Anton Troianovski y Constant Méheut - The New York Times
Un general a cargo de las fuerzas de protección contra armas químicas y nucleares del ejército ruso murió ayer martes por una bomba en una calle de Moscú, en uno de los asesinatos más sangrientos desde la invasión a gran escala de Rusia a Ucrania hace casi tres años.
El general, Igor Kirillov, de 54 años, murió junto con un ayudante, después de que un artefacto explosivo colocado en una moto fuera detonado ayer por la mañana, cerca de la entrada de un edificio residencial, dijo el Comité de Investigación de Rusia -una agencia de aplicación de la ley- en un comunicado.
Ucrania se atribuyó el atentado. Un funcionario del servicio de seguridad de Ucrania, conocido como SBU, confirmó bajo condición de anonimato los detalles del asesinato proporcionados por Rusia.
El SBU consideró a Kirillov un objetivo legítimo, dijo el funcionario.
Un día antes del atentado al general, Ucrania lo había acusado de actividad criminal, diciendo que era responsable del “uso masivo de armas químicas prohibidas” en Ucrania. El servicio de seguridad dijo que las tropas rusas habían lanzado municiones con compuestos tóxicos sobre posiciones ucranianas, en un esfuerzo por obligar a los soldados ucranianos a salir de sus trincheras.
Según el ejército ruso, la división que supervisaba Kirillov lleva a cabo tareas especializadas como proteger a las tropas rusas, cuando se utilizan armas químicas y nucleares, así como operaciones ofensivas como ataques con armas incendiarias.
Kirillov era el jefe de las fuerzas de defensa radioactiva, química y biológica de Rusia. Ayudó a desarrollar un lanzacohetes termobárico, el TOS-2, según una biografía publicada por RIA Novosti. El ejército ruso informa con frecuencia sobre su uso en Ucrania.
Su caso representa la muerte de más alto perfil de un oficial militar ruso lejos del campo de batalla desde el inicio de la invasión de Ucrania en 2022. Si bien otros generales rusos han muerto en la Ucrania ocupada o cerca de la línea del frente, él es el oficial militar de mayor rango que ha sido asesinado dentro de Rusia.
Kirillov, que en su día dirigió una academia militar rusa, también fue un destacado miembro de la campaña de propaganda rusa contra Ucrania y Occidente, dirigiéndose con frecuencia a los medios de comunicación y apareciendo en televisión con afirmaciones infundadas. En 2023, por ejemplo, dijo que Estados Unidos estaba planeando utilizar drones “diseñados para propagar mosquitos infectados”.
Kirillov también afirmó que las fuerzas rusas habían descubierto un laboratorio ucraniano de producción de armas químicas cerca de Avdiivka, una ciudad ucraniana que las tropas de Moscú capturaron en febrero. Parte de la preparación para la guerra fue un esfuerzo de Rusia por presentar a Ucrania, sin pruebas, como un centro de producción de armas de destrucción masiva a instancias de Occidente. Ucrania negó enérgicamente la afirmación.
La explosión que mató a Kirillov ocurrió alrededor de las 6:12 a. m. y fue tan potente que dañó ventanas hasta el tercer piso y las hizo añicos en un edificio del otro lado de la calle, informó la agencia de noticias estatal RIA Novosti.
Otra agencia de noticias estatal, Tass, dijo que los investigadores habían encontrado una cámara oculta utilizada para vigilar a Kirillov, en un vehículo compartido cercano.
En un video que el funcionario del SBU compartió con The New York Times y con otros medios de comunicación, grabado desde el interior de un auto, se puede ver a dos personas saliendo de un edificio, momentos antes de una explosión. The Times verificó que el video fue grabado desde un vehículo utilizado para alquileres a corto plazo y coincidió en los detalles de la filmación con el lugar y la hora en que Kirillov fue asesinado.
En el clip, una motocicleta se encuentra junto a la puerta del edificio, donde aparentemente tuvo lugar la explosión, lo que coincide con la descripción dada por los investigadores rusos sobre dónde se colocó el explosivo.
