado críticas de parte de la oposición, de organismos internacionales y de ONG, que denuncian que son anticonstitucionales y contrarias a los compromisos en materia de derechos humanos. El país nórdico, que mantiene cerrados todos sus cruces con Rusia desde diciembre, acusa a Moscú de facilitar y alentar la llegada a la frontera de migrantes procedentes de Oriente Próximo y África.
Las restricciones al asilo no entrarán directamente en vigor, sino que requerirán la aprobación conjunta del Gobierno -una coalición conservadora en la que se integra la ultraderecha- y del presidente, Alexander Stubb, para plazos prorrogables de un mes. La ley faculta a las autoridades a rechazar la entrada de los solicitantes de asilo, y a expulsar a los que lleguen a cruzar al país con la esperanza de obtener la condición de refugiado; da cobertura legal a las devoluciones en caliente, ilegales según la legislación internacional y comunitaria. Los guardias fronterizos no podrán vetar la entrada a niños ni discapacitados. La solicitud también se aceptaría si resulta “evidente que la persona corre un peligro real de ser sometida a pena de muerte, tortura u otros tratos que violen la dignidad humana”.
El pasado verano (en el hemisferio norte), tres meses después de que Finlandia ingresara en la OTAN, cientos de inmigrantes -sobre todo procedentes de Afganistán, Egipto, Irak, Somalia, Siria y Yemen- llegaron a distintos puestos fronterizos a lo largo de los 1.340 kilómetros que separan al país nórdico de su inmenso vecino. Unos 1.300 solicitantes de asilo cruzaron a Finlandia desde Rusia durante los últimos meses del año pasado, pero desde diciembre, cuando se cerraron los últimos cruces que permanecían abiertos, solo han entrado irregularmente unos 35 migrantes, según la radiotelevisión pública finlandesa. Aun así, el Gobierno finlandés, que acusa al Kremlin de “instrumentalizar la migración” como parte de sus “actividades de guerra híbrida”, afirma que cientos de asiáticos y africanos permanecen en ciudades rusas próximas a la frontera a la espera de una oportunidad que les permita llegar a la UE.
El proyecto de ley, válido durante un año, ha obtenido luz verde en el Parlamento con el respaldo de 167 de los 200 diputados de la Cámara: un solo voto favorable más de los necesarios, ya que la tramitación de urgencia requería una supermayoría de cinco sextos. Además de por los cuatro partidos que forman la coalición de gobierno -el conservador Coalición Nacional, el ultraderechista Partido de los Finlandeses, el cristianodemócrata y el Partido Popular Sueco de Finlandia-, las medidas han sido apoyadas por 37 de los 43 parlamentarios socialdemócratas y por el Partido del Centro.
Li Anderson, presidenta de Alianza de la Izquierda, ha reaccionado en X: “Día triste para el Estado de derecho finlandés y los derechos humanos”. En su mensaje en la red social, ha criticado a los diputados socialdemócratas que han apoyado las restricciones al asilo.
El primer ministro finlandés, Petteri Orpo, ha afirmado en rueda de prensa que la votación ha demostrado “una vez más” que “las cuestiones de seguridad unen a los finlandeses”.