Redacción El País
Dormir en el piso, esposados, junto a presos comunes, sin acceso a familiares ni abogados. Así fue la experiencia de Pedro, de 17 años, y otros adolescentes detenidos y acusados de “terrorismo” en Venezuela, vinculados a protestas contra la reelección de Nicolás Maduro.
Pedro -su nombre es ficticio, ya que pidió el anonimato por razones de seguridad- es uno de los 114 adolescentes que fueron presos en medio de las protestas, que suma más de 2.400 detenidos en total. Pasó un mes en prisión hasta que fue liberado, al igual que otros 85 menores de edad.
“No teníamos derecho a nada”, cuenta a la AFP el joven, que estudia en la secundaria. “El primer día estuve con todos los mayores que agarraron por el mismo caso, y ya al segundo día nos llevaron a otro comando y nos tiraron un día ahí en el piso para dormir esposados”.
En las protestas por la reelección de Maduro hubo 27 muertos y 192 heridos, y fueron reprimidas por las fuerzas del orden, que iniciaron operativos para capturar “terroristas”. En las manifestaciones murió un joven de 15 años, Isaías Fuenmayor, según de Human Rights Watch.
El régimen habilitó canales para delatar a posibles responsables de la “violencia”. Oenegés de derechos humanos sostienen que muchos de los detenidos no estaban manifestando, Pedro entre ellos.
“Yo estaba viendo una protesta, como a una cuadra”, recuerda el muchacho. “No estaba haciendo nada, y además esa protesta era pacífica”.
Oficiales de la Guardia Nacional, cuerpo militar responsable del orden público, lo detuvo. “Me atacaron físicamente, yo no me quería dejar agarrar”. La resistencia no funcionó, terminó preso. “Nos tuvieron aislados durante ocho días, aislados en el sentido de que no teníamos derecho a saber absolutamente nada, solo a comida y dormitorios”, recuerda.
Luego fue trasladado a un centro de reclusión de menores, y allí pudo ver finalmente a su familia.
El futuro de estos jóvenes es incierto. “Es horrible esto”, dice Pedro.
“Estamos viviendo en zozobra, en miedo, porque no sabemos qué nos espera, no tenemos nada que nos proteja. Estoy en libertad pero con mucho miedo”. [AFP]