Por Anton Troianovski/The New York Times
En 2017, filas de tropas rusas vestidas con uniformes color caqui recibieron al presidente Vladimir Putin en Siria. Putin declaró que Moscú había cumplido su misión en la guerra civil siria y prometió que Rusia estaría allí para quedarse.
“Si los terroristas vuelven a levantar la cabeza”, dijo en la pista de una base aérea rusa, “les lanzaremos ataques sin precedentes, como nunca antes habían visto”.
Pero en las últimas dos semanas, mientras los rebeldes a los que Rusia calificó de terroristas avanzaban por Siria con el objetivo de derrocar a uno de los aliados más cercanos de Rusia, el presidente Bashar al Assad, esos ataques “sin precedentes” no se vieron por ninguna parte. En cambio, con el derrocamiento de Assad ayer domingo, Putin ha sufrido uno de los mayores reveses geopolíticos de su cuarto de siglo en el poder.
Los analistas dijeron que recibió ese golpe en gran parte porque su ejército está estancado en Ucrania.
“Nuestra intervención allí tuvo un coste”, dijo Anton Mardasov, un analista radicado en Moscú que se centra en Oriente Medio, refiriéndose a la guerra de Rusia en Ucrania. “El coste fue Siria”.
El domingo, Rusia había pasado de ser un factor decisivo a un mero espectador. Su Ministerio de Asuntos Exteriores emitió un comunicado en el que manifestaba su “extrema preocupación” por los “dramáticos acontecimientos” y anunció que Assad había abandonado el país. El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, dijo a las agencias de noticias rusas que no tenía nada que añadir.
Putin no ha dicho nada sobre Siria en las últimas semanas.
Todavía está por determinarse el alcance de las consecuencias para Rusia de la destitución de Assad. La cuestión clave, según los analistas, es si Rusia logra llegar a un acuerdo con el nuevo gobierno sirio para conservar su base naval de Tartus y su base aérea de Hmeimim, donde Putin pronunció el discurso de la victoria en 2017.
Mardasov dijo que no estaba seguro de si Rusia sería capaz de alcanzar un acuerdo de ese tipo, dado que Rusia utilizó esas bases para ataques aéreos abrumadores contra la oposición de Siria después de que el Kremlin intervino en la guerra civil de Siria en 2015. Perder las bases sirias frustraría algunas de las ambiciones de Putin de restablecer a Rusia como una potencia mundial, ya que son cruciales para la capacidad del Kremlin de mostrar su poder en lugares como África Occidental.
“Siria es su único punto de apoyo real en Oriente Medio y el Mediterráneo”, dijo Eugene Rumer, director del Programa Rusia y Eurasia del Carnegie Endowment for International Peace en Washington. La victoria rebelde, dijo, se ha convertido en “parte del precio que están pagando por la guerra en Ucrania”.
También es probable que el Kremlin sufra un costo más amplio en lo que respecta a su imagen. En el creciente conflicto de Putin con Occidente, el presidente ha estado tratando de posicionar a Rusia como un líder decisivo y confiable de una coalición global contra lo que él llama la hegemonía estadounidense.
“¿De qué sirve Rusia como socio si no puede salvar a su cliente más antiguo en Oriente Medio de una banda de milicianos desorganizados?”, preguntó Rumer.
“Además del revés operativo, también es un golpe diplomático y reputacional”.
Hace apenas unos años, Siria se destacaba como el mayor símbolo del resurgimiento de Rusia en el escenario mundial. Sus ataques aéreos arrasadores y sangrientos bombardearon a los grupos de la oposición hasta someterlos y orientaron la lucha a favor de Assad, enviando el mensaje de que Rusia estaba dispuesta a usar una fuerza abrumadora para apoyar a sus aliados y hacer valer sus propios intereses.
En cambio, Estados Unidos era visto cada vez más en la región como una potencia poco fiable que se estaba desvinculando de Oriente Medio. Y, después de que Assad pareciera haber afianzado su autoridad, Rusia utilizó sus bases sirias como punto de partida para competir por la influencia con Occidente en países africanos como Libia, Malí y la República Centroafricana.
Pero después de que Putin invadiera Ucrania en 2022, Siria cayó en picado en la lista de prioridades del Kremlin. Las bases rusas en Siria pasaron a ser conocidas como lugares donde se dejaba de lado a los comandantes que habían fracasado en Ucrania y como un atractivo para los soldados que esperaban evitar las trincheras de Ucrania.
