La política de Estados Unidos es un factor clave que pesa sobre el régimen de Nicolás Maduro, con sus sanciones dictadas sobre todo en ocasiones en las que “salta a la vista” la ilegalidad o inconstitucionalidad de las acciones del gobierno venezolano.
Sin embargo, las ha aflojado últimamente, en algunos frentes, bajo la lógica de una “realpolitik”, es decir, una visión pragmática en función de sus propios intereses.
Una prueba de ello es que, a menos de una semana de las elecciones presidenciales en Venezuela del pasado 28 de julio, Estados Unidos aprobó una licencia a Reliance Industries, la mayor importadora de crudo venezolano de India, para que reanude esta compra del país caribeño. Se trata de un negocio importante que, no cambia el panorama de sanciones, pero le “da aire” a Maduro.
“Hubiera sido muy mal visto que Estados Unidos aprobara una licencia de ese porte luego de unas elecciones fraudulentas, por eso lo hizo antes de esa fecha. No quiso esperar”, afirmó a El País Francisco Monaldi, economista venezolano y director del Programa de Energía para América Latina de Rice University en Texas (EE.UU.).
“Esta es la primera licencia importante -además de la Chevron- para exportar que tiene Venezuela. Es una noticia muy buena para Maduro. Y es curioso que Estados Unidos lo haya hecho justo antes de las elecciones, lo que indica que los norteamericanos querían esa flexibilización”, dijo.
Todo indica que actualmente el régimen tiene un “colchón” tal, desde el punto de vista petrolero, que le permite no estar preocupado por un tiempo. Así lo ha manifestado a El País Luis Vicente León, director de la encuestadora venezolana Datanálisis, que maneja temas económicos.
“El gobierno ha encontrado la forma de salir adelante más allá de las sanciones de Estados Unidos y calcula que éstas no aumentarán porque a la administración Biden no le conviene, debido al contexto geopolítico internacional actual”, fundamentó León.
Ambos analistas se refieren a que, tanto la guerra en Ucrania como la de Medio Oriente, más las sanciones internacionales impuestas a Rusia y a Irán (proveedores de petróleo), han llevado a Estados Unidos a flexibilizarse con Venezuela para proteger sus propios intereses.
En el futuro inmediato, entonces, si bien es probable que Estados Unidos ejerza alguna nueva presión sobre el régimen de Maduro, tiene razones importantes para mantener una política pragmática en lo petrolero, por el complejo contexto internacional que afecta el suministro del crudo y sus precios. “Estados Unidos va a mantener su realpolitik, al menos en la Administración Biden y, si es electa, en la de Kamala Harris”, proyectó Monaldi.
A su entender, esto será así salvo que se vivan episodios muy evidentes y graves de represión social en Venezuela (que ya están ocurriendo). Pero, en principio, el status quo de las licencias petroleras que ya existen allí, se mantendrían. “Lo que sí es más improbable es que la Administración Biden llegue a autorizar nuevas licencias en este contexto”, agregó.
Consultado qué podría suceder con una Administración Trump, Monaldi respondió: “En ese caso, los escenarios son mucho más amplios, ya que Trump podría -siguiendo la posición de los halcones cubano-americanos- llegar a revocar algunas licencias petroleras o, el otro polo, ser transaccional, negociar con Maduro y otorgar licencias como le parezca”.
Entre esos dos escenarios extremos, Monaldi lanzó: “Sigo pensando que lo más probable es que la retórica sea más alta, pero las licencias continúen”.
Estatus de las licencias
En Venezuela, actualmente, existen tres licencias internacionales de explotación y producción petrolera: la de Chevron (de origen estadounidense), la de Repsol (española) y la de Maurel & Prom (francesa, de capital indonesio).
Legalmente, las empresas europeas no tienen que pedir autorización de licencia alguna a Estados Unidos, pero, por sus vínculos con ese país, han decidido no trabajar sin ésta. Repsol, por ejemplo, tiene operaciones muy grandes en el país del norte y está listada en la Bolsa de Nueva York. Algo similar sucede con Shell y BP en el tema del gas natural para exportar a Trinidad.
“Es muy improbable que una empresa internacional seria en este sector opere en Venezuela sin obtener una licencia de Estados Unidos”, resumió Monaldi.
Cabe agregar que hoy en día Chevron produce casi el 25% del petróleo de Venezuela, mientras que los joint-ventures Repsol-Pdvsa y Maurel & Prom-Pdvsa son pequeños, con producciones que no llegan al 2%. Por su porte, Reliance Industries -que es una compañía privada- representaba alrededor del 90% de las importaciones indias de petróleo procedente de Venezuela en 2023, según la empresa de inteligencia de datos Kpler.
“Error de cálculo”
Según Monaldi, Maduro consideraba que, a través de un llamado a las presidenciales, podría legitimarse ante la opinión pública internacional y eventualmente lograr el levantamiento de algunas sanciones que pesan sobre el régimen. Pero la capacidad de movilización de la fuerza opositora hizo que resultara todo lo contrario.
“Esa apuesta electoral del chavismo, dirigida en gran parte a la industria petrolera internacional, no le salió bien. Estados Unidos ya se manifestó y no reconoce los resultados electorales del Consejo Nacional Electoral (CNE)”, dijo.
Al cierre de esta edición, el clima en Venezuela era crispado, con protestas que reclamaban se le reconociera a Edmundo González su victoria, mientras fuerzas chavistas las reprimían. Se contabilizan más de diez muertos.
En ese contexto, León concluyó para El País: “Muchos analistas decidimos estar en off. Estamos tratando de que ésto no se vuelva una situación aún más violenta y, si declaramos, podemos romper cualquier posibilidad de ayudar a construir puentes”.
Petróleos de Venezuela con heridas profundas
La producción petrolera de Venezuela se ubicó en 910 mil barriles día en el pasado mes de junio, según el reporte de la OPEP. Ésta ha ido creciendo en los últimos meses, aunque muy lejos de, por ejemplo, los 2.373 millones barriles día que registró en 2016, habiendo llegado incluso a picos de 3 millones en algunos momentos de su historia. Según Monaldi, Pdvsa es difícil de remontar, debido al profundo desmantelamiento a nivel gerencial, técnico y de contratos que ha sufrido.
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