REINO UNIDO
Hizo suyo el compromiso a los británicos de su madre de “servicio durante toda la vida”.
El nuevo monarca del Reino Unido, Carlos III, se apoyó en la figura indiscutida de su madre, Isabel II, para lanzar su reinado y ganarse el apoyo de los ciudadanos.
Carlos no es un maestro de la oratoria. Abundan en el Reino Unido los chistes sobre su acento marcadamente esnob (el famoso “labio rígido” de la aristocracia).
Y aunque su popularidad ha crecido en los últimos años, siempre se le ha percibido como un personaje más bien antipático. Durante años llegó incluso a circular la hipótesis infundada de que abdicaría en su hijo, Guillermo, antes de asumir la Corona.
Por eso, buen sabedor de que ahora mismo su mayor patrimonio es ser hijo de su madre, presentó su misión como una continuación de la vida de servicio que Isabel II llevó.
En su primer discurso como rey, Carlos III prometió ayer servir “toda la vida”, como su difunta madre Isabel II.
“Mi amada mamá”, cuando cumplió 21 años, “se comprometió (...) a dedicar su vida, ya fuera corta o larga, al servicio del pueblo”, recordó el rey en su discurso a la nación, grabado en el Palacio de Buckingham y retransmitido por televisión.
“Yo les renuevo hoy esa promesa de servicio durante toda la vida”, agregó Carlos III, de 73 años, comprometiéndose a defender “los principios constitucionales”.
“A mi querida mamá, mientras comienzas tu último gran viaje para unirte con mi querido papá, quiero decirte simplemente esto: ‘Gracias. Gracias por tu amor y la devoción a nuestra familia y a la familia de naciones a la que has servido diligentemente todos estos años’”, le dirigió su hijo.
Vestido con traje y corbata negros, Carlos III apareció sereno y con gesto compungido al hablar a sus ciudadanos por primera vez como rey.
Al insistir una y otra vez en la vocación de “servicio” que presidirá sus acciones, se remitió directamente al célebre discurso que su madre dio en 1947 en Ciudad del Cabo (Sudáfrica) a la Commonwealth, que se convirtió en el “leitmotiv” de su reinado.
“La reina Isabel tuvo una vida bien vivida, una promesa con el destino cumplida. Ahora es llorada en el momento de su muerte. Yo renuevo hoy esa promesa de servicio a lo largo de mi vida”, dijo.
Baño popular
Horas antes de la difusión de su discurso, Carlos III había recibido su primer baño de masas en la plaza del Palacio de Buckingham, donde estrechó decenas de manos de ciudadanos.
El rey quiso así mostrar su faceta más humana y cercana, muy diferente a la imagen distante y estirada que siempre se le ha atribuido.
No escatimó el contacto y las sonrisas con el público, aunque sin llegar tan lejos como pretendía una espontánea que trató, sin éxito, de besar al nuevo monarca.
Miles de personas lo habían recibido con una ovación a su regreso a Londres desde Escocia, donde Isabel II falleció el jueves a los 96 años en el castillo de Balmoral.
“¡Dios salve al rey!”, gritó la multitud, cuando Carlos III bajó junto a su esposa, la reina consorte Camila, del Rolls Royce oficial que los llevó desde el aeropuerto hasta las verjas de Buckingham, donde se izó por primera vez para él el estandarte real.
Dando un largo paseo, el nuevo monarca estrechó muchas manos y recibió de viva voz los mensajes de condolencias y apoyo.
Convertido automáticamente en rey a la muerte de su madre, será oficialmente proclamado monarca hoy sábado.
Camila y los hijos
“Cuento con la ayuda amorosa de mi querida esposa Camila. En reconocimiento de su leal servicio público desde nuestra boda hace 17 años, se convierte en mi reina consorte. Sé que ella aportará a su nuevo rol la devoción firme por el deber”, dijo.
El jueves, Carlos III anunció el nombramiento de su hijo mayor Guillermo, de 40 años, como nuevo príncipe de Gales. Su esposa Catalina será princesa de Gales, título no utilizado desde la muerte en 1997 de Lady Di.
En su discurso, el nuevo monarca también expresó su “amor” a su hijo menor, Enrique, de 37, y la esposa de este, la exactriz estadounidense Meghan Markle, que “continúan construyendo sus vidas en el extranjero”. La familia real mantenía una tensa relación con la pareja desde que abandonaron sus funciones en 2020 y se fueron a vivir a Estados Unidos.
El primer acto del rey en Buckingham fue reunirse con la nueva primera ministra, Liz Truss, nombrada el martes en reemplazo de Boris Johnson. Truss no tuvo tiempo de celebrar con Isabel II ninguna de las habituales audiencias periódicas entre los jefes de Estado y de gobierno.
Isabel II era “una de las mayores líderes que el mundo haya conocido”, dijo Truss horas antes durante un homenaje en el Parlamento.