La atención centrada en Ucrania dejó a Rusia desprevenida ante la nueva ofensiva rebelde. Rusia lanzó ataques contra los rebeldes sirios, pero con mucha menos intensidad que en el punto álgido de su intervención en la guerra civil.
Un funcionario estadounidense dijo que su país creía que esto se debía a que muchos aviones rusos habían sido retirados de Siria para operaciones en Ucrania.
Aviones de guerra que Rusia podría haber enviado para repetir las brutales campañas de bombardeo fueron enviados a Ucrania. Buques de guerra que Rusia podría haber enviado desde el Mar Negro no pudieron transitar hacia el Mediterráneo debido a un tratado que permite a Turquía cerrar sus estrechos a la armada de una nación en guerra.
Y una fuerza mercenaria rusa otrora temible, el grupo Wagner, vio disueltas sus operaciones en Siria el año pasado después de que su líder, Yevgeny Prigozhin, protagonizara un motín fallido contra los jefes militares rusos.
Rusia pide reunión del consejo de Seguridad
Rusia solicitó una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU para abordar la situación en Siria tras el derrocamiento de Bachar al Asad. “Rusia solicita urgentes consultas a puerta cerrada del Consejo de Seguridad de la ONU. Esperamos que las consultas tengan lugar el lunes, 9 de diciembre, en Nueva York”, escribió en su canal de Telegram Dmitri Polianski, embajador adjunto de Rusia ante Naciones Unidas. El diplomático ruso, que explicó la convocatoria por “las consecuencias para el país y toda la región” de estos sucesos, señaló que para Rusia es importante comprender el papel actual de la Fuerza de las Naciones Unidas de Observación de la Separación desplegada en los Altos del Golán desde 1974. Tras la caída del régimen de Assad, Israel anunció el despliegue de tropas en Altos del Golán.
Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel
Israel festejó la caída del régimen en Siria. El régimen de Al Asad era un eslabón central en el eje del mal de Irán: este régimen ha caído”, celebraba desde los Altos del Golán el primer ministro Netanyahu.
Joe Biden, presidente de EE.UU.
Atribuyó la caída de Bachar al Asad a la debilidad de Irán y Rusia. En opinión de Biden, la caída de Al Asad es “resultado directo de los golpes que Ucrania e Israel han asestado en autodefensa”, con el apoyo de EE.UU.
Antonio Guterres, secretario general de ONU
“Tras 14 años de guerra brutal y la caída del régimen dictatorial, hoy el pueblo de Siria puede aprovechar una oportunidad histórica para construir un futuro estable y pacífico”, dijo en un comunicado.
Donald Trump, presidente electo de EE.UU.
Atribuyó la caída de Asad a la pérdida de apoyo por parte de Rusia. “Asad se ha ido”, afirmó Trump. “Su protector, Rusia, Rusia, Rusia, liderada por Vladimir Putin, ya no estaba interesada en protegerle”.
Maduro pierde un apoyo importante
El opositor venezolano César Pérez Vivas señaló ayer domingo que la caída del régimen de Bachar al Asad en Siria representa la pérdida de un “apoyo importante” para Nicolás Maduro. “La internacional de las dictaduras pensaban que Asad era eterno. Ojalá y la camarilla roja (en referencia al chavismo) tome nota”, sostuvo en X.
Pérez Vivas indicó que Maduro debe entregar el poder el próximo 10 de enero, fecha establecida en la Constitución para la toma de posesión, al insistir en que la mayoría de los venezolanos votó a favor del candidato de la principal coalición opositora, Edmundo González Urrutia, pese a que el resultado oficial dio la reelección al dictador.
El régimen de Bachar al Asad en Siria tenía el apoyo del presidente ruso Vladimir Putin, al igual que el de Maduro en Venezuela.
Yulia Naválnaya, viuda del líder opositor ruso Alexéi Navalni, muerto en una prisión rusa en el Ártico, condenó ayer el apoyo de Putin al régimen de Bachar al Asad. “Durante años Putin atiborró a Asad con dinero que sacaba de nuestros bolsillos. Para garantizar la vida lujosa de la familia Asad murieron militares rusos. Algo así no debió pasar jamás”, afirmó en su canal de Telegram.
Naválnaya, que se ha convertido en el relevo de su esposo tras su muerte, aseveró que “la Rusia por la que luchó mi esposo y por la continuamos luchando nosotros es un país libre y pacífico que hace todo para garantizar la vida digna de sus ciudadanos y no para favorecer los intereses de un dictador del Oriente Medio”.
Rusia inició en septiembre de 2015 una operación militar en Siria a petición a pedido del régimen. (EFE)