La primera ministra de Escocia, Nicola Sturgeon, anunció ayer miércoles su dimisión, para sorpresa general, tras ocho años en el cargo.
Sturgeon, de 52 años, que promueve una segunda consulta sobre la autodeterminación de esta nación británica de 5,5 millones de habitantes, aseguró que su renuncia no responde a “presiones”, sino al convencimiento de que “ha llegado el momento.
“Este trabajo es un privilegio, pero también muy difícil” y “soy un ser humano además de una política”, subrayó.
Seguirá en el cargo hasta que se designe a su sucesor. Sin embargo no dejará la política, precisó, porque sigue comprometida con cuestiones como “obtener la independencia”.
Sturgeon se convirtió en líder del Partido Nacional Escocés (SNP) y del gobierno autónomo de Escocia tras la dimisión en 2014 de su mentor Alex Salmond, después de que el 55% de los escoceses votasen a favor de permanecer en el Reino Unido. Desde entonces, reanudó la lucha por la independencia, revigorizada por el Brexit al que los escoceses se opusieron.
Defendió convocar un segundo referéndum y ante la negativa del ejecutivo de Londres acudió a la justicia. La Corte Suprema británica se pronunció en contra el año pasado y Sturgeon prometió entonces convertir las próximas elecciones generales, previstas para enero de 2025 a más tardar, en un plebiscito.
Con muy alta popularidad por su acertada gestión de la pandemia de covid-19, Sturgeon acumuló éxitos electorales y obtuvo una nueva mayoría independentista en el Parlamento regional junto a los ecologistas en 2021.
Pero en enero un 44% de escoceses se declaró favorable a Sturgeon, frente a 50% en octubre, según datos publicados ayer miércoles por el instituto de sondeos YouGov.
Nacida en la ciudad de Irvine, al suroeste de Glasgow, de padre electricista y madre enfermera, Sturgeon se afilió al SNP a los 16 años, como vicecoordinadora de las juventudes. Peter Murrell, su marido, es el director general del partido. La pareja, que no tiene hijos, se conoció en una reunión de las juventudes del SNP.
En base a AFP