Jordi Pérez Colomé / El País de Madrid
La detención del fundador de la app Telegram, Pável Dúrov, en Francia es extremadamente significativa. La base de la comunicación por internet es que las plataformas no son responsables del contenido que comparten sus usuarios. Pero eso no implica que pueda decirse de todo en una red. Cada app tiene sus criterios de moderación; Instagram por ejemplo, no permite el porno, mientras que X y Reddit, sí. Pero el porno es legal en la mayoría de países. ¿Qué ocurre con los contenidos ilegales como terrorismo, pedofilia, tráfico de drogas o discurso de odio?
Cada plataforma modera esos contenidos ilegales como puede y, además, todas reciben miles de peticiones de gobiernos para que revelen la identidad de usuarios que comparten contenidos delictivos. La mayoría de empresas acepta esas peticiones y colabora con las autoridades. La Fiscalía francesa ha publicado los cargos contra Durov, que se refieren a su “complicidad” o falta de atención y colaboración con autoridades al permitir la difusión de pornografía infantil o transacciones ilegales y de drogas, colaborar en fraudes o, incluso, “asociarse con criminales”, que está penado con cinco años de cárcel.
También X de Elon Musk, que cree que “moderación es otra palabra para definir censura”. Telegram tiene casi mil millones de usuarios y, de las grandes plataformas, es la que menos colabora y más manga ancha tiene. La propia compañía dice que “su moderación sigue mejorando” y que “es absurdo defender que una plataforma o su propietario son responsables por el abuso en esa plataforma”. Pero mientras, por lo que se sabe hasta ahora, Francia ha detenido y prolongado el cautiverio de Dúrov este lunes.
Para entender qué se juega en este caso, hay detalles importantes.
⚖️ Telegram abides by EU laws, including the Digital Services Act — its moderation is within industry standards and constantly improving.
— Telegram Messenger (@telegram) August 25, 2024
✈️ Telegram's CEO Pavel Durov has nothing to hide and travels frequently in Europe.
😵💫 It is absurd to claim that a platform or its owner…
1. Mejor pensar que es una red social
Para entender qué es Telegram, es más fácil pensar que es una red social que permite mensajes privados. La causa del éxito de Telegram son los grupos masivos que permiten mensajes y comentarios, es decir, la base de Telegram son millones de comunidades alrededor de una persona o tema: Alvise Pérez, Tsunami Democràtic, criptomonedas, ofertas de móviles, la vacuna del covid o los gatos. La variedad es infinita.
En esa variedad se cuela contenido que la mayoría de países considera ilegal. Un ejemplo reciente se dio en España, cuando la Audiencia Nacional quiso bloquear Telegram en España porque distribuía contenido televisivo con copyright. En Telegram hay canales que emiten partidos de fútbol en directo, series, películas o permiten descargas de libros.
2. La moderación es escasa
En sus normas, Telegram dice restringir el spam, la promoción de la violencia, el contenido sexual ilegal y “actividades que son reconocidas como ilegales en la mayoría de los países”, como la venta de droga, armas, documentos falsos o la publicación de detalles privados.
El problema es cómo encontrar y eliminar ese contenido entre millones de grupos, cuentas y usuarios. Telegram dice que usa una combinación de inteligencia artificial, moderación manual e informes de los usuarios, aunque “siempre favoreceremos la medida menos restrictiva posible para mantener un entorno digital seguro y abordar de manera decisiva el contenido malicioso”. Esta combinación de permisividad y ligereza al moderar hace que la plataforma sea ingobernable.
A Pável Dúrov esto le parece aceptable, a un gobierno europeo no.
3. La plataforma no es tan segura
La gran confusión con Telegram nace de su presunta seguridad. Aquí se confunden dos cosas: uno, Telegram está basado en Dubái, lejos de las legislaciones más restrictivas del mundo, y su fundador presume de libertario, lo que ha dado a su producto esta aura de paraíso para el activismo político y las opiniones radicales. Pero, y esto es el punto dos, Telegram no está cifrada por defecto. La propia compañía, o quien tenga acceso a ella, puede ver qué escribe o comparte cada usuario en los canales masivos. Solo para conversaciones secretas entre dos usuarios puede activarse el cifrado, pero ambos usuarios deben hacerlo voluntariamente, no viene de serie.
