El secretario general de la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi), Sergio Abreu, viajó a Brasilia a la transición del poder de Luiz Inácio Lula da Silva el pasado 1° de enero y ahora contó a El País las conversaciones que mantuvo con el nuevo presidente de Brasil y otros mandatarios de la región. Abreu, que ocupa el actual cargo desde setiembre de 2020, tiene una larga trayectoria en la esfera pública uruguaya y en el ámbito internacional: fue senador del Partido Nacional, ministro de Industria, y canciller. También fue miembro del consejo del Mercosur, vicepresidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas y ha ocupado varios cargos en la Aladi.
¿Cuál fueron las razones que lo llevaron a Brasilia para la toma de posesión de Lula da Silva a la presidencia de Brasil?
El nuevo gobierno de Brasil me invitó como secretario general de la Aladi. Lula y su gobierno están viendo dos cosas: dinamizar la Aladi, porque Brasil es un socio importante en la asociación, y liderar lo que había retraído (Jair) Bolsonaro, que es la estrategia intrarregional de dinamizar las relaciones y el comercio con Aladi, el Mercosur y otras organizaciones. Ese es un punto estratégico. Están viendo, en particular, la situación de las pequeñas y medianas empresas (pymes) y sobre todo la infraestructura. Por eso abordé esos temas en las conversaciones que tuve en Brasilia.
¿Viajó con la comitiva del presidente Luis Lacalle Pou, junto a los expresidentes Julio María Sanguinetti y José Mujica?
No, viajé solo. Yo represento a los 13 países en Aladi, no solo a Uruguay. Fui por línea turística; no tengo problema ninguno, yo me divierto solo. Estuve trabajando duramente con el embajador brasileño en Aladi, Antonio Simoes, que es un hombre de confianza de Lula, para que Lula venga a Montevideo. Sería importante que el mensaje de integración que quiere dar Lula, lo hiciera en la Aladi.
¿Qué conversó con Lula y cómo ve Aladi al nuevo gobierno de Brasil?
Pienso que el gobierno brasilero empieza a leer la realidad en forma distinta. Es un gobierno de coalición, eso hay que tenerlo en cuenta. Lula le va a dar impulso al tema regional con la Aladi, la Celac y Unasur, pero con un contenido diferente; el discurso político ahora es otro. En la región se están dando movimientos que muestran que la geopolítica le ha ganado a la ideología. Lula está más preocupado por la geopolítica, en el sentido de las relaciones y socios comerciales, y no en viejos modelos ideológicos superados con la caída del muro de Berlín. El otro tema que le preocupa a Lula es la Unión Europea. Lula quiere negociar y se habla de abrir el acuerdo.
Tenemos entendido que usted hizo una propuesta en relación a la negociación del Mercosur con la Unión Europea. ¿En qué consiste?
Mi propuesta es que debería reimpulsarse una renegociación con la Unión Europea lo antes posible, pero a través de protocolos adicionales a los que ya existen. El primer protocolo que debería ser negociado es el ambiental, que es un tema sensible y sobre el que Europa ha argumentado mucho. En ese protocolo aparte, se podría tratar mejor el tema de la deforestación, del carbono tax, de las energías renovables, de los límites máximos de residuos. Y con esa negociación, agregada al protocolo, se puede ir pavimentando mejor el otro acuerdo, porque se remueve así el obstáculo más importante que estaba poniendo la Unión Europea.
¿Piensa que ese es realmente el obstáculo más importante? Lo pregunto porque algunos analistas han dicho que lo que pesa más no es el tema ambiental, sino la posición de los productores europeos.
Eso es cierto. Pero si yo tuviera que negociar y hacer algún tipo de concesión en materia de forestación y ambiental, negociaría las cláusulas de salvaguarda existentes. Europa puede aplicar cláusulas de salvaguarda, es decir detener la importación de productos, incluso de los cupos o cuotas, invocando alguna lesión importante al mercado. Por eso diría que hay que retomar la negociación con lo que a Europa le importa para profundizar en ese acuerdo que hoy está muy limitado.
Usted ha sido miembro del Consejo del Mercosur. ¿Cómo ve la posición de Uruguay de querer que el bloque se flexibilice, ahora con Lula al frente de Brasil?
Esas negociaciones van a pasar por sincerar al Mercosur, por ejemplo, con el arancel externo que se cobra dos veces o está perforado, que es un tema que está todavía en veremos. Brasil, si toma el rol de liderazgo de hacer del Mercosur un organismo distinto en el que ya los aranceles no sean el principal elemento de protección, va a cambiar el humor del bloque y de cómo este se maneje. Todo lo que es relación externa, Uruguay sí la debe hacer, porque hoy Mercosur está sufriendo de irrelevancia como bloque.
¿A qué se refiere con “irrelevancia”, en relación al Mercosur?
La irrelevancia es no tener acuerdo con ningún bloque o potencia, como la Unión Europea o Estados Unidos, a diferencia la mayoría de otros países de la región. Brasil debe tomar un liderazgo no solo para dinamizar el Mercosur, sino para negociar externamente, porque en los tiempos que vienen, la irrelevancia de este continente -que además es un continente muy alejado en un mundo donde todo es norte-norte-, lleva las de perder ante un comercio que cambiará mucho para 2030, por los avances tecnológicos. Brasil, con un mercado de 215 millones de personas, y Argentina con 49 millones, van a tener que mirar esa realidad con una visión estratégica y geopolítica. Por eso hablaba recién de que el planteo, más que ideológico, debe ser, o será, geopolítico y comercial.
