AFP, EFE
Además de amenazar con desatar la tercera guerra mundial, Rusia bombardeó Kiev ayer jueves en respuesta al renovado apoyo de la OTAN a Ucrania. Los bombardeos rusos dejaron al menos cuatro personas heridas, según las autoridades ucraniana.
Los drones Shahed de fabricación iraní “entraron en la capital desde diferentes direcciones”, dijo la administración militar, y una docena de ellos fueron derribados en el espacio aéreo de la ciudad.
Las potencias del G7 se comprometieron el miércoles, en el marco de la cumbre de la OTAN en Vilna (Lituania), a dar apoyo militar a largo plazo a Ucrania.
Este anuncio provocó la ira de Moscú que, a través de su canciller Serguéi Lavrov, indicó que la entrega de aviones de combate occidentales F-16, necesarios según Ucrania para combatir la invasión, se consideraría una amenaza “nuclear”.
“Consideraremos el mero hecho de que las fuerzas armadas ucranianas tengan tales sistemas como una amenaza de Occidente en el campo nuclear”, dijo al periódico en línea Lenta.ru.
“Rusia no puede ignorar la capacidad de estos aparatos para transportar cargas nucleares”, subrayó el jefe de la diplomacia rusa.
Países Bajos y Dinamarca lideran una coalición de 11 países para entrenar a pilotos ucranianos en estos aviones de combate de fabricación estadounidense.
El miércoles, el vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, Dmitri Medvédev, había advertido de que “la Tercera Guerra Mundial está cada vez más cerca” al comentar en su canal de Telegram el incremento de la ayuda militar de la OTAN a Ucrania. “El Occidente delirante no podía inventar otra cosa. Previsibilidad al máximo nivel, hasta la idiotez. De hecho, es un callejón sin salida. La Tercera Guerra Mundial está cada vez más cerca”, escribió Medvédev.
En línea con los funcionarios de su régimen, el presidente ruso, Vladimir Putin, advirtió ayer jueves que el eventual ingreso de Ucrania a la OTAN “de una manera general volverá más vulnerable al mundo y provocará tensiones adicionales en la escena internacional”.
“Putin ya perdió”
El presidente ruso Vladimir Putin “ya perdió la guerra” en Ucrania.
Putin “podría poner fin a la guerra mañana, solo tendría que decir: ‘Me detengo’”, declaró el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, durante una visita a Finlandia para celebrar la reciente adhesión a la OTAN del país nórdico, fronterizo con Rusia.
“Pero no hay posibilidad de que (Putin) gane la guerra en Ucrania (...). Ya la perdió”, debido a la falta de recursos militares de Rusia y a sus dificultades económicas, prosiguió.
A pesar del lento avance de la contraofensiva ucraniana en el este y el sur, Biden se dijo convencido de que Rusia terminará solicitando negociaciones. “Mi esperanza y mi expectativa son que Ucrania realice avances significativos en su ofensiva y que eso conduzca a una solución negociada en algún momento”, afirmó.
“No creo que la guerra vaya a seguir durante años por dos razones. La primera, no creo que los rusos puedan seguir luchando para siempre, en términos de recursos y capacidades. En segundo lugar, creo que llegará un momento en el que el presidente Putin eventualmente decidirá que no está en el interés de Rusia económicamente, políticamente o de cualquier otra forma, seguir con la guerra”, respondió.
Biden reiteró la promesa de que Ucrania terminará formando parte de la OTAN, pese a no haber obtenido un calendario de adhesión durante la cumbre de la Alianza de esta semana en Lituania.
“No se trata de saber si (los ucranianos) adherirán a la OTAN, sino de saber cuándo podrán adherir y ellos adherirán”, declaró.
Con respecto a la amenaza nuclear del canciller ruso Lavrov, el presidente Biden dijo que no hay “una perspectiva real (...) de que Putin use armas nucleares”, pues “no solo Occidente, sino también China y el resto del mundo han dicho: ‘No entres en ese terreno’”.
La guerra ya se ha extendido durante 18 meses y el propio Volodimir Zelenski ha reconocido que la contraofensiva está avanzado más despacio de lo esperado.
