Opinión
Haddad y su partido quedaron menores de lo que suponían, y Bolsonaro, el rival a golpear, llega envasado por un vendaval de votos.
El Partido de los Trabajadores entra al segundo turno exhausto. Brasil le pasó factura. Manteniendo el discurso que lo trajo hasta aquí, sus chances de vencer la elección presidencial son remotas. Haddad y su partido quedaron menores de lo que suponían y Bolsonaro, el rival a vencer, llega impulsado por un vendaval de votos que representa casi la mitad de Brasil y el antipetismo acumulado a lo largo de los últimos años. El PT puede vencer el 28, pero tendrá que ser menos PT. Precisará hacer un extraordinario mea culpa y firmar un compromiso de gestión compartida a favor de Brasil y los brasileños.
Un gran y dificilísimo acuerdo entre todos los perdedores debe comenzar a zurcirse este domingo, para que hasta el viernes, Haddad pueda posar en las fotos al lado de Ciro, Alckmin, Marina, Meirelles, Amoedo, Fernando Henrique.
El PT tendrá que prometer un shock de capitalismo como propuso Mario Covas en la elección presidencial del lejano 1989. Haddad necesitará comprometerse a hacer un gobierno de reformas, no intervencionista, honesto y democrático, además de enterrar la propuesta de constituyente exclusiva. Tendrá que prometer un gobierno mayor que el PT y mucho más grande que Lula.
Quedó claro en este primer turno que el país se cansó de la vieja fórmula petista. En verdad, ya estaba cansado, pero la aversión sobrevino ahora. El PT necesita aprender a compartir el poder, cosa que nunca hizo en sus 14 años de gobierno, prefirió comprar apoyos. Sobre esta fórmula, autoritaria y egocéntrica, Bolsonaro creció, se consolidó y por un tris no ganó en el primer turno. Por eso, el PT tendrá que hacer una amplia revisión de ideas y métodos en las tres semanas que le restan.
Y más, Haddad tendrá inmediatamente que mandar callar y desautorizar públicamente a José Dirceu. Pero lo más importante, lo imprescindible, no podrá visitar más a Lula en la cárcel. En tanto, sus promesas de bolsa-familia, minha casa minha vida, universidade para todos, pueden y deben mantenerse. Este es el lado bueno del PT. Sin embargo, Haddad tiene que probar que sabrá utilizar los instrumentos del capitalismo, con respeto y cuidado, para distribuir riqueza y reducir desigualdades. Como hicieron FH (Fernando Henrique) y Lula, en sus primeros mandatos.