EL PAÍS DE MADRID Y AFP
Guantánamo creó un sistema policial y penal sin garantías en el que solo importaban dos cuestiones: cuánta información se obtendría de los presos, aunque fueran inocentes, y si podían ser peligrosos en el futuro.
Ancianos con demencia senil, adolescentes, enfermos psiquiátricos y maestros de escuela sin ningún vínculo con la yihad fueron conducidos al presidio y mezclados con verdaderos terroristas como los responsables del 11-S. WikiLeaks difundió las fichas militares secretas de 759 de los 779 presos que pasaron por la prisión, de los cuales unos 170 siguen recluidos.
Las tripas de la cárcel quedan recogidas en 4.759 folios firmados por los más altos mandos de la Fuerza Conjunta. Las páginas revelan que 130 prisioneros que dejaron la base naval eran considerados "de alto riesgo"; sin embargo, fueron liberados sin haber sido rehabilitados y a otros inocentes, en cambio, los mantuvieron encarcelados.
Los informes, fechados entre 2002 y 2009, que en la mayoría de los casos tienen como finalidad recomendar si el preso debe continuar en el penal, ser liberado o trasladado a otro país, documentan por primera vez cómo valoraba EE.UU. a cada uno de los internos y lo que sabían de ellos. Revelan un sistema basado en delaciones de otros internos, sin normas claras, basado en sospechas y conjeturas, que no necesita pruebas para mantener a una persona encarcelada largo tiempo -143 personas lo han estado más de nueve años- y que establece tres niveles de riesgo que se definen con apenas una frase. El más alto solo implica que la persona "probablemente" supone "una amenaza para EE.UU., sus intereses y aliados"; el medio, que "quizá" lo suponga; y el bajo, nivel en el que aparecen catalogados 160 presos que han estado ocho y nueve años en la prisión, que es "improbable" que sea un riesgo para la seguridad del país.
Hay casos, según revelan los informes secretos, en los que ni siquiera el Gobierno sabe los motivos por los que alguien fue trasladado a Guantánamo, y otros en los que ha concluido que el detenido no suponía peligro alguno: un anciano de 89 años con demencia senil y depresión que vivía en un complejo residencial en el que apareció un teléfono por satélite; un padre que iba a buscar a su hijo al frente talibán.
EE.UU. determinó que 83 presos no suponían ningún riesgo para la seguridad de la nación, y de otros 77 se reconoce que es "improbable" que sean una amenaza para el país o sus aliados. El 20% de los presos fue conducido al penal de forma arbitraria según las propias valoraciones de los militares estadounidenses. Si a ese dato se añade el de aquellos que solo "quizá pudieran entrañar un peligro", 274 en total, se concluye que EE.UU. no creyó seriamente en la culpabilidad o amenaza de casi el 60% de sus prisioneros. Se encarcelaba a los presos fundamentalmente para "explotarlos", según su propia terminología; por si sabían algo que pudiera ser útil.
Guantánamo es una cárcel, pero la prioridad no es imponer sanciones por delitos cometidos. Solo siete presos han sido juzgados y condenados hasta el momento: seis en la base y uno en un tribunal civil de Nueva York. Lo que se pretende fundamentalmente, según muestran los informes, es obtener información a través de los interrogatorios. Uno de los dos parámetros que se maneja para decidir si se puede liberar o no a un preso es precisamente su "valor de inteligencia".
La prisión funciona como una inmensa comisaría de policía sin límite de estancia y en la que la duración del castigo no es proporcional al supuesto hecho cometido. Las fichas secretas muestran a unos reclusos tratados como presuntos culpables que deben demostrar no solo su inocencia sino su falta de conocimiento sobre Al Qaeda y los talibanes para obtener la libertad. El único delito que las autoridades adjudican a algunos de ellos ha sido tener un primo, amigo o hermano relacionado con la yihad; o vivir en un pueblo en el que ha habido ataques importantes de los talibanes; o viajar por rutas usadas por los terroristas y, por lo tanto, conocerlas bien.
A pesar de su empeño en obtener información en la lucha contra el terrorismo, nueve años y tres meses después de la apertura de Guantánamo los informes revelan que solo el 22% de los presos ha presentado un nivel de interés alto para inteligencia. En el 78% restante, el valor informativo de los presos era medio o bajo.
