Nuevo alcalde dice que los “pixação” son “agresores”.
San Pablo, la capital brasileña del grafiti, le ha declarado la guerra al arte urbano y ha comenzado a pasar la brocha en los muros de la mayor ciudad de América del Sur (11 millones de habitantes), cubriendo de gris las paredes de la ya de por sí conocida como "Cidade Cinza".
El alcalde de San Pablo, el empresario João Doria, ha emprendido una "cruzada" particular contra la "pixação", un tipo de grafiti típico de la capital paulista que consiste en escribir, la mayoría de veces de manera ilegible, sobre muros, paredes o fachadas.
En Brasil, los artistas callejeros hacen hincapié en diferenciar el "pixo" del grafiti. En el primer caso, las letras son irregulares, con líneas rectas y la mayoría de veces en colores negros, inspiradas originariamente en las portadas de las bandas de rock, mientras que en el segundo hay un cuidado mayor por el tipo de caligrafía, los colores y la armonía.
El "pixo", dice Cripta Djan —uno de los pioneros del "pixação"—, es un "movimiento social" y un "grito de libertad" de los jóvenes de la peri-feria que "quieren salir de la invisibilidad social donde viven" y conseguir un "reconocimiento".
Pero la presencia de este tipo de caligrafía no es reciente. En la década de 1980, cuando Brasil caminaba hacia la democracia, los políticos locales ya utilizaron esta forma de expresión para realizar la campaña electoral en las calles de San Pablo, ciudad que hoy celebra 463 años.
El alcalde de la capital paulista señaló recientemente en una entrevista al diario O Estado de Sao Paulo que los "pixadores", como se conocen a los encargados de realizar estos trazos, no son "artistas", sino "agresores".
Casado con una artista plástica, Doria se ha declarado un amante del "arte urbano", pero ha puntualizado que está en contra de que la "ciudad entera esté pintada" y ha marcado diferencias entre los "pixadores", muralistas y grafiteros, aunque los matices, en la práctica, no han sido delimitados.
El Ayuntamiento mandó cubrir de tinta gris la avenida 23 de Mayo, donde, hasta la pasada semana, se encontraba el mayor mural a cielo abierto de América Latina, con casi cinco kilómetros y medio de extensión.
Los grafitis, justificó la Alcaldía, estaban mal conservados y tenían "pixações" y ahora pretende designar áreas específicas para que los grafite- ros puedan pintar y crear un museo exterior al estilo del Wynwood Arts District, en Miami.
Una de las obras eliminadas fue la de Binho Ribeiro, uno de los nombres más consagrados del arte callejero en Brasil y quien tiene obras expuestas en 40 países, entre ellos Estados Unidos. Para Binho, la iniciativa de la alcaldía es "autoritaria" y demuestra la falta de diálogo del poder público con los artistas.
La decisión de Doria ha creado un movimiento de resistencia y varios artistas, entre ellos el reconocido Mundano, salieron a la calle, estropajo en mano, para quitar la pintura grisácea que ha cubierto sus intervenciones.
Guilherme Andrade, conocido como Humanus, deshizo ayer miércoles el trabajo de la Alcaldía y dejó un mensaje a João Doria: "Señor alcalde, el grafiti no es el remedio contra la pixação".
En medio de la polémica ha surgido en internet una iniciativa para proteger los grafitis. Los ciudadanos deben hacer una foto de su obra favorita e incluirla en un mapa virtual que posteriormente será entregado al alcalde.
BRASILEFE