Usted ha dicho en oportunidades anteriores que la Unión Europea mira poco a América Latina. ¿Cree que está mirando más a esta región últimamente?
Hasta ahora no ha mostrado que esta región, o el Mercosur, sea su prioridad, menos ahora con guerra en Ucrania y crisis económica.
Pero ahora necesita más alimentos y esta región es proveedora. ¿No lo ve así?
Puede ser, pero no se olvide que hay mucha competencia. Antes la Unión Europea estaba integrada por 10 países, ahora son 27. Y todos los que se incorporaron del viejo modelo soviético son economías agropecuarias, con similitudes con América Latina. Por eso en los acuerdos ponen cupos para la carne y demás productos, lo que me parece inaceptable, y encima de los cupos, ponen cláusulas de salvaguardia. La UE tiene otro mundo: la guerra, la crisis energética, el replanteo del esquema de energía, una migración fuerte de África; no es América Latina lo que le preocupa o interesa.
Retomando el tema de su viaje a Brasilia, usted habló con otros presidentes: con Gabriel Boric de Chile, Gustavo Petro de Colombia, y Guillermo Lasso de Ecuador. ¿Qué puede contar sobre esos intercambios?
Estoy invitado para visitar Chile en marzo. El planteo desde Aladi con el gobierno de Boric es profundizar el tema de las pymes y de las iniciativas digitales para esas empresas, que son la gran mayoría en el continente. Chile tiene un acuerdo con Nueva Zelandia y Singapur de incluir la agenda digital, algo que no tienen el resto de los países de Aladi. Lo importante es que son mecanismos que fomentan el empleo. Es sencillo: si no hay inversión, no hay comercio; si no hay comercio, no hay empleo; si no hay empleo, no hay inclusión ni paz social. Y ese compromiso lo tienen que asumir todos los países que buscan la integración latinoamericana. En cuanto a Colombia, les voy a pedir la invitación para visitarlos. Hablé con el canciller de Petro. A él le preocupa el tema de los migrantes venezolanos, que son más de tres millones. La idea es ir de Chile a Colombia y mover temas de la agenda de Aladi. También hablé con el canciller de Paraguay sobre el tema de la hidrovía, que es un tema fundamental para la competitividad. Más del 70% de las exportaciones agroalimentarias de América Latina salen por los puertos. Si los costos de transporte se hacen inviables, no vamos a tener capacidad de competir con países en otras ubicaciones geográficas que ofrecen los mismos productos.
Al presidente de Ecuador, Lasso, lo conozco bastante, él estuvo en Aladi. No hablamos de política, no es el objetivo de la asociación, sino siempre de comercio. Ecuador es el país que tiene la mayor biodiversidad del mundo, y está mirando más hacia afuera que hacia adentro. Tiene una ventana al Pacífico.
¿Qué tienen en común los países que integran la Aladi y qué se puede hacer desde los organismos regionales?
Hay discursos políticos que no tienen respuesta directa en el empleo, la inclusión social y la equidad. Si hablamos de integración, hay que hablar de cómo la gente puede vivir mejor. Hay brechas a nivel productivo, social y comercial en esta región, y en eso se resumirá en empleo cuando se supere. Brasil y Argentina están condenados a entenderse y si Brasil lidera una visión de inclusión social para poder insertarse externamente, puede haber un movimiento importante en la Unión Europea. Pero lo tiene que liderar Brasil y el Mercosur atrás, aunque hay que ver qué va a hacer Argentina. Lo importante en este momento es el tema del Mercosur con la Unión Europea y el liderazgo que Lula pueda ejercer. La Unión Europea cambia algunas reglas cuando tiene necesidad, como hizo hace poco al importar alimentos de Argentina y Brasil porque no llegaban de Ucrania a España. Puede cambiar su posición.
“Se sigue resintiendo el comercio intra-aladi”
¿Todavía piensa a la Aladi como una asociación débil, tal como sostuvo antes de asumir la secretaría general hace unos dos años y medio?
Lo que se está resintiendo es el comercio intra-Aladi, que es solo el 11%. Eso no cambió en estos años, aunque lo estamos intentando. Aladi está desarrollando tres líneas de acción: la instalación de la plataforma digital pymes-grandes negocios, mayor convergencia regulatoria, y mejor infraestructura.
La plataforma digital es un sistema en el que ya participan más de 100 mil empresas y 30 productos importantes, que da información completa entre los países de la Aladi, sobre la producción de cada uno, quién compra, quién vende, si hay trabas, reglas sanitarias. Todo está pensando para las pymes, porque son el 90% de la estructura productiva de la región. El problema del comercio de los países de Aladi es que con la pandemia se perdieron 30 millones de puestos de trabajo.
La convergencia regulatoria se refiere a que los países vayan teniendo las mismas normas, porque hoy los aranceles ya no son los instrumentos de protección sino las normas, las restricciones arancelarias o fitosanitarias. Y no están coordinadas entre todos los países.
La tercera línea es la infraestructura, clave para la competitividad. Esto incluye el tema de los puertos verdes y digitales. Eso nos va a permitir ser más competitivos y llegar por ejemplo al mercado del Pacífico, donde China es el principal socio comercial”.