La gran diferencia aquí es que si Francia hubiera detenido a Mark Zuckerberg, el responsable de Meta no podría dar acceso a los mensajes ni fotos de sus usuarios en WhatsApp (sí a su identidad o a quién habla con quién) porque están cifrados, como ocurre también con Signal, Threema u otras.
La detención de Dúrov ha disparado teorías no solo sobre la moderación, sino también sobre el presunto interés francés en información confidencial de los usuarios. Por supuesto, también viene de ahí la especulación sobre el aparente acceso que tiene Rusia al contenido de Telegram.
4. El curioso caso de Rusia
Pável Dúrov es ruso y tiene también pasaporte francés. Se hizo célebre por crear VKontakte, el Facebook ruso, que tuvo que abandonar por presiones del Kremlin. Ahora, sin embargo, Telegram es la única gran aplicación de mensajería permitida en Rusia. Las apps de Meta están prohibidas y YouTube está a punto de ser también bloqueado. China tiene Telegram cerrado desde 2015.
La sospecha sobre la colaboración de Dúrov con Rusia viene de ahí. ¿Por qué a Rusia no le molesta Telegram y sí las demás? La compañía niega cualquier insinuación.
5. ¿Es buena para el activismo?
Si Telegram cifrara sus grupos, técnicamente sería mucho más complejo que cada comunidad tuviera tantos miembros. La decisión de no cifrar es una ventaja competitiva con sus rivales. Pero sus usuarios, sobre todo en zonas de conflicto o bajo gobiernos autoritarios, deben saber que Telegram quizá no comparta sus datos pero hay ciberagencias de gobiernos que tienen capacidad para acceder a esa información. También es más fácil crear campañas gubernamentales falsas para engañar a ciudadanos incautos.
A pesar de toda esta cautela, sigue siendo una herramienta que permite la libre comunicación de información para millones de ciudadanos, en muchos casos contra sus gobiernos. Su fin o declive sería una noticia de un impacto difícil de medir. Ese uso positivo se vería afectado si Dúrov, única cara visible de Telegram y central para su funcionamiento, acabara entre rejas.
6. La libertad de expresión y Europa
Elon Musk ha ridiculizado la acción francesa contra Dúrov: “En 2030 en Europa te ejecutarán por dar ‘me gusta’ a un meme”. En el fondo está el debate del límite de la libertad de expresión. Para Musk, la izquierda usa esas medidas para acabar censurando ideas que no le gustan.
POV: It’s 2030 in Europe and you’re being executed for liking a meme https://t.co/OkZ6YS3u2P
— Elon Musk (@elonmusk) August 24, 2024
En Europa se ve distinto. Guy Verhofstadt, ex primer ministro belga, dijo en X que “Telegram está en el centro del cibercrimen global. La libertad de expresión conlleva responsabilidades”.
Telegram sits at the centre of global cyber crime…
— Guy Verhofstadt (@guyverhofstadt) August 25, 2024
Free speech is not without responsibilities !https://t.co/UrCL3AQnGp
Más allá de este debate sin fin, está por ver lo que hará Bruselas. Cuando la Audiencia Nacional española abandonó la idea de bloquear Telegram, uno de los motivos del juez Pedraz era que debía ser una batalla europea, no nacional.
Telegram dice tener 41 millones de usuarios en Europa, justo por debajo del umbral de 45 millones que la Unión Europea ha puesto para ser una “plataforma online muy grande” y a las que afecta la nueva regulación de Servicios Digitales.
Telegram usa una fórmula peculiar para evitar caer bajo la obligación de compartir información con las autoridades de la nueva ley: “Algunos elementos no esenciales de los servicios proporcionados por Telegram pueden calificarse como “plataformas en línea” bajo la DSA (siglas en inglés del Reglamento de Servicios Digitales). En agosto de 2024, estos servicios tenían significativamente menos de 45 millones de usuarios activos mensuales promedio en la UE durante los 6 meses anteriores”, con lo que no caen bajo la nueva directiva.
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