¿Cuánto vale un preso?
Alto, bajo o medio. A las autoridades militares de EE.UU. les bastaban estas tres palabras para calibrar el riesgo que suponía cada preso de Guantánamo y el volumen de información que podían obtener de él. De las 759 fichas difundidas, solo las referidas a 152 reclusos merecen el máximo valor para el Departamento de Defensa. Las autoridades atribuyen un valor medio o bajo a 531 supuestos yihadistas, deja sin evaluar a otros 62 y considera que ha "explotado" al máximo a una veintena, es decir, que se obtuvo de ellos toda la información posible. El 42% de los hombres que han pasado por el penal están clasificados de alto riesgo, lo que supone que es "probable" que el recluso en cuestión suponga una amenaza. Pero el 58% restante soporta acusaciones mucho más endebles, que varían del riesgo medio, al bajo e incluso al nulo. De los 485 presos que han estado cuatro años o más en el penal, 215 son clasificados como de riesgo medio, bajo o nulo. Y de esos mismos 485, más de 300 tenían un valor nulo, bajo o medio para los servicios de espionaje, según las fichas secretas. La media de estancia en prisión ronda los cuatro años.
La promesa que Barack Obama no pudo cumplir
La Casa Blanca no ha podido cerrar Guantánamo. Cuando Obama prometió la clausura, el presidente acababa de jurar su cargo y todavía flotaba en los ideales desplegados en la campaña. La realidad, graves errores de cálculo, dispersión y quizá incluso ingenuidad, mezclados todos ellos con el du-ro juego político del Capitolio, hicieron que la Administración perdiera la batalla.
Dos veces consecutivas, y cada vez de forma más dura y tajante, el Congreso prohibió en 2009 y 2010 el uso de fondos públicos para el traslado de presos de Guantánamo a cualquier punto continental de EE.UU. y Hawai.
El Departamento de Justicia estudió simultáneamente el traslado de algunos presos a terceros países y la evacuación a prisiones regulares en territorio norteamericano de otros. Dieciséis naciones acogieron en sus territorios a 30 reos. Pero entre 50 y 60 permanecen hoy formalmente libres en la base naval a la espera de algún país que los reciba. Solo uno fue trasladado a EE.UU., Ahmed Ghailiani, al que la Casa Blanca vio como un modelo a seguir con el resto de la población de Guantánamo. El fracaso fue estrepitoso. En noviembre pasado un jurado de un tribunal de Nueva York solo fue capaz de probar uno de los 285 cargos que se imputaban: conspiración para destruir propiedades y edificios de EE.UU.
A principios de este mes, el mismo día en que Obama anunciaba su candidatura a 2012, el fiscal general del Estado, Eric Holder, anunciaba el fracaso de intentar juzgar en un tribunal ordinario en Nueva York -o cualquier otra parte de EE.UU.- al cerebro de los ataques del 11 S, Jaled Sheik Mohamed, y cuatro acusados más. Los cinco presos más valiosos comparecerán ante las polémicas comisiones militares inventadas por Bush y serán juzgados según los procedimientos de un consejo de guerra. La consolidación del limbo jurídico de Guantánamo quedaba perpetuada.
La cifra
130 Eran los prisioneros de "alto riesgo" que fueron liberados de Guantánamo; 160 inocentes fueron encarcelados sin razón.
Prepararon ataque a un aeropuerto de Londres
Al Qaeda había iniciado los preparativos para cometer un atentado en el aeropuerto londinense de Heathrow, como los del 11 de septiembre, según documentos proporcionados por WikiLeaks y publicados ayer por la página web de la revista alemana Der Spiegel.
El "cerebro" de los atentados de 2001 en Estados Unidos y número tres de Al Qaeda, Jalid Cheij Mohamed, formó en 2002 células para preparar este ataque, según informes secretos.
Se trataba de desviar un avión poco después de su despegue del gran aeropuerto londinense, uno de los principales de Europa, y de estrellarlo contra una de sus terminales, según la misma fuente. Jalid Cheij Mohamed fue detenido en Pakistán en 2003 y se encuentra en Guantánamo. AFP