Por Delfina Milder
El ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, brindó una videoconferencia informativa a medios de Latinoamérica y el Caribe con una demanda clara: abandonar los “matices de neutralidad” por los que optó la mayoría de los países respecto a la invasión rusa en febrero de 2022.
“Agradecemos la asistencia humanitaria que llega de varios países latinoamericanos”, comenzó Kuleba. “También creemos que se puede hacer más. Confío en que hay países en Latinoamérica que están interesados en eso”, apuntó en el encuentro virtual organizado por la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) al que asistió El País.
Sin demasiado preámbulo, el canciller se refirió a la negativa de algunos países de enviar armas y munición: “Los que dicen que no colaborarán con armas, en términos reales están diciendo que no quieren que Ucrania luche. Quienes dicen ‘no envío armas porque soy bueno’, no es porque bregan por la paz, es porque son neutrales”, aseveró.
Puntualmente, el canciller se refirió a las armas soviéticas que, por cercanía histórica y política, algunos países disponen. “Los países latinoamericanos tienen munición y armas soviéticas en las que estamos interesados. Estaríamos agradecidos si nos las donaran como señal de apoyo, pero estamos abiertos a considerar comprarlas”, propuso, y fue enfático sobre el dilema de la entrega de armas: “No es avivar el fuego de la guerra. Es atacar para defendernos”.
A lo largo de su exposición, lanzó críticas sutiles y también agradecimientos. Sobre la postura de Argentina respecto a la invasión y la actitud de su presidente, Alberto Fernández, Kuleba aseguró que “cada país es dueño de elegir su política exterior, pero hay algunos puntos de referencia que dejan la posición muy clara”.
Uno de esos puntos, dijo, es votar en favor de resoluciones de la ONU adoptadas en respuesta a la agresión de Rusia contra Ucrania. Otro es si un país presta ayuda concreta a Ucrania, y el tercero es “darse la mano con el presidente Vladimir Putin o el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, porque las tienen manchadas de sangre de los ucranianos y de sus propios ciudadanos”, lanzó Kuleba en una evidente referencia a una reunión que mantuvo el canciller ruso con su homólogo argentino, Santiago Cafiero.
“Algunos indicadores hacen más fácil identificar dónde está el país”, dijo Kuleba, “pero no debemos ser emocionales”.
Tampoco quiso criticar abiertamente al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, aunque sí dijo que “quienes dicen que enviar armas a Ucrania solo alargará la guerra, están diciendo que no quieren que Ucrania luche, quieren que pierda su soberanía e independencia”. No obstante, aseguró que tuvo una “muy buena reunión” con el canciller mexicano el año pasado, y aseguró que seguirá trabajando con el gobierno mexicano”.
Acerca de países como El Salvador, Kuleba apuntó: “Si un país no condena la agresión y permanece en silencio, abre el camino a otros agresores para que violen la ley internacional, pero yo no creo que El Salvador sea un país que quiera vivir en un mundo sin leyes”.
En referencia a las naciones que no han condenado la invasión -como Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua y El Salvador- el Canciller fue tajante, aunque evitó dar nombres.
“Cuando un país no puede ni siquiera condenar abiertamente un acto de agresión de Rusia sobre Ucrania, un acto que irá a los libros de historia y de derecho internacional sobre el más evidente caso de agresión en el siglo XXI, ese país habrá elegido el lado incorrecto. Ese país está de acuerdo con que las fronteras puedan cambiarse a la fuerza, con que el más fuerte pueda imponer su deseo sobre el más débil. No se trata de apoyar a Ucrania sino defender los intereses de seguridad de todos los países”.
Fortalecer el vínculo
El canciller reconoció que, “desafortunadamente, la relación entre Ucrania y Latinoamérica perdió foco”. Consideró que esto “es culpa de ambas partes” y reconoció que, durante años, el foco de la política exterior de su país estuvo dirigido “tradicionalmente a los aliados de Europa y Norteamérica”.
