EFE
A falta de una semana para las elecciones presidenciales de Taiwán, las octavas en democracia, los candidatos de los tres principales partidos apuran sus opciones de hacerse con el triunfo bajo la sombra de China, que ve a la isla como una provincia rebelde.
Como sucedió en anteriores comicios, la relación entre Taipéi y Pekín protagoniza gran parte de los debates en campaña, después de meses marcados por el recrudecimiento del tono de las autoridades chinas, a las que el Gobierno taiwanés acusa de tratar de influir en el resultado electoral.
En ese contexto, el candidato del gobernante Partido Democrático Progresista (PDP), el vicepresidente William Lai (Lai Ching-te), parte como favorito según sondeos, seguido por los opositores del Kuomintang (KMT), Hou Yu-Ih; y del Partido Popular de Taiwán (TPP), Ko Wen-je.
Sin mayorías claras
La ruptura de la alianza electoral entre el KMT y el TPP, que concurren por separado tras haber sido incapaces de concretar una fórmula presidencial, ha reforzado las posibilidades de victoria del PDP, una fuerza que, pese al desgaste acusado tras ocho años de mandato de la actual presidenta, Tsai Ing-wen, aspira a mantenerse en el poder.
Las encuestas publicadas hasta el 2 de enero dan como ganador al candidato del oficialismo, que lidera la carrera electoral con alrededor del 35,25 % de los apoyos, superando a los aspirantes del KMT (28,22 %) y del TPP (23,99%), según la media de catorce sondeos recopilados por el medio local Taiwan News.
El escaso margen entre los candidatos, sumado al importante número de indecisos (12,03 %), eleva la incertidumbre a siete días de unos comicios condicionados por las relaciones de Taiwán con la China continental: el aspirante del PDP ha presentado estas elecciones como una pugna entre “democracia” y “autocracia”, mientras que el postulante del KMT ha reiterado que sólo una victoria opositora, más proclive al diálogo con Pekín, podría evitar una “guerra” con China.
La campaña electoral discurre en paralelo a las advertencias proferidas por Pekín: en su discurso de fin de año, el presidente chino, Xi Jinping, manifestó que la “reunificación” de China con Taiwán, isla gobernada de forma autónoma desde 1949, es una “inevitabilidad histórica”.
Un tono que coincide con el aumento de las actividades chinas a través del estrecho, según constata el Ministerio de Defensa taiwanés, que ha notificado la incursión de diez globos aerostáticos chinos en su territorio desde principios de año, de los cuales cinco han sobrevolado la isla.
China arremete
El Gobierno chino arremetió contra el actual vicepresidente y candidato oficialista a la presidencia de Taiwán, William Lai, a quien acusó de “carecer de integridad moral” y de “difundir rumores” después de que éste afirmara que el pueblo taiwanés “resistirá los intentos de China de influir” en las elecciones que celebra la isla el próximo 13 de enero.
Por su parte, el ministro de Exteriores taiwanés, Joseph Wu, comentó en The Economist que la isla está “tomando medidas para contrarrestar la injerencia de China” para influir en el voto y lograr que los electores voten por los candidatos preferidos por Pekín, que reclama la soberanía de la isla sin haber descartado el uso de la fuerza para lograrlo.
Tema de la autonomía es centro del debate
Aunque los tres candidatos a la presidencia de Taiwán se han mostrado partidarios de mantener el status quo en el Estrecho de Formosa, en línea con la postura mayoritaria de la sociedad taiwanesa, lo cierto es que el futuro de las relaciones con China ha servido de plataforma para escenificar las diferencias entre el oficialismo y la oposición.
En el debate presidencial del pasado 30 de diciembre, Lai acusó a Hou de promover políticas favorables a China, mientras que el segundo aseguró que el vicepresidente no ha dejado atrás las tesis independentistas que defendió abiertamente en el pasado.
Analistas internacionales también están atentos a Estados Unidos, un país que ha dado su apoyo a Taiwán pero evitando “molestar demasiado” al gobierno de China con su respaldo a la isla.