El director del Programa Regional Partidos Políticos y Democracia en América Latina y representante de la Fundación Konrad Adenauer en Uruguay acaba de presentar en Montevideo el libro “La galaxia rosa”, en el que describe a organizaciones como el Foro de San Pablo o el Grupo de Puebla, y lo que entiende son sus acciones antidemocráticas. El título del libro viene de la llama “marea rosa” de gobiernos de izquierda que hace unos años se extendió por América Latina. Sobre el libro “La galaxia rosa”, que se puede descargar gratuitamente en www.dialogopolitico.org/libros.
-¿Por qué decidió escribir el libro La galaxia rosa?
-En mi trabajo recibía mucha información que apuntaba hacia una actuación coordinada y transnacional de la izquierda en beneficio de causas autoritarias. Sentí que nosotros solo conocíamos parte de esa operación, pero no se dibujaba el cuadro completo. Yo me decidí con toda esa información, y trabajando con los partidos políticos de centroderecha en la región, armar ese puzzler y demostrar este conjunto de actores que forman lo que llamo la galaxia rosa.
-¿Quiénes conforman esa galaxia rosa?
-Está conformada, como dice la palabra galaxia, por un gran número de organizaciones, desde grandes hasta pequeñas, que tienen un fin común o una característica común: unen personas con legitimidad democrática con personas autoritarias. Y ponen esta unión detrás de la causa autoritaria. Así se convierte en una plataforma de apoyo para dictaduras. Yo describo cuatro actores principales: el Grupo de Puebla, el Foro de San Pablo, el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clasco) y la Internacional Progresista. También mencionó a medios de comunicación que hay que contarlos como parte de esta galaxia rosa, como medios estatales rusos que están distribuyendo desinformación, o iraníes.
-En estos grupos que usted identifica como integrantes de la galaxia rosa, como el Grupo de Puebla o el Foro de San Pablo, hay partidos y líderes políticos. ¿Cuáles son los más destacados?
-Hay que ir un poco organización por organización. Hay nombres que aparecen en casi todos los contextos. El Foro de San Pablo fue fundado por Lula da Silva y Fidel Castro y tiene hoy más de 120 partidos y movimientos en 27 países de América Latina y el Caribe. Van desde partidos socialdemócratas como es el Partido Socialista de Chile o parte del Frente Amplio, como también el Partido de los Trabajadores de Brasil, pasando por Morena en México, el partido de Rafael Correa en Ecuador, por el MAS de Evo Morales en Bolivia, hasta el Partido Comunista de Cuba, el Partido Socialista Unido de Venezuela o el Frente Sandinista de Liberación Nacional del dictador nicaragüense Daniel Ortega. Todos ellos están compartiendo un espacio, compartiendo declaraciones por ejemplo a favor de la dictadura castrista en Cuba. El Grupo de Pueblo, parte de su diferencia, es que es un conjunto de personajes, muchos de partidos que integran el Foro de San Pablo, como los expresidente Ernesto Samper de Colombia, Correa, Morales, Alberto Fernández de Argentina, y el ex presidente de España, José Luis Rodríguez Zapatero. Estos son, junto al coordinador Marco Enriquez-Ominami de Chile, los que yo identificaría como las cabezas más influyentes. En el caso del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, detrás de un discurso académico están difundiendo comunicados y narrativas autoritarias, están defendiendo (al régimen de) Cuba, protestando contra la injerencia de EE.UU. en Venezuela, están haciendo seminarios en plena guerra de agresión rusa (en Ucrania) con la agencia rusa de desinformación Sputnik. Todas las investigaciones y los libros que emiten, tienen un claro sesgo de lo que ellos llaman antiimperialismo, antineoliberal. Y la Internacional Progresista es una organización techo en la cual participan latinoamericanos, todos de la galaxia rosa. Uno muy activo en todas estas organizaciones es Celso Amorim, que fue ministro de Relaciones Exteriores de Brasil y que hoy es el asesor en jefe de Lula. Ellos tienen un discurso muy anticapitalista. En su declaración de principios dicen que el capitalismo es un virus que hay destruir. Por eso llama la atención que también está vinculada a la Internacional Progresista la parte más izquierdista del Partido Demócrata de Estados Unidos. De hecho, la Fundación Sanders -del senador demócrata Bernie Sanders- fue parte de la fundación de la Internacional Progresista.