La bomba tenía la fuerza de más de 2 libras de TNT, dijo Tass, citando a los investigadores. No hubo comentarios del Kremlin en las horas posteriores al asesinato el martes, aunque la televisión estatal rusa lo presentó como una noticia principal en las transmisiones de noticias diurnas, calificándolo de “tragedia”.
En la cámara baja del parlamento ruso, el presidente del organismo, Vyacheslav Volodin, guardó un momento de silencio por el general y lo describió como “no sólo un líder militar, sino ante todo, un científico”.
Un alto funcionario estadounidense dijo ayer que Estados Unidos no estaba informado sobre el asesinato planeado. El funcionario dijo que podría ser contraproducente porque podría desencadenar una reacción severa del presidente ruso Vladimir Putin. Los funcionarios estadounidenses generalmente han desaprobado el sabotaje y los asesinatos selectivos dentro de Rusia por esa razón.
Sancionado
El Departamento de Estado de EE.UU. dijo en ocasiones que Rusia había usado cloropicrina, un agente asfixiante ampliamente utilizado en la Primera Guerra Mundial, así como gas lacrimógeno en el campo de batalla. Gran Bretaña impuso sanciones a Kirillov, citando su responsabilidad en el despliegue de armas químicas. Según el ejército ruso, la división de Kirillov lleva a cabo tareas como proteger a las tropas rusas cuando se utilizan armas químicas y nucleares.
Una cara conocida del ejército
Igor Kirillov era uno de los rostros más públicos del alto mando de la Fuerzas Armadas de Rusia. En su condición de jefe de la defensa radiológica, química y biológica de Rusia, cargo que desempeñaba desde 2017, ofrecía regularmente comparecencias de prensa, como la que tenía prevista para ayer. Ante los periodistas acusó repetidamente al Ejército ucraniano de emplear armas químicas en el conflicto en Ucrania.
En agosto pasado denunció que Rusia había detectado 400 casos de empleo de munición química por las fuerzas ucranianas. “Se utilizaron sustancias tóxicas que solo podían sintetizarse en Estados Unidos. Porque otras industrias no están diseñadas para esto y nunca las han producido”, declaró. Dos meses después, aseguró que las tropas ucranianas emplearon armas químicas, cuando irrumpieron en la ciudad de Sudzha, en la región rusa de Kursk, parte de cuyo territorio ocupan hasta hoy.
En enero afirmó que altos cargos de Estados Unidos obstaculizaron de manera premeditada la investigación de las causas del covid-19 y manipularon la opinión pública. Este lunes, el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) lo declaró sospechoso de ordenar el empleo de armas químicas contra las fuerzas ucranianas. “Desde el comienzo de la guerra a gran escala se han registrado más de 4.800 casos de uso, por orden de Kirílov, de munición química”, señaló el SBU. [EFE]
Rusia prometió venganza; juzgará el caso como asesinato de un civil
El Comité de Investigación ruso investiga los delitos de “acto terrorista, asesinato y tráfico ilegal de armas”, y de momento no ha mencionado ninguna de sus sospechas sobre la autoría del atentado. Sin embargo, Dmitri Medvédev, vicepresidente de Comité de Seguridad ruso y expresidente del país, ha señalado a Kiev y prometió venganza. “Las fuerzas del orden deben encontrar a los asesinos en Rusia y hacer todo lo posible para destruir a los instigadores en Kiev. Son conocidos: son el liderazgo político-militar de Ucrania”, manifestó Medvédev.
Según el diario Kommersant, la clasificación inicial del delito apunta a que se juzgará el caso como el asesinato de un civil y no de un objetivo militar. Además, las fuentes del periódico declaran que también se contempla juzgar por traición al asesino y sus hipotéticos cómplices. Kiríllov era conocido por ser la voz del Kremlin en las acusaciones contra Estados Unidos por la presencia, nunca demostrada, de “biolaboratorios” en Ucrania que supuestamente preparaban armas biológicas con aves migratorias y drones portadores de mosquitos para su diseminación.
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