Antes de la esperada reapertura de la catedral de Notre Dame en París, ocho de sus campanas han sido renovadas y bendecidas para su reinstalación en la torre norte. Este proceso, cargado de simbolismo, marca un paso clave en la restauración del emblemático templo tras el devastador incendio de 2019.
Philippe Jost, responsable de supervisar la reconstrucción, calificó la reinstalación de las campanas como un momento “hermoso, importante y simbólico”. “Yo las he llamado la ‘voz de la catedral’”, afirmó.
El sonido de las campanas ha sido una presencia constante en los paisajes europeos durante más de 800 años. En ese tiempo, numerosos incendios en catedrales han requerido la reposición de estas piezas esenciales, y Notre Dame no es la excepción.
Simbolismo medieval
La relación entre las campanas y las iglesias está impregnada de rituales y creencias. En 1320, el campanario de la catedral de Bangor, en Gales, fue consumido por un incendio, lo que llevó a su obispo a solicitar el perdón del impuesto eclesiástico anual. De esa misma época data el Pontifical de Bangor, un texto religioso que incluye las únicas instrucciones medievales conocidas en el Reino Unido para la bendición de campanas.
Este rito, conocido como el “bautismo de campanas”, varía ligeramente entre culturas y denominaciones, pero generalmente incluye la unción de las campanas con aceite y el encendido de incienso bajo ellas. Durante la ceremonia, las campanas suelen recibir un nombre, usualmente el de un santo, y en ocasiones, una inscripción.
El nombre elegido dependía del patrocinador: si era la comunidad local, se optaba por un santo relacionado con la iglesia; si era un individuo o gremio, se escogía un santo que reflejara sus intereses o prácticas devocionales.
Por ejemplo, en el Priorato de San Bartolomé en Londres, una campana de 1510 llevaba la inscripción Sancte Bartholemeo Ora Pro Nobis (“San Bartolomé, ruega por nosotros”). De manera similar, un campanero podía dedicar su creación a San Dunstan, patrón de los campaneros y pionero en la forja de campanas en el siglo X.
Protectoras
En la Edad Media, se creía que las campanas podían invocar protección divina. Al ser consagradas y recibir un nombre, se buscaba la intervención del santo asociado. Sonaban durante tormentas para ahuyentar a los espíritus malignos responsables del mal tiempo, o tras la muerte de una persona para proteger su alma en su camino al Purgatorio.
Jacobus de Voragine, cronista italiano del siglo XIII, describió este poder en La leyenda dorada: “Los espíritus malignos que habitan en el aire tiemblan al oír las trompetas de Dios, que son las campanas, y al ver los estandartes que ondean en lo alto. Por eso las campanas suenan durante las tormentas, para avergonzar y ahuyentar a los demonios y cesar los embates del clima”.
Además de su carga espiritual, las campanas eran esenciales para la comunicación. En 1552, el obispo Hugh Latimer observó que si todas las campanas de Inglaterra sonaran al mismo tiempo, prácticamente no habría un lugar en el que no se escucharan. Incluso estudios modernos han destacado su relevancia: un análisis de 2015 encontró que el límite sonoro de una iglesia en Oxfordshire coincidía casi exactamente con los límites del pueblo, subrayando su papel como marcadores territoriales y protectores.
Paso crucial
Cuando la obra maestra gótica del siglo XII se incendió en 2019, el presidente francés, Emmanuel Macron, prometió no solo reconstruirla en cinco años, sino hacerla “aún más hermosa” que antes, un objetivo que las autoridades francesas ahora afirman que se ha cumplido. “Ustedes transformaron el carbón en arte, fue una herida nacional y ustedes fueron la sanación con su compromiso y trabajo”, aseguró en un discurso desde el icónico templo, al agradecer a los cientos de personas que participaron en la restauración. Alrededor de 250 empresas y cientos de expertos se movilizaron para una restauración que costó 700 millones de euros en donaciones puras en lo que se denominó la “obra del siglo”.
Las llamas arrasaron el tejado y el armazón de la catedral. Su icónica aguja, construida por Viollet-le-Duc en el siglo XIX, se derrumbó y se reconstruyó de forma idéntica. El incendio, cuyas causas todavía no se han identificado, dio la vuelta al mundo. Con este legado histórico, la restauración de las campanas de Notre Dame no es solo un hito arquitectónico, sino un acto cargado de simbolismo. Estas piezas, que durante siglos han sido emblema de protección y comunicación, vuelven a ocupar su lugar en la catedral, resonando como un eco de la resiliencia humana y espiritual. (Con información de The Conversation y AFP)