-Usted dice que en la galaxia rosa hay partidos políticos y líderes de tendencia autoritaria. Pero también hay partidos y líderes que respetan la democracia. ¿Por qué ponerlos en la misma bolsa?
-Lo que yo estoy describiendo no son sus actuaciones en sus países. Lo que describo son sus relaciones internacionales. Por eso digo que se trata de alianzas demócratas-autoritarias, donde hay personas de credibilidad democrática con dictadores y personas que claramente son autoritarias. Uno se pregunta para qué se juntan. Es una complicidad entre dos polos. Ellos se ven más bien como una unidad, no tienen problemas en declararse todos izquierdistas y progresistas, y luchar por una causa común. Y la causa común por la cual luchan es anti EE.UU., anticapitalista, anti entendimiento como en una democracia liberal, lavando la cara a regímenes dictatoriales y autoritarios. Ninguno de estos grupos está criticando en lo más mínimo a la dictadura cubana. Es más, ellos denuncian lawfare contra líderes progresista como les llaman, como Cristina Kirchner o Rafael Correa. Pero el lawfare no aplica para todos los encarcelados por la dictadura cubana, opositores nicaragüenses o la exclusión escandalosa de María Corina Machado de las elecciones en Venezuela. Por lo cual, lo que estoy diciendo, y estoy un poco acusando también, es que personas demócratas para adentro (de sus países) básicamente funcionan en esas organizaciones como furgón de cola de dictaduras y de regímenes autoritarios. Sin ir más lejos, cuando vemos las declaraciones sobre Venezuela o Cuba en el Frente Amplio, es un claro ejemplo.
-De esos dos polos que usted identificas en su libro La galaxia rosa, da la impresión de que el polo autoritario utiliza al demócrata.
-Así es, y el demócrata se deja utilizar. Yo recomiendo a la gente socialdemócrata, de izquierda democrática, y que a la vez participan en espacios como el Grupo de Puebla, simplemente ir a la página web y leer las resoluciones y después preguntarse si realmente quieren ser aliados con personas que están defendiendo a ultranza a la dictadura cubana, que están acusando a la OTAN de agresión contra Rusia y quieren eliminar el capitalismo como un virus, y muchos otros relatos más.
-¿Cómo ubica al presidente de Chile, Gabriel Boric, en este contexto?
-Creo que hay que hacer una pequeña diferenciación entre la persona Boric y las personas en su gobierno. La persona Boric se ha atrevido a romper ese dogma de la izquierda autoritaria criticando públicamente, y en mi modo de ver valientemente, a Nicaragua y Venezuela. También ha criticado la guerra de agresión de Rusia. Eso le ha llovido críticas desde la galaxia rosa, incluso Lula le dijo que era un joven ansioso. Evo Morales y el entorno de Nicolás Maduro han utilizado palabras mucho más fuertes. En el momento en que uno sale de la ortodoxia de ellos y se atreve a hacer un comentario crítico, de alguna forma esa galaxia lo abandona muy rápido. Ese es un tipo de presión que hacen. Por eso tienen una hegemonía en el discurso, que lamentablemente hace que personas socialdemócratas no se atreven a decir que Cuba es una dictadura, o que Venezuela es un régimen autoritario, o que Rusia está haciendo una guerra de agresión en Ucrania. En el caso de Boric, quiero agregar que no ha criticado nunca a Cuba. Nicaragua es lo más fácil de criticar; después viene Venezuela. Pero con Cuba uno no se puede meter. Yo tengo la esperanza de que el presidente Luis Lacalle Pou, cuando se retire del Gobierno, pueda ser una figura muy importante en la articulación del espacio de centro y centroderecha de las ideas liberales y democráticas en la región, para hacerle frente a todos estos líderes autoritarios o con una agenda internacional autoritaria.