AFP
A sus 60 años, Boris Nadezhdin, discreto veterano de la política rusa, sorprendió al lograr movilizar la multitud de rusos partidarios de la paz en Ucrania y anunciar que pretende desafiar a Vladimir Putin en las elecciones presidenciales de marzo.
En un país donde criticar al Kremlin se castiga con cárcel, su candidatura supone un soplo de aire fresco, para los detractores anónimos del régimen ruso, que buscan una manera de expresarse sin poner en riesgo su libertad.
Nadezhdin presentó el miércoles ante la comisión electoral más de 100.000 firmas de apoyo, un paso obligatorio para validar su candidatura.
“Muchas gracias a los que han creído en nosotros”, declaró. “Nadie lo creía hace un mes y algunos aún dudaban hace dos semanas. Millones de personas (me) apoyan”, agregó.
La comisión electoral deberá tomar una decisión en un plazo de 10 días, durante el cual verificará la “autenticidad” de las firmas aportadas.
En una entrevista con la AFP la semana pasada, Nadezhdin calificó de “pesadilla” la ofensiva rusa contra Ucrania y denunció el cuarto de siglo de deriva autoritaria de Putin.
“Mi candidatura le da a la gente una ocasión única de protestar legalmente contra la política actual”, afirma este hombre fuerte y de barba canosa.
Entre sus promesas electorales, figura cesar los combates, poner fin a la “militarización” de Rusia y liberar a todos los prisioneros políticos, como el opositor Alexei Navalni.
Este casi ignoto opositor afirma que no sabe por qué se ha librado de la cárcel hasta ahora, cuando otros militantes han sido encarcelados por declaraciones como las suyas. Quizás Putin “no me considera una terrible amenaza”, admite.
El Kremlin no oculta su desprecio. “No lo consideramos un adversario”, declaró Dmitri Peskov, portavoz de Putin.
Poco conocido fuera del minúsculo entorno liberal, Nadezhdin cuenta que se lanzó en octubre porque ninguna figura destacada contraria a Putin había dado el paso.
Cita, entre ellos, al exalcalde de Ekaterimburgo, Evgueni Roizman, o al premio Nobel de la Paz y director del diario de oposición Novaia Gazeta, Dmitri Muratov.
“Sé que será duro vencer a Putin”, admite, aunque espera un buen resultado, que signifique “el principio del fin” de la era del presidente ruso.
Carrera discreta
A lo largo de los últimos 30 años, Nadezhdin ha llevado a cabo una carrera pública discreta a la que ha sumado un rol de asesor de figuras conocidas.
Aparte de un breve paso como diputado de la cámara baja del parlamento (2000-2003), sus funciones electivas se limitaron al ámbito local.
Es representante municipal de Dolgoprudni, una ciudad a 20 km de Moscú, donde sus padres se instalaron en 1969, cuando tenía seis años.
Nacido en 1963 en el Uzbekistán soviético, de una madre profesora de música de origen judío y de un físico ruso, siguió los pasos de su padre.
Diplomado en Física, y luego en Derecho, obtuvo su primer mandato como concejal municipal en Dolgoprudni en 1990. Entre 1997 y 1999, colaboró con Boris Nemtsov, que se erigió en líder opositor a Putin, hasta su asesinato en 2015.
Nadezhdin colaboró entonces con Serguéi Kirienko, ex primer ministro liberal y hoy figura clave del Kremlin.
También trabajó con Putin durante su primer mandato, pero rompió relaciones en 2003, por la detención del opositor y director del grupo petrolero Yukos, Mijail Jodorkovski.
“Hace décadas que critico a Vladimir Putin”, quien “ha concentrado demasiado poder entre sus manos”, afirma.