Sin embargo, Estados Unidos y otros países de Occidente han prometido que seguirán apoyando a Ucrania con el envío de armamento y entrenamiento para sus fuerzas armadas. Este mismo miércoles, el G7 (Estados Unidos, Japón, Alemania, el Reino Unido, Francia, Italia y Canadá) firmó una declaración con Zelenski, en la que se compromete a garantizar la seguridad de Ucrania en el largo plazo.
¡Ojo al comer!
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, recomendó ayer al líder del grupo de mercenarios Wagner, Yevgueni Prigozhin, que “tenga cuidado” con lo que come, ante la posibilidad de que sea envenenado.
Biden hizo esos comentarios en una rueda de prensa en Helsinki con su homólogo finlandés, Sauli Niinisto, al ser preguntado sobre la fallida rebelión de Prigozhin.
“Ni siquiera sabemos dónde está (...) Si yo fuera él, la verdad es que tendría cuidado con qué comer”, dijo.
“Arden mejor”
En Moscú, al menos públicamente, se expresa otra visión sobre la marcha de la guerra. Putin afirmó ayer que los tanques de combate occidentales arden mejor que los soviéticos, y sostuvo que, desde que se inició la contraofensiva ucraniana a principios de junio, el Ejército ruso ha destruido al menos cien de producción occidental, incluidos Leopard alemanes.
“Puedo decir que los militares ucranianos a menudo se niegan incluso a entrar en estos tanques (occidentales) porque son un objetivo prioritario para nuestros muchachos en el campo de batalla”, dijo Putin a la televisión pública rusa Rossía-24
En su opinión, esos tanques “arden como todos los demás, incluso mejor que el conocido T-72 de fabricación soviética”.
Putin también señaló que, si bien los misiles occidentales suministrados a Ucrania causan daños en el lado ruso, no provocan cambios en el frente. “Sí, causan daños, pero no sucede nada crítico en la zona de combate con estos misiles”, dijo.
EE.UU. ya entregó las bombas de racimo al ejército ucraniano
El Pentágono anunció ayer jueves que las controvertidas bombas de racimo que Estados Unidos prometió a Ucrania en apoyo a su ofensiva contra la invasión rusa ya fueron entregadas. El lugarteniente Douglas Sims, director de operaciones del Estado Mayor Conjunto, confirmó la entrega.
Estados Unidos anunció el pasado 7 de julio el envío de las bombas de racimo pese a las críticas de Alemania y otros países y de organizaciones como Human Rights Watch (HWR), a las que preocupa el impacto de ese armamento sobre la población civil.
Esas bombas se incluían en un nuevo paquete de ayuda militar valorado en 800 millones de dólares, en el que también había, entre otros, misiles para defensa aérea, sistemas antiaéreos Stinger y munición para los sistemas antiaéreos Patriot.
Según dijo la semana pasada el subsecretario de Defensa para Políticas estadounidense, Colin Kahl, las bombas de racimo sirven para asegurar el suministro de artillería en toda la coalición que apoya a Kiev.
Desde Washington se justificó entonces que las bombas de racimo enviadas a Ucrania tienen una tasa de fallo inferior al 2,5%.
El dato es clave ya que la principal razón de los opositores al uso de este tipo de armamento es que el proyectil dispersa una gran cantidad de submuniciones explosivas y que muchas de ellas no explotan y acaban enterradas en el suelo, donde pueden herir a civiles mucho después del final de una guerra.
La confirmación de que esas bombas ya están en territorio ucraniano llega un día después de la cumbre de la OTAN en Vilna. La OTAN no definió un calendario para la integración de Ucrania, pero Biden y los otros líderes del G7 se comprometieron a garantizar la seguridad de Ucrania a largo plazo.
En el marco de ese encuentro, en el que Biden mantuvo una reunión bilateral con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, el líder estadounidense afirmó que evalúa autorizar el envío a Ucrania de misiles de largo alcance Atacms, que cubren una distancia de unas 190 millas (unos 300 kilómetros), superior a la de los misiles franceses SCALP y los Storm Shadow ingleses.