Sesgos y opiniones sobrerrepresentadas: las encuestas en redes sociales distorsionan la realidad política

Un estudio concluye que las realizan mayormente hombres mayores, participan más bots que usuarios reales y los resultados están más sesgados antes que después de las elecciones.

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Estrategia. Una persona contratada para campañas políticas puede manejar centenar de perfiles para instalar temas o conversaciones.
Las redes sobrerrepresentan las opiniones vertidas por la audiencia más reaccionaria y polarizada
Foto: Canva

Manuel G. Pascal - El País de Madrid
Las redes sociales están tan extendidas entre la población que, en ocasiones, hay quien confunde las opiniones que allí se vierten con las de la propia sociedad. Algunos políticos tienden a cometer ese error, tomando las discusiones y debates generados en este entorno virtual como una especie de pulso social (siempre que favorezca sus intenciones). Un grupo de investigadores se propuso averiguar cuál es la incidencia real de las encuestas de X, la antigua Twitter, en la vida política de los países. Sus conclusiones, publicadas esta semana, es que están tremendamente sesgadas: distorsionan deliberadamente la realidad política, mayormente en beneficio de las opciones más conservadoras. Y a menudo se adulteran con votos comprados a granjas de trolls (generadores de perfiles automatizados).

Está demostrado que las redes sobrerrepresentan las opiniones vertidas por la audiencia más reaccionaria y polarizada. Se sabe también que la demografía de los usuarios de X, como la de todas las redes, no es representativa de la sociedad, y que los bots, las cuentas que difunden desinformación y la influencia extranjera adulteran todavía más la foto final. “Pero todavía no había ningún estudio serio sobre hasta qué punto se usan las encuestas en redes sociales en las campañas electorales y sobre cuál es su incidencia real en esas campañas”, dice el autor principal del artículo, Przemyslaw A. Grabowicz, profesor asistente de la Universidad de Massachusetts Amherst.

Introducidas en 2015, un año antes de las elecciones que ganó Donald Trump, y muy usadas en las campañas electorales, las encuestas de X las puede crear cualquier usuario y compartirlas con el resto. En los últimos años, se han convertido en una funcionalidad especialmente exitosa de X por su fácil manejo y gran alcance, llegando a amasar en ocasiones millones de votos. Grabowicz y su equipo estiman que cada mes se realizan en torno a un millón de encuestas de todo tipo. Poco después de comprar Twitter en octubre de 2022, Elon Musk usó las encuestas, o eso dijo, para tomar decisiones de negocio relevantes, incluyendo el despido del entonces consejero delegado de la plataforma, Parag Agrawal.

Donald Trump prepara su propia red social: Truth Social. Foto: AFP
Donald Trump tiene su propia red social
Foto: AFP

La influencia de las encuestas

La literatura científica ha demostrado que las encuestas convencionales pueden influenciar cómo la gente percibe la opinión pública y moldear la forma en que cada uno se crea su propia opinión. ¿Sucede lo mismo con las encuestas desarrolladas en redes sociales? Para averiguarlo, Grabowicz y sus colegas reunieron una gran base de datos con encuestas realizadas en Twitter en torno a las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016 y 2020.

“En las elecciones presidenciales de 2020 se realizaron más de 13.000 sondeos de opinión en X/Twitter que recabaron más de 20 millones de votos emitidos”, asegura Grabowicz. “Estas encuestas daban a Trump una victoria aplastante, cuando en realidad fue Biden quien ganó las elecciones. Queríamos mirar más de cerca, ver si las encuestas eran legítimas y qué podían decirnos sobre cómo influyen las redes sociales en la política estadounidense”, explica. Si nos fiásemos de los pronósticos recogidos por estas herramientas, Trump hubiera ganado los comicios de 2020 con un 58% de los votos. No fue así: se impuso Joe Biden con el 51,3% de los votos y Trump logró el apoyo del 46,8% de los votantes.

La primera tarea fue filtrar las encuestas. Muchas de ellas permitían votar casi cualquier cosa (si prefieres el jazz o el heavy metal, si te gusta más la pizza o los tacos…), así que los investigadores seleccionaron unas 7.000 en las que se preguntara explícitamente “¿A quién votarás?” o “¿Quién ganará las elecciones?”.

Grabowicz y sus colegas descubrieron también que había un 50% más de votos de identidad cuestionable (bots) en las encuestas preelectorales que en las que se realizaron tras las elecciones. “Eso sugiere que sesgar las encuestas de las redes sociales es una táctica deliberada para influenciar en los resultados políticos”, subrayan los investigadores. En este sentido, el ya candidato oficial del Partido Republicano a las presidenciales de este año, Donald Trump, ha compartido en su propia plataforma, Truth Social, los resultados de algunas encuestas de X que le dan como favorito, con un apoyo del 70%, presumiblemente para crear la impresión de su abrumadora popularidad.

Las encuestas realizadas en 2016 y 2020 no solo daban como ganador por abultada mayoría a Trump, sino que también tenían el doble de posibilidades de haber sido realizadas, contestadas y retuiteadas por hombres. En cuanto a la ideología de los participantes, los conservadores superaron 10 a uno a los liberales.

El análisis del equipo de Grabowicz reveló también que al menos se realizaron 2.000 encuestas tras las elecciones de 2020 que daban por sentado que había habido un fraude electoral. “La opacidad de las encuestas de Twitter hace que la estimación del efecto de los sesgos, ya sea por desinformación o desinformación, resulte difícil de estimar”, sostienen los autores en las conclusiones.

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Elecciones en EEUU

¿Qué pasará en 2024?

La media de las encuestas políticas realizadas en X sobre las elecciones de finales de 2024 otorgan a Trump una victoria cómoda, con un 72% de los votos. Grabowicz y su equipo han desarrollado una web en la que se puede seguir los pronósticos que dan las redes sociales y ver qué resultados arrojarían si se corrigiesen los sesgos.

El estudio coordinado por Grabowicz se centra en un país, EE UU, y en una red social en particular, X. Aunque los autores destacan que sus conclusiones no pueden extrapolarse a otros contextos, es complicado ignorar las banderas rojas que detecta.

“Nuestro trabajo alerta de que las redes sociales carecen de transparencia, incluso para cosas tan importantes como las elecciones nacionales”, dice Grabowicz. “Si eso ocurre en un contexto como este, podemos estar seguros de que también sucederá en muchos otros”.

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