Desde el fatídico 7 de octubre, cuando el ataque perpetrado por Hamás en territorio israelí dejó más de 1.200 víctimas en Israel, la uruguaya Milka Chesler ha desempeñado un papel fundamental en una tarea tan angustiante como necesaria: la identificación de cuerpos y restos humanos a través de sus piezas dentales.
En un contexto marcado por la tragedia y la urgencia, cuando los cuerpos no tienen rostro y ni siquiera quedan huellas dactilares, este recurso se ha convertido en la única manera de dar respuestas a las familias afectadas. Y Chesler, que trabaja de forma voluntaria en la Unidad de Identificación Criminal de la Policía de Israel como odontóloga forense, es parte de ese proceso.
“Trabajamos en los casos difíciles, víctimas que no pueden ser identificados de otra manera. La identificación científica se hace por huellas dactilares, cuando quedan, pero en este caso, en las víctimas del 7 de octubre, no había huellas. La identificación también se hace por ADN o por la información de la dentición de la víctima”, explica Chesler, que desde aquel día trabajó “las 24 horas durante tres semanas” con el equipo de medicina forense.
“Al principio no sabíamos cuál era la dimensión (de la masacre), hasta que nos iban avisando que llegaba otro camión con 100 víctimas más y otro camión con 80 más y otro camión con niños mutilados y otro camión con familias enteras incineradas”, narra.
“Eso fue el 7 de octubre, que en realidad, todavía sigue. El 7 de octubre no se terminó. Nosotros todavía no terminamos el trabajo, seguimos recibiendo víctimas. La unidad sigue trabajando, mis colegas están todavía allí haciendo el trabajo día a día”, dice la odontóloga, que vino a Uruguay para visitar a su familia.
Hasta el ataque de Hamás, Chesler estaba acostumbrada a identificar cuerpos y restos de víctimas de accidentes, de incendios e inundaciones y de desastres naturales como terremotos y tsunamis, dado que Israel ha colaborado con otros países que sufrieron esas catástrofes.
“Nosotros ya estamos bastante... No quiero decir acostumbrados, pero estamos haciendo este trabajo desde hace muchos años y somos gente que puede y sabe hacerlo”, dice. Y sigue: “Sabemos desconectar la parte afectiva en el día a día, al trabajar básicamente con desastres naturales. Pero esta vez fue diferente. Esto que pasó fueron atrocidades causadas por una organización terrorista. Y se hace muy difícil separar lo emocional”. Y reafirma: “Fue mucho más difícil por las dimensiones, no solo en la cantidad, sino también en el estado en que llegaban las víctimas”.
Chesler busca las palabras para describir ese estado. “Es innombrable. Son innombrables las atrocidades que cometieron. (Cuerpos) violados, mutilados, incinerados, atados, quemados de más de a uno, abrasados, desfigurados totalmente con una maldad que nos tiene que abrir los ojos. Un grado de maldad que nadie de nosotros conocía. Eso es lo que nos tiene que hacer prender la luz roja”, advierte. “Esto no es una guerra normal. Esto es algo mucho más allá de lo que estamos entendiendo todavía, porque todavía estamos ‘dentro’ de esta situación. Pero es entre el bien y el mal”, afirma la profesional uruguaya.
Como si el horror de la masacre no fuera suficiente, Chesler cuenta que ha habido entierros de restos de víctimas y después “se han encontrado otras partes”. “Recibimos el cráneo de un cuerpo que ya fue enterrado, por ejemplo”, relata.
Vocación
Milka Chesler estudió odontología en la Universidad de la República, donde se graduó en 1988. Quería especializarse en cirugía maxilofacial y así lo hizo en Israel, donde se radicó al año siguiente. A la Unidad de Identificación Criminal de la Policía de Israel llegó en 2010.
“Me interesé en el tema por algo que pasó, por un incendio muy feo que hubo en Israel y donde les estaba costando la identificación. Todos los medios estaban hablando de eso; yo entendí que ahí estaban trabajando dentistas, ¿y cómo era posible que yo no supiera ni quiénes eran ni qué estaba pasando, ni cómo podía ayudar?”, relata.
Después se dio una coincidencia: “Al mismo tiempo que yo los busqué, también una colega que estaba ya trabajando en eso me estaba buscando a mí”. Su colega la invitó a participar de un curso, ya que querían agrandar la Unidad de Identificación Criminal. “Y de ahí, pasito a pasito, fui al primer curso, fui el segundo y entré”, relata Chesler.
La finalidad de su trabajo, explica, es que “cada resto humano reciba su nombre, sea entregado a la familia y sea enterrado para que puedan cerrar el ciclo”.
Sobre el ataque de Hamás, la odontóloga advierte que “hay que escuchar”. “Cuando el Islam dice cuáles son sus metas, me parece que los tenemos que escuchar. Lo estuvieron diciendo. Que quieren que desaparezca el Estado de Israel, que nos quieren matar a todos, que no quieren que estemos ahí... Lo dicen una vez, dos veces, 500 veces”.
En ese sentido, cree que lo que pasó “es un llamado al mundo”, y a Uruguay, concretamente, le pide que reconozca a Hamás como organización terrorista. “Espero que lo haga pronto. Eso tiene implicaciones mucho más allá de ‘Israel sí o Israel no’”, asegura.
“Y Hamás es una dictadura sobre el pueblo palestino como no hay otra. El pueblo palestino es víctima de Hamás. Ellos son las primeras víctimas” con los túneles que la organización construye bajo hospitales y escuelas, ejemplifica. “Nosotros somos los vecinos, que estamos pagando muy caro el ataque del 7 de octubre. Pero es un llamado al mundo, y espero que Uruguay lo entienda”, concluye.
El recuerdo de un día negro para Israel
El 7 de octubre quedó grabado a fuego en la memoria de Chesler. “Esto fue muy temprano de mañana. Al ser sábado, yo estaba durmiendo como buena uruguaya. Ese día estábamos invitados a ir a la casa de unos amigos en el centro sur del país”, recuerda. “Me desperté con el teléfono sonando a lo loco, algo estaba pasando. Enseguida vi en la televisión lo que estaban filmando del ataque. Decían que había habido un ataque muy grande de una organización terrorista en el sur, que estaban entrando y llegando bastante adentro del país. Y en cuanto vimos las imágenes, entendí que iba a tener que empezar a trabajar”.
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