Más tarde, la primera ministra leyó un pasaje de la Biblia en un oficio religioso celebrado en honor de la reina en la catedral de San Pablo: “Ninguno de nosotros vive para sí mismo, y ninguno muere para sí mismo, porque si vivimos, vivimos para el Señor, y si morimos, morimos para el Señor”.
Las campanas de la gran catedral anglicana sonaron al mediodía, como las de la Abadía de Westminster y otras del país, en honor de la difunta mo- narca. También se dispararon 96 salvas de cañón en varios lugares del Reino Unido, por los años de vida de la reina.
Tras la enorme popularidad de la que disfrutaba Isabel II, el futuro de la monarquía británica se presagia más complicado con Carlos III.
Los británicos prefieren a su hijo Guillermo y a la esposa Catalina, que junto a sus hijos pequeños, Jorge, Carlota y Luis, aparecen como una familia más moderna.
Tras el fallecimiento de la reina Isabel II, los próximos días hasta su funeral en la Abadía de Westminster en Londres ya están planificados de manera precisa.
El transcurso de este momento histórico se ha preparado meticulosamente durante años y sus detalles se revisan regularmente en el plan “London Bridge” (Puente de Londres). Sin embargo, el protocolo cambia por el fallecimiento el jueves de la reina en Escocia, sumándose así la operación Unicornio.
Hoy sábado un consejo de altos dignatarios se reúne en el Palacio de San Jaime de Londres y proclama a Carlos III como nuevo rey. La proclamación es transmitida por la figura más alta de la nobilísima Orden de la Jarretera y media docena de heraldos en carruajes que van a leerla a Trafalgar Square y a la sede de la bolsa Royal Exchange.
El Parlamento promete lealtad y el nuevo rey recibe al primer ministro y a los principales ministros.
Mañana domingo el féretro de la reina será llevado al Palacio de Holyroodhouse en Edimburgo.
El lunes el féretro debería ser llevado en procesión a la cercana catedral de Saint Giles, que acogería un servicio religioso con miembros de la familia real. Carlos abandona Londres para realizar una gira por Escocia, Gales e Irlanda del Norte.
El martes el ataúd llega Londres. El miércoles habrá una procesión por el centro de Londres para llevar el féretro del Palacio de Buckingham a Westminster. Los restos de la monarca permanecerán allí cuatro o cinco días. Los británicos podrán acudir a presentar sus respetos 23 horas al día. El lunes 19 es el día fijado para el funeral en la Abadía de Westminster. Tras la ceremonia, la reina será enterrada en privado en la Capilla de San Jorge del castillo de Windsor, junto a su marido el príncipe Felipe.
Proclamación
Carlos III será proclamado formalmente como nuevo rey hoy sábado en el palacio de St James de Londres por el Consejo de Ascensión, un órgano ceremonial histórico que se reúne para designar a cada uno de los nuevos monarcas del Reino Unido. A las 9.00 horas de Londres (las 6.00 de la mañana en Montevideo) comenzará la ceremonia del Consejo de Ascensión, a la que asistirán algunas de las principales figuras políticas y sociales del Reino Unido.
Los Carlos I y II, dos reinados que no enorgullecen a los británicos
Antes de confirmarse que el primogénito de Isabel II será llamado Carlos III, el sucesor al trono británico llegó a plantearse reinar con otro nombre para evitar asociaciones con infames capítulos de la historia durante los reinados de Carlos I y Carlos II.
El motivo, según las explicaciones dadas, sería no revivir en el imaginario colectivo capítulos sanguinarios de la historia nacional.
Carlos I ha pasado a la posteridad como el único monarca inglés que fue ejecutado, en 1649, tras haber abocado al país a una guerra civil. El reinado del primer Carlos -hijo de Jaime I y nieto de María Estuardo- supuso, para la mayoría de los libros de Historia, un retroceso en la Monarquía británica y un motivo de sonrojo.
Su hijo, Carlos II, pasó casi 20 años exiliado tras la decapitación de su progenitor y su posterior etapa como rey tampoco es motivo de orgullo para los británicos.
A la plebe no le gustó el estilo de vida libertino del soberano -al que llegaron a apodar el “alegre monarca”- o el hecho de que procreara incontables hijos ilegítimos con una colección de amantes pero, irónicamente, ninguno con su esposa, Catalina de Braganza.
A su regreso a Inglaterra tras su largo exilio, Carlos II jamás perdonó a los ejecutores de su padre. Entre otras drásticas medidas, ordenó desenterrar los cadáveres de Cromwell y otras personas involucradas en la muerte de Carlos I para someterlos a una ejecución póstuma. Al contrario que su progenitor, este Carlos supo gestionar con inteligencia las relaciones entre Corona y Parlamento y favoreció la cultura y la ciencia. Sin embargo, su conversión al catolicismo le hizo impopular en Inglaterra y su reinado quedó marcado por tragedias, como la gran peste de Londres y el gran incendio que asoló la capital en 1666.