Asimismo, explicó que, previo a la invasión rusa, Ucrania tenía “una cierta percepción y entendimiento de quiénes son los países más cercanos en Latinoamérica, quiénes son más distantes y quiénes están lejos”. Pero la guerra cambió esta percepción. “Nada está escrito en piedra. Países que no esperábamos que tuvieran una posición definida, lo hicieron, como Guatemala y Costa Rica, por ejemplo”, sostuvo.
Y justamente ahora, con la guerra, “llegó el momento de extender nuestra indignación y también de compensar nuestra falta de atención” hacia Latinoamérica, señaló.
En concreto, el canciller anunció que junto con Volodimir Zelenski están finalizando su primera estrategia de política exterior hacia Latinoamérica y el Caribe.
“Es un documento que define objetivos claros para los años que vienen. Tenemos un ambicioso plan para expandir nuestra presencia diplomática”, dijo, y añadió que Zelenski está dispuesto “a realizar un nuevo abordaje en la región”.
“Será un abordaje muy pragmático”, adelantó. “Ucrania está afín a desarrollar lazos políticos, económicos y humanitarios con Latinoamérica y el Caribe”.
La amenaza nuclear
Según un informe de los servicios de Inteligencia de Noruega divulgado el martes, Rusia inició un despliegue en el mar Báltico de barcos equipados con armamento nuclear. Consultado sobre una eventual utilización de armas nucleares, Kuleba se mostró escéptico.
“Tengo razones para creer que la estrategia de la disuasión nuclear -que se usó durante la Guerra Fría- es aplicable ahora, y que no estamos en el límite de una guerra nuclear”, apuntó.
Pero describió otro escenario. “Imaginen que (Vladimir) Putin dice: ‘si continúan apoyando Ucrania, usaré armas nucleares’. Rusia gana porque todos se asustan y, finalmente, Rusia toma Ucrania”, planteó.
“Si ganan y si sienten que se pueden hacer concesiones al amenazar con armas nucleares, van a querer más. Y también otros (países) que siguen los patrones de Rusia, van a querer más”, advirtió.
El canciller no solo está seguro de que ganarán la guerra, sino de que la victoria será “en el campo de batalla” y no a través de vías diplomáticas, aunque ciertamente la diplomacia “jugará su rol”, dijo.
“La victoria es posible, la victoria va a llegar. Lo hemos probado durante casi un año”, añadió Kuleba. “Pero lo más importante es que estamos peleando por la causa justa. Nosotros no atacamos; nos atacaron”.
“Boicot” de Rusia a exportación
El Gobierno ucraniano acusó ayer a Rusia de obstaculizar el funcionamiento de la iniciativa para la exportación de grano y otros productos agrícolas a través del mar Negro. Los ministros de Exteriores y de Infraestructuras, Dmytro Kuleba y Oleksandr Kubrakov, denunciaron en un comunicado que el proceso de inspección de los barcos de productos ucranianos a su paso por el estrecho del Bósforo se ve ralentizado de forma deliberada por los representantes rusos. “Cada día solo se produce la mitad de las diez inspecciones planificadas”, aseguraron. A consecuencia de ello, unas 140 embarcaciones guardan cola para ser inspeccionadas, la gran mayoría de ellas desde hace más de un mes, continuaron los ministros, que destacaron que “la seguridad alimentaria de los países que dependen de las exportaciones de productos agrícolas ucranianos está bajo amenaza”. El comunicado destacó además que, mientras interfiere con el funcionamiento del corredor de grano, Rusia está aprovechando la situación para expandir sus operaciones comerciales en el mar Negro, y así en 2022 el volumen del tráfico de mercancías rusas sobrepasó los niveles de 2021. Al mismo tiempo los buques comerciales rusos no son inspeccionados en el Bósforo, lo que les permite transportar material militar destinado a la guerra, aseguraron. Por todo ello, el Gobierno ucraniano instó a las Naciones Unidas y a Turquía, como garantes de la iniciativa del grano, a exigir a Moscú que deje de obstaculizar su funcionamiento.
Por otro lado, el Kremlin rechazó este domingo ampliar de nuevo el pacto para la exportación de cereales, que expira el mes que viene, si no se levantan las sanciones que pesan sobre el comercio ruso de productos agrícolas.